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XXIV Festival de Jerez
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Esplendor coral

El Ballet Nacional clausura el ciclo con la presentación de Rubén Olmo como director y un homenaje a Mario Maya

Un momento de la actuación del Ballet Nacional de España el sábado en Jerez de la frontera.
Un momento de la actuación del Ballet Nacional de España el sábado en Jerez de la frontera.JAVIER FERGO

El Ballet Nacional de España (BNE) eligió la cita jerezana como espacio natural para presentar su nueva etapa, la comenzada hace apenas seis meses bajo la dirección del sevillano Rubén Olmo, un buen conocedor de este festival, en tanto evento de referencia dedicado al baile flamenco y a la danza española. Él mismo, con su última producción con compañía propia, Horas contigo, había obtenido el Premio de la Crítica en su anterior edición.

El nuevo director nunca ha ocultado las intenciones para su mandato y, en la primera aparición, adelantó sobre las tablas las líneas que lo van a regir: la mirada hacia atrás para renovar el lenguaje de las escuelas — especialmente el de la bolera— que constituyen el rico patrimonio dancístico que el BNE está obligado a proteger, junto a una profundización en la herencia de los maestros. En sus pocos meses al frente de la formación, el bailarín y coreógrafo ha tenido tiempo de reunir en un espectáculo los mencionados elementos y, a la vez, dejar unas primeras muestras de su sello, que estaría dominado por la intensidad y por una vivacidad que apenas permite un parpadeo, tal es el dinamismo que cobra la sucesión de unos cuadros que se rematan en ocasiones con estampas de bella elaboración y que se entrelazan con unas transiciones tan limpias como veloces.

Es algo que hay que valorar de forma especial en cuanto remite a un grupo coral de considerables dimensiones, que desarrolla diferentes y sucesivas coreografías con múltiples y variables geometrías. Entramos así en el terreno en el que la sincronía y la simetría se antojan como imprescindibles, como un reto coreográfico para un conjunto de bailarinas y bailarines que supera la treintena y que desarrolla, además, disciplinas dancísticas muy diversas.

Un momento de la actuación del Ballet Nacional de España en Jerez de la frontera el sábado.
Un momento de la actuación del Ballet Nacional de España en Jerez de la frontera el sábado.JAVIER FERGO

La de la escuela bolera, por ejemplo, resultó apenas un aperitivo que supo a poco. Siempre resulta gustoso el uso armónico de castañuelas y zapatillas y ese baile pastueño que percibimos muy vivaz. Con posterioridad, y siempre con la música compuesta por Manuel Busto, el propio director asumió la responsabilidad de un baile en solitario que, entre zapateado y granaína, compendió su dominio tanto del flamenco como de la escuela estilizada. Esta encontraría su mejor acomodo con la recreación de Eterna Iberia, del anterior director, Antonio Najarro, con la música que el maestro Moreno Buendía compuso en los años sesenta del pasado siglo por encargo del bailarín Antonio Ruiz Soler. Un puente amistoso entre dos etapas en el que tuvieron espacio el sombrero y la capa española dentro de continuos cambios grupales y una movilidad que resultó extenuante.

Pero, sin duda alguna, esta presentación estuvo especialmente marcada por el homenaje al maestro Mario Maya (1937-2008), que ocupó la segunda parte. El granadino puede que soñara alguna vez con dirigir el BNE, pero seguro que, allá donde esté ahora, vería con buenos ojos el que haya sido Rubén Olmo quien revisitara una obra suya, De lo flamenco, creada por el maestro en 1994 para el Centro Andaluz de Danza, que en ese momento dirigía. Se trata de una perfecta muestra de la innovación que él trajo a los ballets, una suerte de revolución en su tiempo. Las composiciones de Diego Carrasco, de su grabación Voz de referencia (1993), se funden con las instrumentales de Jesús Torres y las coreografías del propio Maya y otras que algunos de sus pupilos de entonces —Rafaela Carrasco, Isabel Bayón y Manuel Betanzos— han compuesto por encargo de Olmo.

Una nueva sucesión, a veces vertiginosa, de cuadros. Contrates estéticos y cromáticos favorecidos por una brillante iluminación y un rico vestuario y, como no podría ser de otro modo, el predominio de las formas flamencas, ya fueran grupales o en solitario, como las protagonizadas por José Manuel Benítez en el Romance del emplazado (del Amargo) o el taranto y los tangos con los que se lució Esther Jurado. Y, como en las compañías que se precian, hasta la propina por bulerías estuvo coreografiada.

Ballet Nacional de España | 'Invocación'

'Invocación bolera. Jauleña. Eterna Iberia. De lo flamenco (Homenaje a Mario Maya)'.

Dirección: Rubén Olmo.

Teatro Villamarta. 7 de marzo.

 

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