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Netflix fusiona ‘El padrino’, Harry Potter y Marvel en su primer tebeo

A 'The magic order' se le ve el plumero, para bien y para mal. Es el asalto de Netflix a las grandes franquicias transmedia

Son apenas 17 viñetas, pero pisan el acelerador del miedo hasta el fondo. Dos magos que flotan en el vacío, sobre la noche de un paisaje urbano. Una pareja que hace silenciosamente el amor. Un niño, el de la pareja, que baja hasta la cocina en estado insomne y toma un cuchillo. El mismo niño que se sube al cuerpo exhausto y a medio dormir de su padre. El mismo niño que apoya el cuchillo sobre la barbilla de su progenitor. El mismo niño que aprieta y, con fuerza descomunal, atraviesa de parte a parte el cráneo paterno. Luego, un par de bocadillos que cuentan el meollo de la historia: “Se acabó”. “Primer mago muerto”.

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Este es el impactante (y efectista) arranque del primer tebeo de Netflix, punta de lanza de un gigantesco plan para plantar cara desde el streaming (de momento) a la todopoderosa Marvel y sus Vengadores. Primer ejemplo de lo que será una colaboración múltiple entre el gigante del streaming, que ya vale más que Disney, y su primer creador transmedia: el guionista escocés de tebeos Mark Millar. Recordemos que hace un año comentábamos, en esta misma sección, el impacto que supondría la noticia de que Netflix adquiría todo el universo creativo de un autor para hacer con él lo que quiera.

Lo que sigue son unas reflexiones a vuela pluma de la lectura de sus dos primeros episodios, dos de seis de la puesta de largo de Netflix en un terreno en el que su máximo rival, Walt Disney, compite consigo misma. ¿Puede el gigante del streaming bascular su inmensa masa de usuarios para tutear a Iron-Man, Spider-Man, Hulk, Thor y cía? Las pistas, a continuación.

Los pecados del ‘hype’

Antes de detenernos a hablar de The magic order, de sus aciertos y errores, del universo que se vislumbra tras sus viñetas y de sus personajes más carismáticos, hay que hablar del hype. Este concepto anglosajón, casi tan universalizado como la voz spoiler, que nombra a esas expectativas infladas a golpe de hashtags, rumores y foros que retroalimentan las esperanzas del aficionado a la cultura pop por tal o cual acontecimiento.

Portada del primer número de 'The magic order', el debut en el tebeo de Netflix.
Portada del primer número de 'The magic order', el debut en el tebeo de Netflix.

El del primer tebeo de Netflix no es, precisamente, asunto menor. Los titulares tenían que acompañar. Y han acompañado. The magic order presentó unas impresionantes ventas de su primer número, más de 140.000 copias; una cifra muy elevada teniendo en cuenta la etapa de contracción y crisis del modelo de negocio por la que pasa la industria del tebeo más poderosa, la estadounidense. Pero diversos medios apuntan a que había gato encerrado.

Bleeding Cool informó de que una de sus fuentes afirmaba que 100.000 de esas copias fueron adquiridas por una empresa de eventos llamada ReedPOP. Siempre según este medio, presionado por la necesidad de confirmar un éxito, Mark Millar habría conseguido que dicha empresa adquiriera tal volumen de tebeos a cambio de figurar como estrella invitada en diversos eventos organizados por la firma a finales de año. Este periódico se puso en contacto con Reed POP y Netflix y en ambos casos no hay comentarios al respecto.

Este supuesto inflado de números encuentra ecos en otras reflexiones del sector de hace un año, cuando se supo que Netflix había decidido comprar el Millarverso. Heidi McDonald, editora del medio especializado en cómic The Beat, realizó un estupendo reportaje de los autores más vendidos. Y llegó a la conclusión de que Millar estaba en la lista, sí, pero su Millarverso, en general, hacía aguas en ventas, con tan solo tres títulos superando los 4.000 ejemplares. De 4.000 a 140.000 hay un gigantesco abismo. El que separa un batacazo de un éxito incontestable. Y Millar y Netflix necesitaban de ese primer éxito incontestable para justificar su matrimonio. A toda costa. Por más que el éxito de los cómics tenga, en realidad, una importancia mucho más relativa en la estrategia global de estas nupcias.

Vendiendo el mundo

Llega el momento de hablar de The magic order, de lo que aguardan en sus dos primeros tebeos de veintitantas páginas. Esto es: un mundo. Un mundo que arranca a toda velocidad, in media res, y dando por sentadas todas las claves de su vasto universo. Es decir, que el lector recién aterrizado se entera de más bien poco, creo que el mayor motivo por el que las críticas del cómic no están siendo positivas.

A mí, sin embargo, me ha gustado este arranque y, entendiendo por dónde quieren ir Millar y Netflix con su universo, era el único que tenía sentido. Hay que pagar un precio, claro está. Y este es el de la falta de foco. The magic order arranca a todo trapo pasando de escena efectista a escena efectista, presentando a un gran número de personajes y planteando un enorme conflicto. En veintipocas páginas, es imposible sostener estos mimbres con toda la profundidad que exige cada uno.

Pero Millar se sale con la suya en lo esencial; esto es: vender el mundo. Su visión fugaz y fragmentaria, de escenas que se encierran a sí mismas con un epatante (y efectista) giro final logran lo más importante para la impresión global del lector; que el mundo en sí mismo resulte atractivo y lleno de posibilidades.

Millar no ha reinventado la rueda en The magic order; pero ha sabido elegir magistralmente los ingredientes clave de su potaje. Para empezar: magia y magos, magia real, de la que puede provocar que un niño mate a su padre; pero también magia ilusoria, como el famoso truco de detener una bala entre los dientes que practica una familia de ilusionistas.

El punto de partida es, evidentemente, Harry Potter; todo el cómic respira ese eco de la obra de Rowling en cómo se entremezcla el mundo real y el de los magos, que actúan a espaldas de la humanidad convencional librando sus guerras secretas. Pero la escala del lienzo es mucho mayor que la de Rowling, pues Millar sabe que tiene que competir con lo mejor de los superhéroes de Disney. De hecho, en este sentido The magic order comparte más con el Sandman de Gaiman que con la saga del mago. Hay un par de hechizos especialmente impresionantes, como la disolución de la realidad que cierra el primer número o el encierro de un mago en una polaroid y posterior muerte estrujando la foto en el segundo número.

El veneciano, el siniestro e icónico asesino de magos de 'The magic order'.
El veneciano, el siniestro e icónico asesino de magos de 'The magic order'.

La estética superheroica es el segundo ingrediente fundamental de este cómic. Millar se esfuerza en darle glamour visual a sus personajes, sobre todo a sus villanos. Esto viene seguramente del objetivo, comentado por el presidente Reed Hastings a este periódico, de tener franquicias con las propiedades jugueteables que tienen la mayoría de películas Disney. Es pertinente recordar que si en su año récord, 2016, Disney superaba los 6.000 millones de euros de ingresos por taquilla, en merchandissing lograba más de 40.000.

El espectacular Veneciano, el asesino de magos, y la sadomaso Madame Albamy, su contratista, son figurillas a la espera de venderse. Ayuda, desde luego, el impresionante tándem que ha fichado Millar para el dibujo: a los lápices, el francés Olivier Coipel, uno de los grandes del presente; y al color, Dave Stewart, leyenda viva del medio que acumula más de una decena de premios Eisner, los Oscar del cómic.

El tercer ingrediente es la violencia; el shock-value, como se estila decir en el mundo anglosajón. Millar es un maestro de aterrar con situaciones repulsivas sin perder por ello el pulso de una historia concebida para el gran público. En The magic order probablemente se pasa de efectista, pero consigue alguna de las escenas más inolvidables en lo terrorífico de su carrera. El asesinato del padre que abre el tebeo es una de ellas. Pero mucho más impactante resulta el arranque del segundo número, en el que el mejor personaje hasta el momento del cómic, la escapista Cornelia Moonstone, que le cuenta a una confusa y amedrentada audiencia infantil cómo se escapó del vientre de su madre mientras esta intentaba practicarse un aborto; con placenta y todo.

El cuarto ingrediente, con el que cerraremos esta reflexión, merece un apartado aparte.

La famiglia

El padrino es una obra maestra por múltiples motivos. Pero probablemente más que por ninguno, por su asombrosa capacidad de hacer verosímil una familia en ficción. En esa mítica boda con la que arranca la primera entrega, con la fotografía quemada en un despiste de iluminación que resulta paradójicamente enriquecedor, se encierra un cosmos de relaciones en el que el espectador se adentra sin apenas hoja de ruta, pero con creciente fascinación.

Portada del segundo número de 'The magic order', estreno de Netflix en el cómic.
Portada del segundo número de 'The magic order', estreno de Netflix en el cómic.

The magic order logra, por el momento, su gran acierto en rescatar esa dimensión familiar de El padrino y aplicarla a su historia. En el primer número asistimos a un funeral, con una icónica imagen que se queda grabada: el quebrar de una varita sobre la tumba del mago muerto. Allí entendemos que la malvada Madame Albamy es la oveja negra familiar de una estirpe muy poderosa: los Moonstone. No entendemos aún por qué quiere matar a sus congéneres, pero sí que la cosa viene de largo.

Más adelante, en ese mismo primer número, sucede la que para mí es la mejor escena de este arranque de la saga. Una conversación aparentemente mundana entre dos hermanos en un supermercado. Millar le da un poso de tragedia al mago renegado, Gabriel, resuelto de manera admirable aprovechando los recursos del cómic. Una vuelta de página y una sugerencia terrible de cómo murió la hija de Gabriel se clava en la mente del lector.

Y en el segundo número, hay una maravillosa reunión en un castillo al que solo puede accederse adentrándose en un lienzo. Allí descubrimos a un personaje fascinante, Edgar Moonstone, obligado a vivir para siempre en los confines de ese cuadro por una maldición. Allí empezamos a entrever también los singulares tira y afloja de esta familia de hechiceros. Y lo oscuro que pinta su porvenir.

Está claro que en seis números, Millar apenas va a poder dar unos retazos de este inmenso universo que ha creado. Pero que el foco no solo esté en las escenas epatantes de magia y violencias desatadas, sino en crear una compleja urdimbre de relaciones familiares da esperanzas a que la serie que expanda este mundo tenga un asiento dramático con posibilidades. De momento, y a pesar de abarcar demasiado, The magic order se postula como un digno rival a la hegemonía marvelita. Y es solo uno de las tres series de tebeos que deberían llegar a las tiendas a lo largo de este año con el sello Millarverso.

Habrá que seguirlos de cerca.

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