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Yolanda Ramos: “Para hacer comedia tienes que ser triste”

La actriz triunfa con su personaje de experta en redes sociales en la serie 'Paquita Salas'

Yolanda Ramos, en Madrid.Vídeo: Inma Flores
Patricia Gosálvez
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Actriz “casi por obligación”, Yolanda Ramos empezó de vedette en El Molino, de Barcelona; a los 50, su personaje como la experta en redes sociales de Paquita Salas la ha convertido en un "jasgak" [como llama en la serie a los hashtag] viral. Ahora graba, bajo secreto de sumario, MasterChef Celebrity. Cercana e incorrecta, dice que su hobby es fumar: "¡Hacer deporte sí que es malo!". Ríe mucho, su lectura favorita son los diarios de Anaïs Nin y le gustaría tener un programa de entrevistas.

Pregunta. Dígame, ¿cómo arrancaría una entrevista de verano chisposa?

Respuesta. ¿Eso es ya una pregunta?

P. Es pregunta y un poco de morro...

R. ¡Qué bueno! Yo nunca haría una entrevista chisposa. Incluso me cuesta contestar con chispa.

P. Podemos hablar de Anaïs Nin, pero no parece veraniego.

R. ¿Hay libros veraniegos? Yo compro muchos, pero solo cada tantos años descubro uno que me encanta, el último El hombre en busca de sentido, del psiquiatra judío Viktor Frankl, que estuvo en un campo de concentración nazi.

P. ¡Nos va a quedar una entrevista veraniega como para suicidarse!

R. ¡Total! ¡A ver cómo levantamos esto! Pero es que, contrariamente a lo que nos quieren hacer creer, en verano es cuando la gente reflexiona. Por eso hay tantos divorcios. Sales de tu entorno y te da tiempo a pensar.

P. ¿A pensar qué mierda estoy haciendo con mi vida?

R. ¡Exacto! Los mayores descubrimientos los he tenido en verano. Es cuando volvemos al estado natural del ser humano. A los pies que caminan descalzos... Se muere mucha gente porque estamos más agrestes, hacemos más el bestia. Pero la cultura tiende a plantear el verano como algo frívolo.

P. Como una foto de Instagram.

R. ¡Ojalá hubiera existido cuando yo era adolescente! Habría sido tan chulo poder fardar sin ser nada, haberme creado etiquetas, pero me ha pillado sin ganas, cansada.

P. Tiene una foto en su Insta presumiendo de tipazo a los 50...

R. ¡Es verdad! Ese día me puse la etiqueta, me sentí guapa. Mi Instagram es muy absurdo. A veces subo fotos borracha, dándole a la tecla como un simio... Y otras me hago la intelectual y me salen unas cosas que no hay quien las entienda.

P. El tuip, que diría Paquita, lo usa poco.

R. No me da la vida. Hay gente que tiene talento para las redes, y siendo actor es importantísimo. Yo solo me googleo y siempre con un filtro positivo: "Yolanda Ramos está muy buena" o "es la mejor actriz de España".

P. Si en Google pone solo su nombre, a la quinta página le sale una tocaya: Yolanda Apache Ramos, boxeadora. ¿Qué le preguntaría?

R. ¡Me encanta! Le preguntaría si de pequeña ya tenía vocación... Siempre me lo pregunto con las vocaciones extrañas, como los informáticos de mi generación, que eran unos balas perdidas y se hicieron millonarios. Cuando yo llegué, el teatro ya existía.

P. ¿Lo sintió desde pequeña?

R. Desde que nací tuve casi como una obligación ser actriz. Aún ahora, a veces, pienso: "Tía, ¿y si lo dejas? ¿Y si...?". Cuando eres infeliz empiezas a buscar, pero dura poco. Ser actriz es muy esclavo, pasas por cada historia por la mierda de la vocación... Ahora estoy en racha, pero me digo: "No te creas que va a ser así siempre".

P. ¿Cambiamos de tercio?

R. ¡Sí! Reconduzcamos esto Que luego me leo unos titulares... "Los peores momentos de Yolanda Ramos".

P. La máscara alegre del cómico triste.

R. En mi caso es verdad. Casi todos somos así. Pero ojo, que coges un actor dramático intenso y te puedes morir. Para hacer comedia has de observar mucho el mundo, y si lo haces, a la fuerza has de ser, no negativa, pero sí triste o sensible; una persona frívola, que no se da cuenta de esto, no puede hacer llorar de la risa.

P. Alguien como su Noemí Argüelles de Paquita Salas.

R. ¡Es una tarada! La vida real se la suda.

P. Huele a spin-off. ¿Le gustaría?

R. Yo soy un gajo de una naranja. Sin el pelotazo que necesito de mis compañeros, no soy nadie. Desgarrar a alguien de esa energía es absurdo.

P. Empezó bailando. ¿Lo echa de menos?

R. Yo hacía revista. Entré en El Molino a los 22 o 23. Hacía que bailaba, jugaba a las casitas, al ¡Ay, soy actriz!

P. ¿Qué tal ese mundo?

R. El Molino es todo lo bonito y todo lo salvaje que tiene la vida. Da para escribir un libro. Fellini fue un día y no daba crédito. Hay que vivirlo. Yo me lo pasaba en grande. Si tú querías, lo aprovechabas, te dejaban probar. Hice humor, un estriptis muy chulo...

P. ¡Cuéntemelo todo!

R. Era un integral muy clásico, con Carmen, de Bizet. Usaba un mantón de Manila de seda que me regaló mi madre, de los caros, todavía lo tengo, está destrozado. Se me veía, pero no se me veía. Venían las abuelas y quedaban encantadas.

P. ¿Nos ha quedado veraniega o deprimente?

R. Depende de cómo la escribas... ¡Habrá que preguntarle a Yolanda Apache Ramos! 

Sobre la firma

Patricia Gosálvez
Escribe en EL PAÍS desde 2003, donde también ha ejercido como subjefa del Lab de nuevas narrativas y la sección de Sociedad. Actualmente forma parte del equipo de Fin de semana. Es máster de EL PAÍS, estudió Periodismo en la Complutense y cine en la universidad de Glasgow. Ha pasado por medios como Efe o la Cadena Ser.

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