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Moisés Naím aborda el mundo del espionaje en la Venezuela chavista en la novela ‘Dos espías en Caracas’

"Poder escribir sin las anclas de la verificación fue muy liberador", afirma el columnista

Santiago Torrado
Moisés Naím retratado durante el Hay Festival 2019.
Moisés Naím retratado durante el Hay Festival 2019.Daniel Mordzinski

Moisés Naím, reconocido como uno de los más rigurosos analistas de la realidad venezolana, ya había incursionado en el mundo de la televisión como productor de El Comandante, la serie sobre la vida de Hugo Chávez. Ahora se adentra de lleno en la ficción con la novela Dos espías en Caracas, una historia de espías en la Venezuela chavista que presenta en el marco del Hay Festival de Cartagena.

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Pregunta. ¿Por qué consideró necesario echar mano de la ficción para contar la Venezuela de Hugo Chávez?

Respuesta. El libro cubre desde el golpe de Estado fallido de Chávez hasta su fallecimiento en 2013. Ese periodo tuvo dos características. Una, que Chávez fue extraordinariamente propenso a salir en televisión y en radio. Los venezolanos lo veían todos los días. Pero al mismo tiempo de esta narrativa pública, había una serie de situaciones secretas, clandestinas. En las que destaca la influencia de los cubanos, que era muy importante y muy invisible. Yo empecé a seguirla, pero era muy difícil porque son espías. Yo utilizaba para mis análisis de Venezuela el periodismo, la verificación de datos, la corroboración de múltiples fuentes, los datos, las estadísticas…pero a pesar de que eso me daba una visión muy concreta de lo que estaba pasando, sentía que me faltaba una dimensión que estaba ahí pero que yo no podía mostrar desde la no ficción. Entonces decidí que la única manera de contarlo era a través de una novela.

P. ¿Los problemas de Venezuela se pueden rastrear hasta Cuba?

R. Hay que tener mucho cuidado. De la misma manera en que uno no puede desdeñar, negar o ignorar la presencia de La Habana, tampoco puede pensar que son omniscientes, omnipresentes y todopoderosos. Estoy seguro que pasaron mil cosas en Venezuela con las que los cubanos no estaban contentos pero que no pudieron contener. O que tenían planes que pensaban que podían ir de una manera pero el caos venezolano no se los permitió. Chávez le entregó el país a Fidel Castro, pero hay cosas que él hacía porque las sentía necesarias. Esto lo único que rescata es la necesidad de incorporar el rol de los cubanos en la tragedia de Venezuela.

P. ¿La influencia cubana sigue siendo tan fuerte hoy?

R. Sí, absolutamente. No hay que olvidar que Nicolás Maduro básicamente es una ficha cubana. En gran medida él es seleccionado como presidente primero porque no le iba a hacer sombra a Chávez, y segundo porque no es autónomo. Él es básicamente un títere.

P. ¿Por qué le hizo falta recurrir a espías como personajes para contar el chavismo?

R. Esos son dos personajes muy especiales. Ella, una mexicana que llega a Caracas y monta un centro de sanación, de Pilates, de yoga, muy elegante y muy selectivo. Muy exitoso entre la elite gobernante, las familias del chavismo y los nuevos ricos que aparecieron en Venezuela. Al mismo tiempo llega un comerciante dominicano que monta una cadena de tiendas de ropa y accesorios de mujer. De una manera que nadie entiende, las logra vender muy baratas. Empiezan a aparecer esas tiendas en todas partes, especialmente en la cercanía de los centros de poder. Eventualmente la novela va develando que él no es un comerciante dominicano, sino el jefe de los servicios de inteligencia cubanos. Y ella es la jefe de la CIA en Venezuela. Las interacciones entre ellos y la manera como operan sirve para contar la manera como se monta la revolución bolivariana en Venezuela.

P. ¿Fue desafiante dar el salto a la ficción?

R. Poder escribir sin las anclas y las ataduras de la verificación, los datos, el fact checking, fue muy liberador.

P. Usted también ha escrito sobre liderazgo. ¿Por qué Juan Guaidó parece haber conseguido agrupar a una oposición venezolana que en otros momentos lucía tan fragmentada?

R. Primero, porque el régimen lo ha permitido. En Venezuela hay muy buenos líderes de oposición. Yo considero que Leopoldo López sería un gran líder en cualquier parte, y por eso el Gobierno lo ha neutralizado, lo ha encarcelado, lo ha torturado. María Corina Machado, Julio Borges, hay una larga lista de personajes que han sido tenaces en su resistencia a Chávez y Maduro. Y Guaidó es producto de esta nueva generación de líderes, es joven, es una cara nueva, transmite decencia. La gente está harta de violencia, de polarización, de hostigamiento, de robo y de incompetencia. Y Guaidó representa una visión de esperanza.

P. ¿Cuál sería un plazo razonable para convocar elecciones?

R. El mandato que tiene Guaidó no es el de reconstruir a Venezuela. Es convocar a elecciones limpias, transparentes, justas, auditadas internacionalmente con observación internacional lo más pronto posible. ¿Cuándo? No sabemos cuán destruido está el sistema electoral.

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Sobre la firma

Santiago Torrado
Corresponsal de EL PAÍS en Colombia, donde cubre temas de política, posconflicto y la migración venezolana en la región. Periodista de la Universidad Javeriana y becario del Programa Balboa, ha trabajado con AP y AFP. Ha cubierto eventos y elecciones sobre el terreno en México, Brasil, Venezuela, Ecuador y Haití, así como el Mundial de Fútbol 2014.

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