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Una segunda oportunidad para el arte censurado

El empresario Tatxo Benet muestra en Lleida, por primera vez, su colección de obras que han sido objeto de control y polémica

'McJesús', la obra de Jani Leinonen con un payaso de McDonald’s crucificado que puede verse en la exposición de Lleida.
'McJesús', la obra de Jani Leinonen con un payaso de McDonald’s crucificado que puede verse en la exposición de Lleida.FOTO JAVIER MARTIN (EL PAÍS)
José Ángel Montañés

En la edición de ARCO de 2018 el protagonismo se lo llevó una obra que no pudo verse en los cinco días que estuvo abierta la feria de arte contemporáneo de Madrid: Presos políticos en la España contemporánea, de Santiago Serra; una obra formada por 24 fotografías con retratos de personas que estaban en cárcel en España por sus ideas, según el artista madrileño. Entre los retratados, con la mirada pixelada, los independentistas Oriol Junqueras, Jordi Cuixart y Jordi Sánchez. La dirección de IFEMA pidió, un día antes de inaugurar ARCO, a la galerista Helga de Alvear que retirara la obra.

Tras la polémica, la obra fue adquirida por un comprador anónimo, que pronto se supo que había sido el empresario leridano Tatxo Benet. Con ella dio comienzo a una colección formada por obras que, según el coleccionista, habían sufrido diversas formas de censura o el ataque de grupos radicales que habían obligado a su retirada. Dos años después, ha reunido más de cien obras, 32 de las cuales pueden verse en la exposición Líneas rojas. La censura en la colección de Tatxo Benet que se inaugura el sábado en dos centros de arte de Lleida: La Panera y el Museo Diocesano.

'Not dressed for conquering', de Ines Doujak, 2010, la escultura que le costó el puesto al director del Macba en 2015.
'Not dressed for conquering', de Ines Doujak, 2010, la escultura que le costó el puesto al director del Macba en 2015.FOTO JAVIER MARTIN (EL PAÍS)

Si bien es la primera vez que se exponen juntas, algunas han llenado, por sí solas, páginas enteras de diarios. Es el caso de Not dressed for conquering de Inés Doujak, que le costó en 2015 el cargo al director del Macba, Bartomeu Marí, cuando trascendió que quería retirarla de la exposición La bestia y el soberano porque el hombre sodomizado por una sindicalista boliviana recordaba al rey emérito Juan Carlos I. También están las cajas de cerillas del colectivo Mujeres Públicas con el lema del histórico anarquista Kropotkin: “la única iglesia que ilumina es la que arde”, acompañado de un dibujo de un templo en llamas, que se presentó en el Reina Sofía en 2014 generando denuncias y amenazas de ataque, pero que su director, Manuel Borja-Villel, se negó a retirarla pero si añadió una cartela advirtiendo que algunas obras podían herir la sensibilidad.

'La Revolución', de Fabián Cháirez (2014), con Emiliano Zapata a caballo.
'La Revolución', de Fabián Cháirez (2014), con Emiliano Zapata a caballo. Photographer: Dani Barbeito

La nómina de los artistas de la colección que ha reunido Benet va de Francisco de Goya, con sus Desastres de la guerra, a Pablo Picasso, con sus grabados pornográficos sobre Rafael y la Fornarina, de 1968, pasando por La civilización occidental y cristiana (1965), un Cristo crucificado en un avión de guerra, de León Ferrari; las fotografías sadomasoquistas de Robert Mapplethorpe de X Portfolio (1977): Always Franco (2012), la figura del generalísimo con uniforme dentro de un nevera de Coca-Cola de Eugenio Merino; La revolución (2014), con un Emiliano Zapata cabalgando desnudo y con zapatos de tacón, de Fabián Cháirez; Amén (2015), formada por la palabra ‘pederastia’ escrita con hostias consagradas de Abel Azcona; McJesús (2015), el payaso de McDonald’s, también crucificado, de Jani Leinonen; Shark (2015), formado por una figura de Sadam Husein sumergido en una urna de formol creada por David Cerny y el retrato Filippo Strozzi (2016), un sacerdote realizado con piezas de Lego de Ai Weiwei, que hizo que la empresa dejara de suministrarle material como hizo durante dos años. Un conjunto de obras, materiales y artistas heterogéneo que encuentra su vínculo de unión en el hecho de que sus creadores, por una razón u otra, se han vistos obligados a retirar sus piezas o por extensión se las han recortado las posibilidades de ser vistas por motivos políticos, religiosos, morales o económicos.

'Always Franco', de Eugenio Merino (2012), una de las piezas de la colección de Tatxo Benet que se pueden ver en Lleida.
'Always Franco', de Eugenio Merino (2012), una de las piezas de la colección de Tatxo Benet que se pueden ver en Lleida.FOTO JAVIER MARTIN (EL PAÍS)

“Cuando compré las fotografías de Sierra no lo hice pensando en formar una colección, pero tras ver por Internet que había un montón de obras que habían sufrido algún tipo de censura, decidí coleccionarlas y darles visibilidad y una segunda oportunidad”, explicó Benet, que no dudó en sentarse en la silla vacía de la obra Statue of a girl of peace (2019), de Kim Eun-sung y Kim Seu-kyung, en la que se homenajea a las jóvenes esclavas sexuales coreanas utilizadas por las tropas japonesas durante la Segunda Guerra Mundial, que hizo que se cerrara toda una exposición con más piezas por “seguridad”. Según Benet, la dificultad de adquirir estas piezas es que muchas, “después de concentrar el interés por un periodo de tiempo, se les pierde la pista y acaban en silencio e invisibles en los talleres de los artistas”.

“Cuando se ataca una obra de arte se ataca la libertad de expresión de todos los creadores, por que se lanza una advertencia a todos para que no creen obras como esa y eso significa que se acaba autocensurando. Por eso, me gusta mostrarlas, porque exponiéndolas se ayuda a la libertad de expresión de todos nosotros. También se pacifican”, explicó Benet, junto a los comisarios de la muestra, Celia de Diego, directora de La Panera y el director de la colección y galerista Benito Padilla.

Benet tiene en mente crear un museo con todas ellas; una idea que ha ido explicando en los últimos años. “He visto dos o tres emplazamientos, estamos de forma activa buscándolo, pero ahora la pandemia lo ha frenado todo; no hay nada decidido, no hay prisa”, dijo sin concretar si sería en su ciudad natal o en Barcelona. Se habla de una posible ubicación en el antiguo edificio de La Foneria de la Rambla barcelonesa donde el presidente Torra anuncio en febrero que quería crear un centro cultural, que todo el mundo interpretó que estaba hecho a medida para las piezas de Benet. Pero el coleccionista lo negó este miércoles: “Ni la he visto. No tengo ni idea”, remachó.


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José Ángel Montañés
Redactor de Cultura de EL PAÍS en Cataluña, donde hace el seguimiento de los temas de Arte y Patrimonio. Es licenciado en Prehistoria e Historia Antigua y diplomado en Restauración de Bienes Culturales y autor de libros como 'El niño secreto de los Dalí', publicado en 2020.

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