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LA VIUDA VALENCIANA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La femenina ley del deseo

'La viuda valenciana', de Lope de Vega, aúna sensualidad, humor, agudeza satírica y voluntad transgresora

Javier Vallejo
Imagen de 'La viuda valenciana'.
Imagen de 'La viuda valenciana'.MARIANO CIEZA

Una mujer apasionada, como las que solía interpretar Ava Gardner, pero calculadora: Katharine Hepburn la hubiera encarnado de perlas. Leonarda, la viuda determinada a gozar de los placeres conyugales sin volver a casarse, resuelta a meter a un hombre en su cama cada noche sin que nadie lo sepa, es una mujer moderna y libérrima, como debió de haber unas cuantas en ese piélago de contradicciones que fue el Siglo de Oro español. Lope de Vega trató con alguna de ellas. Marta de Nevares, a quien dedicó la edición impresa de La viuda valenciana, tenía cierta semejanza con su protagonista, aunque la descripción que el poeta hace de las pluscuamperfectas facultades artísticas de su amada parece idealizada a todas luces. El Fénix estaba tan coladito por ella como Camilo, coprotagonista de su comedia, lo está por Leonarda.

Poseedora de una buena renta, cauta respecto a las intenciones de los hombres pero fascinada por Camilo a primera vista, Leonarda persuade a tan guapo mozo (a través del criado de ella) de que se deje conducir a su casa con los ojos vendados, para que allí la tome en la más absoluta oscuridad, sin conocer su rostro, su identidad ni sus señas. Así, por el olfato, el oído, el gusto y el tacto pero sin verla nunca, el joven se prenda de ella hasta la locura. Versión invertida y mundana del mito de Eros y Psique —donde es la mujer quien ama sin ver jamás a su amado—, La viuda valenciana aúna sensualidad, humor, agudeza satírica y voluntad transgresora. Lope la escribió mientras cumplía en la capital del Turia pena de destierro del reino de Castilla por publicar libelos mil contra Elena Osorio, su examante, que había entablado relaciones de conveniencia con el sobrino del cardenal Granvela.

Afirma el hispanista Bruce W. Wardropper que la comedia española del XVII está escrita desde el punto de vista femenino. La viuda valenciana, caso paradigmático: está a la altura de las mejores de su tiempo. Borja Rodríguez, autor y director de la versión estrenada recientemente en el Festival de Almagro, la ha aclimatado en los años cincuenta del siglo XX para representarla con un elenco algo más reducido que el original. Traerla a dicha época le permite fundir en uno solo los personajes de la criada y el tío de Leonarda (convertido aquí en la tía Julia) y quitar de en medio a Floro, criado de Camilo, que poco interviene en la acción dramática.

El montaje es atractivo, divertido, elocuente y ágil, aunque cabe resolver más diligentemente las transiciones. Pepa Gracia es una actriz con encanto, que ella hace valer en su papel protagonista. Alfredo Noval le imprime a Camilo temple, tempestad y empuje. Rafa Núñez es un graciosísimo correveidile; Alberto Gómez Taboada y Agustín Otón, dos expresivos galanes bufos. Arantxa Aranguren hace de Julia una confidente con fuerza y carácter. María Cobos le saca fulgor verdadero a su papel episódico.

La viuda valenciana. Texto: Lope de Vega. Dirección: Borja Rodríguez. Festival de Peñíscola, 27 de julio. Teatro Calderón de Motril, 14 de septiembre.

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Sobre la firma

Javier Vallejo
Crítico teatral de EL PAÍS. Escribió sobre artes escénicas en Tentaciones y EP3. Antes fue redactor de 'El Independiente' y 'El Público', donde ejerció la crítica teatral. Es licenciado en Psicología, en Interpretación por la RESAD y premio Paco Rabal de Periodismo Cultural. Ha comisariado para La Casa Encendida el ciclo ‘Mujeres a Pie de Guerra’.

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