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Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Del aire pastoral a los mitos sexuales

Los espectáculos en Mónaco ahondan en la explotación de lo mitológico desde ópticas contemporáneas

Una escena de 'Dafnis y Cloé' de Jean Christophe Maillot.
Una escena de 'Dafnis y Cloé' de Jean Christophe Maillot. ALICE BLANGERO

Las sesiones de invierno de los ballets de Montecarlo se han abierto este diciembre con una atrayente cita: En compañía de Nijinski, un programa ideado por el director artístico Jean-Christophe Maillot que propone cuatro coreografías. Dos reposiciones y dos estrenos absolutos. Dafnis y Cloé fue estrenado en 2010 en el Grimaldi Forum con la coreografía de Maillot y los diseños de Pignon-Ernest; sobre estos últimos se siente un poco el paso del tiempo, no así por la coreografía.

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La única superviviente en esta reposición de aquel estreno es la española Anjara Ballesteros en el papel de Cloé, que continúa haciendo el rol de la novela pastoral de Longo con un dominio enorme del gesto y de la intención, una demostración de la persistencia y fragua de las mujeres en escena, de su supremacía y durabilidad sobre los hombres: ellas no solamente maduran mejor, sino que son naturalmente resistentes en la calidad. La acompaña como Dafnis el bailarín palermitano Simone Tribuna, todo un descubrimiento de sus capacidades histriónicas y su calidad de movimiento. Puede especularse con que quizás Longo lo concibió a su imagen y semejanza, pues reúne cierto candor con lo apolíneo y eso apoya un perfil clásico que es el ideal en este caso. La obra se mantiene vital y envolvente, con su aparente sencillez ciertamente neoclásica donde la gran música de las suites 1 y 2 de Maurice Ravel encuentra un reflejo muy poético.

La otra reposición es El espectro de la rosa (2009) de Marco Goecke, siempre en su manera estridente, que consigue transmitir al espectador su nerviosismo, ese ritual espasmódico y sin pausa que no progresa sino que mecaniza la coreografía en un estadio de tensión. A la Invitación a la danza original de Carl Maria Von Weber, Goecke añade Le maître des esprits, piezas musicales bastante ajenas entre sí en tono, intención y estilo; debe destacarse el buen baile de los protagonistas Anissa Bruley y Daniele Delvecchio.

El belga Jeroen Verbruggen estrena Aimai-je un rêve?, especulación intimista sobre La siesta del fauno (Debussy) a través de un dúo masculino bailado por el brasileño Alexis Oliveira como El fauno y el australiano Benjamin Stone como El individuo. Coreografía aún algo confusa pero a la vez intensa en su sexualidad manifiesta y en el sugerente y brumoso ambiente tenebrista que plantea, no exento de referencias al original de los Ballets Rusos de Diaghilev y queriendo ser metáfora abisal del exceso.

La función fue cerrada por el Petrouchka del coreógrafo sueco Johan Inger, que ha tenido mejor fortuna que su fallida anterior creación aquí en Montecarlo, dedicada a Bergman. En Petrouchka Inger sigue bastante a la letra la idea original de Mijail Fokin y Alexandre Benois como libreto. El decorado de Curt Allen Wilmer recrea el retablillo original y los trajes futuristas del valenciano Salvador Mateu Andújar dan el acertado toque de época y centrado en el sofisticado mundo de la alta moda y sus desfiles en un hipotético apogeo a veces atemporal y otras usando los años sesenta. Así aparecen caricaturizados Anna Wintour (Como Anna Winterthur vestida a lo Martin Marghiela) y Karl Lagerfeld (como Sergei Lagerford ataviado a lo Hedi Slimane). No faltan los humorísticos trajes que traen la carga plástica de los Mondrian de Yves Saint Laurent, los Courreges, Cardin y Rabanne. Muy trabajados los personajes y heroico el trabajo de los bailarines, que alternan los caracteres propios de las marionetas con el de blancos e inanimados maniquíes. George Oliveira como Petrouchka, Álvaro Prieto como El Moro y Anna Blackwell como La bailarina merecen un cerrado aplauso y todo elogio.

El papel cohesionador de la música ha jugado a favor de esta velada. La Orquesta Filarmónica de Montecarlo, dirigida por el talentoso Kazuki Yamada, ofertó un sonido rico y muy diferenciado en cada pieza, siempre al servicio de la danza.

El Monaco Dance Forum ofrece además en las mismas fechas una serie de curiosas y excitantes experiencias. La primera, el afamado bailarín indio Aakash Odedra en un recital individual bajo el título Rising, y donde hace su propia y muy virtuosa danza kathak titulada Nritta, para después ofrecer tres coreografías creadas especialmente para él y firmadas por Akram Khan (In the shadow of man); Russell Maliphant (Cut) y Sidi Larbi Cherkaoui (Constellation). Odedra, con su físico menudo y electrizante, hace de su baile vitalista un cosmos seductor y casi un viaje por los ingeniosos juegos de luz y sonido. El público que llenaba el Teatro de Variedades quedó literalmente absorto por esa hipnótica danza en la que la poesía y la plástica se unen en una amalgama muy conseguida de tradiciones ancestrales y modernidad.

El Monaco Dance Forum extiende sus espectáculos tanto en la sala Garnier de la Ópera del casino como en el Grimaldi Forum con Dimitris Papaioannou con su ya consagrado The gread tamer (día 12); la compañía Kukai Dantza (día 13), la Hofesh Shechter Company (día 14) y el Ballet de Biarritz con Noé de su director, Thierry Malandain, los días 15 y 16.

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