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Brasil celebra a Tarsila do Amaral

La vertiente más popular y social de la artista brasileña llega a São Paulo con su primera gran retrospectiva en el gigante sudamericano

'Abaporu', de Tarsila del Amaral.
'Abaporu', de Tarsila del Amaral.

"Quiero ser la pintora de mi país", decía Tarsila do Amaral (1886-1973). Una buena dosis de cubismo —que aprendió en la célebre Académie Julian parisina en los años veinte del siglo pasado—, mezclada con los colores, las formas y la vegetación de Brasil permitió a la artista alcanzar su objetivo y convertirse en la reina del modernismo brasileño. Sin abandonar la técnica formal europea de los talleres de Fernand Léger, Albert Gleizes y André Lhote, Amaral se volcó en los personajes, temas y narrativas del Brasil más popular. Es esta versión, Tarsila Popular, la que podrá visitar en el Museo de Arte de São Paulo Assis Chateaubriand (MASP) hasta el 23 de junio. Una exposición que hace la mayor retrospectiva de la artista en su país, un año después de que ella se convirtiera en la primera latinoamericana en tener una retrospectiva en el MoMA.

La obra más relevante de la exposición es Abaporu (1928), la icónica figura de pie dilatado y cabeza diminuta, vuelve a São Paulo, la ciudad en la que vio la luz, tras 11 años. La obra —el lienzo brasileño más valorado en el mercado internacional, con un valor en 40 millones de dólares— pertenece al Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba). El "hombre que come carne humana" (el significado literal de la palabra indígena abaporu) es el gran ejemplo de la asimilación del canibalismo que hizo Amaral al adaptar su formación estética europea a la cultura tradicional de su país de origen. Al lado de los cuadros Urutu (1928) y Antropofagia (1929), Abaporu representa en la retrospectiva paulista —compuesta por 120 obras, entre ellas 52 pinturas y 40 dibujos— la esencia de la fase antropofágica de la artista.

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"Esos dibujos eran una parte fundamental de su proceso de creación. Son los bocetos de las líneas que ella usaba después para llenar con los colores de Brasil", cuenta al EL PAÍS Tarsilinha del Amaral, sobrina-nieta de la artista y responsable hoy de la gestión de su obra. Los bocetos de Tarsila inspiraron el Manifiesto Pau Brasil, del poeta Oswald de Andrade, quien fuera su pareja. "La poesía está en los hechos. Las casuchas de color ocre y azafrán en medio del verde de las favelas, bajo el azul cabralino, son hechos estéticos", se lee en el citado Manifiesto. Con ese mismo espíritu, Tarsila pintaba las escenas de Carnaval, las favelas y las ferias al aire libre, además de plasmar la religiosidad nacional —plasmando, por ejemplo, los múltiples altares presentes en las casas brasileñas—, además de las leyendas populares e indígenas. Ejemplo de ello son los cuadros A Cuca (1924), Carnaval em Madureira (1924) u O Batizado de Macunaíma (1956), todos ellos incluidos en la exposición del MASP.

"Tarsila tiene un sesgo popular desde el inicio, en los años 1920, con la búsqueda por una identidad brasileña sin dejar de lado las cuestiones sociales, raciales y de clase. La exposición y el catálogo que la acompaña pretenden promover reflexiones más globales, articulando vida y obra de la artista bajo un punto de vista social y político de la cultura brasileña y del modernismo”, dice Fernando Oliva, uno de los curadores de la retrospectiva. Esta es, subraya, la exposición más amplia sobre todas las fases de la artista. El catálogo, además, trae ensayos inéditos sobre la artista.

"Es un momento muy emocionante: el público podrá ver las obras más importantes de Tarsila con un abordaje que la aproxima aún más de los brasileños", apunta Tarsilinha do Amaral. Uno de esos lienzos inéditos en Brasil es el colorido Un Pescador (1925), que trata un tema recurrente en el imaginario brasileño: un pescador en un lago en medio de un pequeño pueblo con casitas y vegetación típica. La obra —que fue presentada en Moscú en 1931 y fue comprada por el Gobierno ruso— pertenece a una de las primeras fases de la artista, conocida como Pau Brasil y marcada por las pinturas coloridas y de temática típicamente tropical, con la exuberancia de la fauna y de la flora locales al lado de máquinas y raíles, símbolos de la modernidad urbana.

'El Pescador', de Tarsila del Amaral.
'El Pescador', de Tarsila del Amaral.

La exposición de São Paulo propone un viaje por la producción de Tarsila entre 1921 y 1969, pasando también por la fase Social, que deja clara la aproximación de la artista con temas políticos. A principios de 1930, ya separada de Oswald de Andrade y casada con el psiquiatra Osório César, la pintora, empobrecida tras perder la fortuna familiar en la crisis de 1929, tuvo que deshacerse de obras de su colección particular y, así, reunió recursos para viajar a la Unión Soviética y visitó Moscú, Leningrado (hoy San Petesburgo) y Berlín. Cuando volvió a Brasil, fue considerada sospechosa de "actividades subversivas" por haber visitado países comunistas. Esos eventos marcaron su producción de temática social, resultando en pinturas como Obreros (1933) y Segunda Clase (1933), que reflejan las enormes desigualdades sociales y raciales en el seno de la sociedad brasileña. "En realidad, es posible ver ese retrato de las clases menos favorecidas a lo largo de toda la producción Tarsila", dice su sobrina-nieta. La artista que quería ser la pintora de su país no tuvo miedo de enseñarlo, en toda su belleza y tristeza, al mundo.

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