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Crítica | Un hombre fiel
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Las veleidades peligrosas

Garrel juega en su conciso metraje con la multiplicación del punto de vista

Louis Garrel y Lily-Rose Depp, en 'Un hombre fiel'.
Louis Garrel y Lily-Rose Depp, en 'Un hombre fiel'.

Louis Garrel, hijo de una de las figuras más indomesticables en la órbita de la Nouvelle Vague, es uno de esos franceses que parecen haber nacido con su propio Antoine Doinel interior. Doinel como un doble portátil –y un ancestro compartido- que quizá determina cada uno de sus pasos creativos y acaso también funcione como insidioso Pepito Grillo cada vez que el pobre incurre en una falta de respeto a la memoria colectiva de esa generación, ya sea al servicio de la falsa nostalgia –Soñadores (2003) de Bernardo Bertolucci- o del desacato de marketing –Mal genio (2017) de Michel Hazanavicius-. En El hombre fiel, su segundo largometraje como director, Garrel se entrega plenamente al armonioso diálogo con esa carga sentimental y cultural, y lo hace colocando Besos robados (1968) en lo más alto de su constelación referencial, pero sorteando los peligros de la mímesis y la vacua mitomanía.

UN HOMBRE FIEL

Dirección: Louis Garrel.

Intérpretes: Louis Garrel, Laetitia Casta, Lily-Rose Depp, Joseph Engel.

Género: comedia. Francia, 2018.

Duración: 75 minutos.

En Un hombre fiel, Louis Garrel es Abel, un tipo que es presentado al espectador, sin más preámbulo, como víctima de una ruptura abrupta, cuando su compañera sentimental le comunica que está embarazada de un amigo de la pareja. Las mudanzas de este contrariado pupas sentimental serán uno de los leitmotivs de este relato que volverá a unir a los dos personajes, elipsis y funeral mediante, algunos años más tarde, sumando a la ecuación a un niño afecto al fantaseo criminal y a la hermana del padre difunto, enamoradísima de Abel desde su infancia. Con la colaboración en el guión del veterano Jean-Claude Carrière, Garrel juega en su conciso metraje con la multiplicación del punto de vista, dando voz a los tres vértices de este triángulo que se mueve con respiración de comedia ligera, sin que por ello se ahoguen o relativicen los punzantes latidos de los males de amor.

Cuando Eve (Lily-Rose Depp) le declara la guerra en plena calle a Marianne (Laetitia Casta), Un hombre fiel muestra otra valiosa carta: si muchos franceses llevan dentro un Antoine Doinel, no es menos cierto que, en el teatro sentimental parisino, parecen seguirse escuchando, aunque suavemente atenuados, los ecos de la novela libertina.

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