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“¡Lo que soy, qué más da, lo importante es cómo puedo ser libre!”

El filósofo Paul B. Preciado recoge sus artículos de ‘Libération’ en un libro donde explica su proceso de tránsito entre sexos

José Ángel Montañés
El filósofo Paul B. Preciado, autor del libro 'Un apartamento en Urano', e Anagrama.
El filósofo Paul B. Preciado, autor del libro 'Un apartamento en Urano', e Anagrama.Lea Crespi

“No soy hombre, mujer, heterosexual, homosexual. Soy un disidente del sistema sexo-género. ¡Lo que soy, qué más da, lo importante es cómo puedo ser libre!”. Así se presenta el filósofo trans Paul B. Preciado (nacido en Burgos hace 49 años, como Beatriz), uno de los comisarios de arte más influyentes y radicales. Preciado, defiende que el sexo es una imposición política que ha convertido su cuerpo en materia de experimentación y publica Un apartamento en Urano. Crónicas del cruce (Anagrama), en el que sueña vivir en ese planeta, donde rige el uranismo, sin géneros ni razas, como lo pensó en 1864 Karl Heinrich Ulrichs, el primero en hablar de “tercer sexo”.

Sus crónicas, escritas en aeropuertos de medio mundo para el diario Libération, están llenas de referencias a la actualidad, trufadas de citas literarias y mitológicas: los EE UU de Trump, el zapatismo de México, el feminismo árabe, la violencia machista o la crisis griega. Pero en ellas, el autor también se desnuda sin pudor para explicar su tránsito durante su reasignación de sexo. “El libro es una crónica del cruce, del viaje personal y de la sociedad llena de fronteras que son una tecnología violenta. Vivimos en un cambio de paradigma solo comparable al del siglo XV con la invención de la imprenta y la colonización. Ahora, Internet, la inteligencia artificial y la robotización han cambiado nuestras vidas y si no nos enfrentamos a ese cambio podemos acabar con el planeta”, explica.

“Me pidieron colaborar en Libération tras mi cese del Macba, donde dirigía los programas públicos. Fue en 2015, tras la polémica por La bestia y el soberano, donde se exponía una escultura de Juan Carlos I sodomizado. Acepté ser comisario en la Documenta de Kassel, me instalé en Atenas y decidí aumentar la dosis de testosterona y entrar en un protocolo de una clínica de Nueva York y cambiar de sexo”.

Su cambio a hombre le ha llevado de “feminista radical a trans anti-identidad, ya que la identidad de género y la raza son un invento del patriarcado colonial desde el siglo XV, que sigue defendiendo el antiguo régimen que piensa de forma binaria. Nuestra tarea no debe ser de identificación, sino de desidentificación frente a las políticas heteropatriarcales, en las que si una mujer no accede a la maternidad es una paria”.

“No tengo nada más que decir que criticar de forma radical todas las identidades”, explica, como buen discípulo de Jacques Derrida. Su viaje le hizo sentirse un “espía” en un mundo de hombres. “La situación de la mujer es peor de lo que imaginaba. El feminismo es más necesario que nunca, pero debe ir más allá de renaturalizar las posiciones normativas hombre-mujer y pedir la abolición de la asignación masculino-femenino de nacimiento y su inscripción en el DNI. A partir de ahí, será un dominó que llevará a una cadena de transformaciones institucionales y a cambiar lo que entendemos como democracia”.

También critica al colectivo LGTB: “¿Cómo puede ser que sus reivindicaciones sean el matrimonio homosexual y la adopción? Llevamos 30 años de deriva. La radicalidad del cuerpo vivo es la única batalla. Hay que inventar técnicas disidentes ante la necropolítica que lleva a la extinción”. Sus artículos le han valido amenazas de grupos de extrema derecha. También que no tenga presencia en las redes sociales. “No es un tema del que me guste hablar para no fomentar las críticas, pero evidencian la contrarrevolución que se ha vivido con personajes y partidos como Trump, Bolsonaro o Vox. Soy el Galileo del género. Espero no acabar en la hoguera como Giordano Bruno”, dice.

Preciado, en una llamada a la desidentidad, también habla de la cuestión nacional catalana. "He dado 50.000 vueltas por el mundo y cada vez que vengo a Cataluña veo que esto está cada día peor, pero si he visto que existe una proceso de crítica al estado-nación muy interesante que se lleva a cabo en grupos reducidos, aunque no es el discurso mayoritario, sino el identitario y el neonacionalista. El debate Catalunya-España me produce un intenso cansancio. Hay que hacer una labor de desidentificación crítica ante el españolismo y el catalanismo y las políticas heteropatriarcales institucionales".

La actividad de Preciado es frenética. La exposición sobre la artista Lorenza Böttner, que se vio en Barcelona, está en itinerancia. Colabora con el Museo de Arte Contemporáneo de Roma, es filósofo asociado del Pompidou y dirige los trabajos del pabellón de Taiwán de la próxima Bienal de Venecia. Pero lo que más le ilusiona es firmar su nuevo libro en Sant Jordi. Aunque, preguntado si volverá a Barcelona, dice: “Esta ciudad no me quiere. Vive una situación cultural problemática”.

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Sobre la firma

José Ángel Montañés
Redactor de Cultura de EL PAÍS en Cataluña, donde hace el seguimiento de los temas de Arte y Patrimonio. Es licenciado en Prehistoria e Historia Antigua y diplomado en Restauración de Bienes Culturales y autor de libros como 'El niño secreto de los Dalí', publicado en 2020.

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