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76ª Mostra de Venecia

‘La verdad’ de Kore-eda no apasiona a La Mostra

El filme de inauguración, del cineasta japonés, destaca por la actuación de Catherine Deneuve pero no cumple con las enormes expectativas

Juliette Binoche, a la izquierda, Hirokazu Kore-eda y Catherine Deneuve, el miércoles en la presentación de su película 'La verdad'. En vídeo, el Festival de Venecia arranca con polémica.Foto: atlas | Vídeo: VINCENZO PINTO (AFP)
Tommaso Koch

La diva está hablando de sí. Como siempre, el estribillo de toda una vida. Hasta los temas se repiten: el enésimo entrevistador le plantea preguntas a las que ya respondió demasiadas veces. Y, sin embargo, cuando la interrupción perfecta toca a su puerta, Fabienne prefiere seguir con tan irrelevante charla. “Nada importante, es mi hija con su familia”, le suelta al redactor. Años sin verse y ni un saludo. Está claro que las previsiones no auguran una visita idílica. Se avecinan, más bien, días de tormenta.

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Aunque el director Hirokazu Kore-eda sabe bien que los vínculos de sangre son mucho más complejos: a veces diluvia y truena; otras, reina una plácida niebla; pero, tarde o temprano, sale algo de sol. Con todo ello el cineasta construye La verdad, su primera película fuera de Japón, en Francia, con la que ha inaugurado hoy miércoles la 76º edición de La Mostra. Fue aplaudida antes de que empezara, y después. Aunque, entremedias, dejó la misma sensación de algunas reuniones familiares: es un placer disfrutarlas, pero también que terminen.

Tal vez el regreso a la tierra sea más sorprendente porque las expectativas volaban más allá de las nubes. Kore-eda que en 2018 ganó la Palma de Oro en Cannes con Un asunto de familia, celebrada por muchos críticos como la coronación de su filmografía. Y volvía a su terreno favorito: las únicas relaciones humanas que no se eligen. “Es la historia de una madre y una hija que no llega a una respuesta sino que intentan seguir adelante juntas, aceptando su recíproca existencia”, resumió Kore-eda este miércoles ante la prensa en Venecia.

A su lado, estaban sentadas las dos excepcionales protagonistas de La verdad: Catherine Deneuve y Juliette Binoche. Puede que la primera se sintiera muy cómoda con el papel de la estrella acostumbrada a ser la más brillante, pero lo cierto es que su interpretación ilumina el filme. Tanto que su ingreso en la sala de prensa arrancó una ovación que pareció no acabar nunca. “Este personaje tiene mucho de mí. La entiendo perfectamente. Aunque no soy en absoluto una máquina de interpretación. Fue sobre todo un trabajo de composición”, reconoció Deneuve. En general, ella y Binoche despliegan en la pantalla una clase magistral de actuación. Sus desencuentros son tan explosivos como sus miradas, hay hielo y fuego, rabias confesadas y emociones ocultas. Una madre y una hija.

Sin embargo, al marcharse de su país, Kore-eda se dejó en casa cierta sutileza: en Un asunto de familia, dos pinceladas diseñaban un mundo. Aquí, en cambio, hay atajos y explicaciones claras para guiar al espectador hasta la reacción deseada. Y conseguida, eso sí: el público se rio en alto varias veces y más de uno se conmovería. Porque La verdad, como toda buena familia, abraza sentimientos ambiguos, amor y odio. En teoría, la hija vuelve a la casa materna para celebrar la publicación de la autobiografía de la madre. Pero, en realidad, no hay nada que festejar. El libro es como Fabienne: implacable y lleno de mentiras y fantasías. “Prefiero ser mala madre, mala amiga y buena actriz”, admite la diva ante su hija. Y también asegura: “No es una culpa ser fuerte”. Aunque quizás sea otra sentencia de la progenitora la que mejor resume el filme: “La verdad no apasiona”.

Muchas de esas frases proceden de un trabajo a tres bandas entre director y actrices. La película nace de una obra de teatro que Kore-eda escribió en 2003, pero nunca llevó a las tablas. “Al principio, estaba ambientada solo en un camerino”, contó el director. Cuando, en 2011, Juliette Binoche le propuso hacer un largo juntos, se acordó de aquel texto perdido. Lo retomó y lo cambió. Y volvió a modificarlo en cada reunión que mantuvo con las dos protagonistas. En París. En Cannes. Y en Tokio. “Los personajes eran complejos, hacía falta tiempo para acostumbrarnos. Y era un reto intentar transmitirle a la traductora lo que queríamos expresar sobre los personajes para que lo trasladara al director. Fue algo único”, relató Deneuve.

Para Binoche también el filme supuso un trabajo especial: “Llevaba 14 años deseando trabajar con Kore-eda. Y me enamoré de Catherine desde que era pequeñísima. Esta película es la realización de mis sueños”. Aunque el contacto con el director, a la vez, le desconcertó. “Me suelo preparar mucho para los personajes pero me pidió que no lo hiciera”, relató. La actriz cumplió, pero en el plató se encontró con un cineasta que se mantenía pegado a ella, “respiraba y gesticulaba” con su personaje. “Pensé que en algún momento dejaría de moverse tanto”, confesó Binoche. En efecto, tras rodar una de las secuencias clave de La verdad, Kore-eda al fin paró. Ya tenía lo que buscaba.

La Mostra, en cambio, justo se acaba de poner en marcha. Llegarán el Joker de Joaquin Phoenix, los Papeles de Panamá según Soderbergh o el viaje espacial de Brad Pitt en Ad Astra. Y se sabrá si del Lido vuelven a salir al menos un par de firmes candidatas a los Oscar. Venecia y Hollywood, últimamente, se quieren más que una familia.

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Sobre la firma

Tommaso Koch
Redactor de Cultura. Se dedica a temas de cine, cómics, derechos de autor, política cultural, literatura y videojuegos, además de casos judiciales que tengan que ver con el sector artístico. Es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Roma Tre y Máster de periodismo de El País. Nació en Roma, pero hace tiempo que se considera itañol.

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