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Así te hemos contado el Concierto de Año Nuevo de la Filarmónica de Viena

El alemán Christian Thielemann ha sido el encargado de dirigirlo este año. El letón Andris Nelsons lo hará en 2020

Christian Thielemann dirige a la Filarmónica de Viena en el Concierto de Año Nuevo.
Christian Thielemann dirige a la Filarmónica de Viena en el Concierto de Año Nuevo.Ronald Zak (AP)

Bajo la batuta del maestro alemán Christian Thielemann, la Orquesta Filarmónica de Viena ha ofrecido esta mañana su tradicional Concierto de Año Nuevo, con una duración de casi dos horas y media. Dirigidos por primera vez por un alemán, excelente en las polcas y con un estilo poco vienés en los valses, se han interpretado célebres piezas de la dinastía Strauss, de Carl Michael Ziehrer y de Josef Hellmesberger Jr., y las tradicionales El Danubio Azul o la Marcha Radetzky. El crítico de EL PAÍS Pablo L. Rodríguez ha analizado aquí en directo el concierto. Al final se ha sabido que el letón Andris Nelsons será el encargado de dirigir a la Filarmónica de Viena en el Concierto de Año Nuevo de 2020.

Una última noticia antes de despedirnos. Como ocurre tradicionalmente, se ha anunciado el director de la edición de 2020, que será el letón Andris Nelsons, según nos informa Pablo L. Rodríguez. Feliz año a todos. 

Con este comentario de nuestro experto Pablo L. Rodríguez despedimos un directo con el que hemos disfrutado y aprendido. Gracias.

Tras la felicitación del nuevo año, llega el vals El bello Danubio azul, de Johann Strauss hijo, que es una especie de himno no oficial de Austria. Thielemann vuelve a recrearse en su visión sinfónica y prusiana de esta música, pero ha sido el mejor vals de toda esta edición del Concierto de Año Nuevo, ya que esta orquesta no puede cambiar su forma de tocar esta obra, que lleva en su ADN. La obra triunfó en París, durante el verano de 1867, en que Johann hijo dirigió una versión memorable de la obra. Y el concierto ha terminado con esa fiesta que es la Marcha Radetzky, la única obra de Johann Strauss padre, en esta edición del Concierto de Año Nuevo, donde Thielemann ha lucido su poder de sugestión con el público, marcando todo tipo de dinámicas, como si fueran parte de la orquesta. Ha sido un placer comentar este concierto. Gracias por su atención y feliz año nuevo.  (Foto: AP, Ronald Zak)

El Concierto de Año Nuevo acaba de terminar con la explosión de la Marcha Radetzky . Gran ovación a Thielemann.   (Foto: AFP, HERBERT NEUBAUER)

Ya suena la Marcha Radetzky con las palmas del público de acompañamiento. Queda inaugurado el año 2019.

Un gesto maravilloso de Thielemann hacer levantar a los músicos de la Filarmónica de Viena. Y llegan las propinas. Se inician con la polca rápida Deprisa y corriendo de la opereta Índigo y los cuarenta ladrones, de Johann Strauss hijo, de 1871. Y Thielemann se lo ha pasado de maravilla dirigiendo este guiño al gran inspirador de la opereta vienesa, que fue Offenbach, y cuyo bicentenario ha brillado por su ausencia en el programa del Concierto de Año Nuevo de esta edición, nos cuenta Pablo L. Rodríguez.   (Foto: AFP, HERBERT NEUBAUER)

Claves del final de la parte oficial del programa, por Pablo L. Rodríguez. Thielemann vuelve a despuntar en las polcas y, en especial, en Elogio de las mujeres, de Johann Strauss hijo. Otra de las composiciones, como el El bello Danubio azul o Vida de artista, relacionadas con ese levantamiento del ánimo que fueron los conciertos del Carnaval de 1867 por la orquesta Strauss en Viena. El nombre está relacionado con el poema de Würde der Frauen, de Schiller y sonó por última vez en 2016 en mano de Mariss Jansons. Y el programa ha terminado con el vals Música de las esferas, de Josef Strauss, que fue el detonante de que la Filarmónica de Viena invitase a Thielemann a dirigir el Concierto de Año Nuevo. Claramente, la obra se inicia con un claro perfume del Tannhäuser, de Wagner. Aquí la música del segundo de los Strauss tiene tanta calidad que permite plantear la obra como un poema sinfónico. Y eso hace Thielemann. Otra cosa es un vals vienés al nivel de lo que dirigieron en los Conciertos de Año Nuevo de 1987 y 1992, Herbert von Karajan y Carlos Kleiber. Por cierto, que el nombre de Música de las esferas alude, una vez más, a ese más allá que Josef Strauss intuía en 1868, a dos años de su muerte. 

El concierto se está acercando a la parte final, pero es bien sabido, como nos recuerda Pablo L. Rodríguez en esta pieza, que en el Concierto de Año Nuevo el programa previsto no concluye el concierto. Siempre hay tres propinas, es decir, composiciones que se añaden al final y fuera de programa. En realidad, la tradición de contar con estas tres propinas la inició Josef Krips, en 1946.  (Foto: AFP, HERBERT NEUBAUER)

Seguimos con los comentarios de Pablo L. Rodríguez. La Marcha egípcia, de Johann Strauss hijo, tuvo su origen en una obra teatral cómica de Anton Bittner titulada Nach Agypten, que es caricatura de la inauguración del Canal de Suez, una construcción de despertó mucho interés en Viena. Acompaña una entrada de guerreros egipcios y, de ahí, ese canturreo de la orquesta en el segundo de sus tríos que realizaban los actores. Es una composición muy habitual en el Concierto de Año Nuevo, pero que no sonada desde 2014 con Barenboim. Le ha seguido otra órbita de Hellmesberger hijo extraída de uno de sus números de ballet de 1905 donde se confirma ese regusto tan prusiano y poco vienés que añade Thielemann a los valses.  (Foto: AFP, HERBERT NEUBAUER)

Otra novedad: el Vals de Eva sobre motivos de la ópera Caballero Pásmán, de Johann Strauss hijo, de 1892. Fue su única ópera y se estrenó en el mismo edificio de la Ringstrasse del que conmemoramos su 150 aniversario. Hay que aclarar que este arreglo de la ópera no es de Johann hijo, sino de su colaborador Josef Schlar, que fue quien seleccionó los fragmentos y los conjugó. La ópera cosechó un sonoro fracaso por disponer de una trama insulsa centrada en un beso extra matrimonial de un rey a la mujer de uno de sus caballeros, Pásmán, cuya esposa Eva canta una aria-vals de la que se toma la mayor parte de la obra. Thielemann ha vuelto a poner por delante las lindezas de su batuta operística frente al arte de decir el vals vienés. Le ha seguido uno de los momentos musicales más brillantes del concierto, la sensacional zarda del ballet del tercer acto de la misma ópera. Y hemos visto la segunda escena de ballet en el exquisito Castillo Grafenegg con la magnífica coreografía Andrey Kaydanovskiy y el vestuario Arthur Arbesser; un soplo de aire fresco en la historia de los ballets del Concieto de Año Nuevo.

La versión de Thielemann ha sido brillante, pero muy lejos de la versión inolvidable que dirigió aquí mismo Carlos Kleiber, en 1989, nos cuenta nuestro especialista Pablo L. Rodríguez.

Suena y se ve ahora la zarda de la ópera Caballero Pásmán, de Johann Strauss hijo, filmada en el Castillo Grafenegg, en la baja Austria, con cuatro parejas en diferentes ubicaciones de este edificio digno de un cuento de hadas. Es la segunda pieza que se apoya en imágenes tras el documental del descanso. 

Nuevamente en las polcas destaca Thielemann, por su ideal manejo de rubato, frente a la exquisita rigidez con que plantea los valses, en donde sujeta demasiado a la Filarmónica de Viena. Deliciosa versión de esta polca francesa Tarde en la ópera, de Eduard Strauss que es novedad en el Concierto de Año Nuevo, nos cuenta Pablo L. Rodríguez.

Seguimos con los comentarios de nuestro experto Pablo L. Rodríguez. Y hemos visto la primera escena pregraba de ballet con coregrafía de Andrey Kaydanovskiy y vestuario de Arthur Arbesser, que han aportado un aire de cierta modernidad, pero sin excesos. El vals Vida de artista, de Johann Strauss hijo, que hemos escuchado, es coetáneo del famoso Danubio azul, y formó parte de las composiciones donde los Strauss trataron de levantar el ánimo vienés, en 1867, ensombrecido tras la derrota en la guerra contras Prusia. El tratamiento de la obra funciona casi como un poema sinfónico y con semejante planteamiento lo ha defendido Thielemann, muy diferente a la versión que dirigió Jansons en 2006. Ha seguido La bayadera, una polca rápida de Johann hijo de su opereta Índigo y los cuarenta ladrones, de 1871. Y aquí Thielemann saca detalles maravillosos. Una exquisita versión de esta obra que sonó por única vez, en 2008, bajo la dirección de Georges Prêtre.  (Foto: AFP, HERBERT NEUBAUER)

Curiosidades y bromas. Durante los años en que Willi Boskovsky dirigió el Concierto de Año Nuevo (1955-1979) adquirió su condición más festiva y divertida. Hoy es habitual incluir algún detalle cómico durante cada edición del Concierto de Año Nuevo, incluso con la colaboración del propio director de orquesta. ¿Y este año? 

¿Qué ha ocurrido en Viena tras el primer descanso? Nuestro musicólogo Pablo L. Rodríguez nos lo analiza. Thielemann abre la segunda parte haciendo gala de su oficio como director operístico. Engarza idealmente cada sección de la obertura de la opereta El barón gitano, de Johann Strauss, uno de sus mayores éxitos en el género que estrenó, en 1885, en el Theater an der Wien. Ideal esa yuxtaposición de lo húngaro y lo vienés, lo rapsódico y lo elegante, la dos mitades de la monarquí austrohúngara. Pero, por desgracia, en manos de Thielemann el vals no termina de elevarse. Suena muy refinado pero sin la magia necesaria. Le ha seguido otra novedad, la polca francesa La bailarina de Josef Strauss, que escribió en 1867 para la inauguración de un teatro de verano en el lujoso barrio de Hietzing. Una obra menor que despareció pronto del repertorio de la orquesta de los Strauss y cayó en el olvido.  (Foto: AFP, HERBERT NEUBAUER)

Tras el descanso, Thielemann ya está de nuevo al frente de la Filarmónica de Viena.  (Foto: AP, Ronald Zak)

Curiosidades con la vista puesta en próximas ediciones de la mano de nuestro especialista Pablo L. Rodríguez.

Aunque conoceremos el nombre del director del Concierto de Año Nuevo de 2020 al final del mismo, lo cierto es que la orquesta invita a cada director con un mínimo de tres años de antelación. Por tanto, en los próximos meses la Filarmónica de Viena invitará, seguramente, al director de la edición de 2023. Por ello, el gran Leonard Bernstein no llegó a dirigir el Concierto de Año Nuevo de 1992; la orquesta lo invitó en 1989, pero falleció en octubre de 1990. El sustituto fue Carlos Kleiber y dirigió una edición inolvidable del Conciero de Año Nuevo. ¿Quén será el director del Concierto de Año Nuevo de 2020? ¿Daniel Barenboim? ¿Mariss Jansons? Lo sabremos al final del concierto. En 2021 será, posiblemente, Philippe Jordan, pues en octubre de 2020 será el nuevo titular musical de Ópera Estatal vienesa y es tradición invitar a cada nuevo titular a dirigir el Concierto de Año Nuevo en su primer año de mandato; ya lo hicieron con Claudio Abbado (1988), Seiji Ozawa (2002) y Franz Welser-Möst (2011). Veremos.  (Foto: AP, Ronald Zak)

Durante el documental de Felix Breisach sobre los 150 años de la Ópera Estatal de Viena, nuestro especialista Pablo L. Rodríguez nos regala un un par de detalles.

"Es estupendo verificar el protagonismo de las mujeres integrantes de la Filarmónica de Viena en esta edición del Concierto de Año Nuevo, un evidente resultado del #MeToo, con presencia entre los concertinos y en los primeros atriles de flauta y fagot, además del arpa. El presidente de la orquesta vienesa, Daniel Froschauer, afirmó el año pasado que le gustaría ver a una mujer dirigiendo el Concierto de Año Nuevo. Eso tardará, pero llegará con el tiempo", asegura. 

(Foto: AP, Ronald Zak)

Sigue Pablo L. Rodríguez. La primera parte ha terminado con la polca rápida Con franqueo extra, de Eduard Strauss. El pequeño de los Strauss suele considerar el menos interesante, pero lo cierto es que destaca especialmente las polcas. Y aquí lo demuestra. Thielemann se muestra muy cómodo en esta música que corre en sus manos como el correo expreso tirado por cuatro caballos que inspiró esta obra en 1888. Una primera parte muy exquisita, pero nos espera lo mejor. Estoy seguro. 

Nuestro experto Pablo L. Rodríguez aprovecha el descanso para ilustrarnos sobre lo que ha ocurrido hasta ahora.  Como pez en el agua, en este caso del Mar del Norte. Thielemann eleva no sólo la introducción, sino también la transición al vals y consigue flexibilizar los valses de Estampas del Mar del Norte, de Johann Strauss hijo. Una obra que escribió durante unas obligadas vacaciones en la isla de Föhr, en el norte de Frisia. Todo funciona con suma exquisitez, pero la magia tarda en llegar y tampoco lo hace en la evocación de la tormenta, donde podría esperarse casi una evocación del Holandés Errante en mano de Thielemann; lo cierto es que la versión de Lorin Maazel en 2005 fue superior. Démosle tiempo.

Se llega al descanso tras el final de la primera parte. Se emite ahora un documental de Felix Breisach titulado Ópera Estatal de Viena, 1869-2019, donde se conmemora el 150 aniversario de la inauguración del famoso edificio neorrenacentista de la Ringstrasse, que tendrá lugar en mayo, según nos cuenta nuestro especialista Pablo L. Rodríguez en esta pieza de claves http://cort.as/-DW7N

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