La mirada hacia el otro
Ballús entra de lleno en el estereotipo del viaje exótico para romperlo desde dentro a partir de una trascendencia sin discursos de apariencia ligera
La mirada occidental hacia lo que se ha dado en llamar la otredad: compasiva, desconfiada, ingenua, altiva, espontánea, esquiva. Las hay de todo tipo; por ejemplo, la que puede surgir en un viaje a un lugar exótico, poscolonial, colorido en su fachada, con innumerables matices en su interior. Y ahí introduce su mirada la directora catalana Neus Ballús, que en El viaje de Marta (Staff Only) ha compuesto un relato de apariencia sencilla e interior complejo. Un trayecto hasta el fin de la inocencia y la colisión reconciliadora, desde los ojos de una joven a punto de la mayoría de edad, de vacaciones en Senegal junto a su padre (divorciado) y a su hermano pequeño.
EL VIAJE DE MARTA (STAFF ONLY)
Dirección: Neus Ballús.
Intérpretes: Elena Andrada, Sergi López, Diomaye Ngong, Ian Samsó.
Género: drama. España, 2019.
Duración: 82 minutos.
La malencarada adolescencia de rictus afilado, fastidio continuo y móvil pegado a los dedos, enfrentada a una paternidad con un punto de remordimiento. A un lado, la espontaneidad; del otro, el recelo. Y Ballús lo filma con naturalidad, cámara ágil que en determinados momentos se acerca al documental, y una dirección de intérpretes en registros naturalistas que simplemente parecen cosidos a sus personajes. Ahí Sergi López, como en las películas de Marc Recha Un día perfecto para volar y La vida lliure, siempre se ha movido en la excelencia, quizá mejor que en papeles cercanos a la composición. Pero no solo él, ya veterano, también el chaval Ian Samsó, en un rol secundario, y la estupenda debutante Elena Andrada, verdadera protagonista, a la que no se debería olvidar de cara a las nominaciones al Goya a actriz revelación.
Ballús, que en la hermosa y más arriesgada La plaga (2013) ya había mostrado la delicadeza de su mirada, entra de lleno en el estereotipo del viaje exótico para romperlo desde dentro a partir de una trascendencia sin discursos de apariencia ligera. En las antípodas de La pasión turca, aunque incluya una relación afectiva y sexual; de hecho, la secuencia de cama está elidida, algo improbable en Vicente Aranda. Pero también lejos de la tortuosa, cruel y muy explícita introspección del austriaco Ulrich Seidl en el tríptico Paraíso, con el que comparte ambientes y ciertos conflictos.
Presentada con éxito en la sección Panorama del Festival de Berlín, El viaje de Marta no juzga, aunque no es complicado deducir de su relato que tan peligrosa puede ser la soberbia como la ingenuidad. Y que las implicaciones de los actos del turista con el otro, cualesquiera sean sus intenciones, pueden bifurcarse en vertientes personales de enorme confusión, lindantes con la vergüenza, con el miedo y, sobre todo, con el egoísmo.
Babelia
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