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CAFÉ PEREC
Columna
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El mundo según Tucholsky

El escritor berlinés es uno los "siete magníficos" de la literatura alemana del siglo pasado, pero el menos conocido en nuestro país

Enrique Vila-Matas

Este otoño hará 101 años que Kurt Tucholsky conoció a Mary Gerold en un pueblo de Curlandia (Letonia). En una de sus primeras cartas le pidió a la joven de 18 años comprensión para su ansiedad. “No debería considerar mi ritmo demasiado acelerado”, le escribió Tucholsky, nueve años mayor que ella. Tucholsky le habló de todo en los cientos de cartas que le escribió, pero hubo un tema al que dio vueltas con una obsesión casi maniaca: Tucholsky escribía sobre Tucholsky. Y a Mary la trataba siempre de usted y la llamaba "Él", lo que siempre será desconcertante. Por ejemplo, en diciembre del 18, en Berlín, terminada la guerra, Tucholsky le escribió a Mary, que seguía en Curlandia: "Creo que no puedo pasar sin Él". Para colmo, esa declaración de amor quedaba anulada dos líneas más adelante, cuando le decía que pensaba "pasar sin Él", puesto que no podía ofrecerle un hogar digno (una mentira porque como periodista de la República de Weimar tenía unos ingresos respetables).

En junio de 1919 volvía a decirle que quería verla, pero que no la vería. Y un año después, Mary se presentó en Berlín, pero, incluso durante esa estancia "el escritor epistolar maniaco" —como lo llamó Reich-Ranicki— le escribió largas cartas donde le hablaba de un hondo extrañamiento: "Se esconde usted como si viviéramos vidas paralelas…". Mary Gerold regresó rápidamente a Letonia. Y unas semanas después Tucholsky se casó con Else Weil, una amiga de la que nunca le había hablado a "Él".

Cuando cuatro años después, se divorció de Else y se casó con Mary, todo indica que la relación aún fue más torturada. En 1928 se separaron definitivamente y en su carta de despedida, Tucholsky, que había tomado un veneno, le dijo: "Solo he amado una vez en mi vida, a Él". Y si bien esto era cierto, también lo fue que la amó toda su vida sin preguntarle nunca por su trabajo, ni interesarse por ella. Y es que Tucholsky solo escribía sobre Tucholsky. Fue uno de los "siete magníficos" de la literatura alemana del siglo pasado, junto a Kafka, Brecht, Musil, Mann, Döblin y Schnitzler. Pero es el autor menos conocido de los siete en nuestro país. Su historia de amor guarda paralelismos con la atormentada historia de amor de Kafka y Felice Bauer. Por eso siempre me ha hecho reír la extraordinaria inquietud que en 1926 manifestó Tucholsky la primera vez que leyó a Kafka: "¿Pero quién habla ahí? ¿Qué significa todo esto?".

Se ha traducido a Kurt Tucholsky poco entre nosotros. En estos días, un gran admirador de su obra, Fernando Pérez de Laborda traduce Un libro pirenaico, crónica de un viaje de 1925, ya vertida al catalán en la editorial Afers. Pero para leer al lúcido ensayista que satiriza al nacionalismo, a la burocracia y a las convenciones hay que ir a Entre el ayer y el mañana, donde su talento brilla especialmente. O buscarlo entre las firmas de La eternidad de un día (Acantilado), antología del gran periodismo literario alemán hasta el ascenso del III Reich. Cuando terminamos de leerlo, le seguimos oyendo, Tucholsky siempre habla de Tucholsky.

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