El tiempo salvará al Quijote de la pandemia
La Biblioteca Nacional reabrirá con medidas que incluyen una cuarentena de dos semanas para los volúmenes devueltos
El tiempo todo lo cura. No solo el desamor, también el coronavirus. Es el desinfectante más efectivo y barato: 14 días son suficientes para desarticular su poder en los libros. Ni la luz ultravioleta ni el ozono, ni el alcohol. Mejor dejar pasar las horas para acabar con lo tóxico sin destruir el libro. Así han sobrevivido a los siglos, a la peste y al cólera los ejemplares del Cantar del Mio Cid y El Quijote o los códices de Leonardo da Vinci y del Beato de Liébana que custodia y conserva la Biblioteca Nacional de España (BNE). “El riesgo de ser contaminados es mayor en las novedades editoriales que en los incunables”, asegura Arsenio Sánchez, coordinador de conservación y restauración de la BNE y Premio Nacional de Restauración. Los plásticos de las cubiertas y las calidades del papel industrial son más peligrosos que los procesos y materiales que se usaban hace cinco siglos. “El libro antiguo es químicamente muy estable y el moderno es el que está más amenazado”, cuenta.
El responsable de velar por la salud de los 30 millones de objetos que guarda la institución explica que no existen estudios concluyentes sobre la actividad del virus en la superficie de los objetos, y que la recomendación de una cuarentena de dos semanas podría parecer excesiva para el siguiente préstamo del ejemplar. Pero “es lo más seguro”. Y es la medida que el Ministerio de Sanidad ha dictado. Solo Italia y España han establecido una cuarentena tan amplia para estos objetos. En otros países dejarán pasar dos días para devolverlos a la vida en comunidad. Pero, según cuenta, se avanza a ciegas. Ni está claro que la carga vírica sobre los libros sea suficiente para contaminar, ni que tras tocar un ejemplar y llevarse las manos a la cara uno pueda contagiarse.
“El riesgo de ser contaminados es mayor en las novedades editoriales que en los incunables”, asegura Arsenio Sánchez, Premio Nacional de Restauración
El riesgo mayor reside en el préstamo. Cuando un libro abandona las estancias de una biblioteca se pierde control y se gana en incertidumbre. Solo el aislamiento garantiza la derrota del virus, pues los desinfectantes deterioran aquello que deberían salvar. El peligro de paralización del servicio es el mayor riesgo de la cuarentena: dos semanas fuera de juego es mucho tiempo para la alta demanda de las novedades que hay en circulación.
Por ejemplo, cuando las bibliotecas madrileñas vuelvan a abrir a primeros de junio, a los más de cincuenta centros llegará un aluvión de devoluciones de 160.000 ejemplares que han permanecido en manos de lectores durante diez semanas. Hasta julio esos libros no volverán a circular. Por eso, Arsenio Sánchez señala que para evitar el colapso del préstamo lo mejor es aprobar partidas extraordinarias de compra de títulos. La Comunidad de Madrid invertirá 1,5 millones de euros para abastecer de novedades sus centros.
Ante el cierre de las bibliotecas, el préstamo electrónico se ha multiplicado en abril: en la Comunidad de Madrid ha crecido un 150% y en el Ayuntamiento, un 300%. En esta región, el título más prestado en formato digital ha sido Y Julia retó a los dioses (Planeta), de Santiago Posteguillo, seguido de La chica de nieve (de Javier Castillo, en SUMA) y La madre de Frankenstein (de Almudena Grandes, en Tusquets).
Cuando las bibliotecas madrileñas vuelvan a abrir a primeros de junio, a los más de cincuenta centros llegará un aluvión de devoluciones de 160.000 ejemplares que han permanecido en manos de lectores durante diez semanas. Hasta julio esos libros no volverán a circula
La BNE no presta. El año pasado se consultaron en sala cerca de 200.000 ejemplares y un centenar de investigadores accedieron a sus salas cada día. Ahora, cuando abran sus puertas, posiblemente en junio, reducirán a un tercio los 500 puestos de su salón principal. Se usarán los asientos pares unos días y los impares otros y los ejemplares se solicitarán online. Además, habrá mamparas en los puestos de préstamo, el uso de la mascarilla será obligatorio y al entrar se tomará la temperatura a los investigadores. Esta última es una medida muy controvertida porque afecta a la intimidad de los usuarios, pero las organizaciones internacionales de bibliotecas así lo recomiendan y así figura, de momento, en el borrador de las medidas sanitarias de la BNE.
“La exposición al contagio de los objetos que custodiamos es muy remota. Si alguien estornuda cerca, puede impregnar los lomos y poco más. El riesgo está en la llegada de lectores asintomáticos, pero con un protocolo estricto será muy bajo”, dice Sánchez. La conservación tiene mucha química, historia y artesanía. Arsenio conoce las tres patas que alargan la vida del patrimonio y es, además, arqueólogo. Cuenta que en los últimos años la química ha sido más valorada que la artesanía. Error: para intervenir el libro es muy importante conocer los procesos artesanales. También para certificar la seguridad de quienes se acercan a ellos en una pandemia.
Babelia
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