Los García, la saga andaluza que revolucionó la ópera
Una biografía rescata la historia de la familia de cantantes de Sevilla que llevó la lírica a Estados Unidos
Una saga andaluza, los García, triunfó en los teatros de la Europa del siglo XIX, llevó la ópera a Estados Unidos, creó la fiebre por los divos de la lírica y revolucionó el sistema de enseñanza del canto. Fue una familia pionera en la música que, sin embargo, cayó en el olvido como tantos destacados personajes españoles. Ahora una biografía rescata el linaje de voces formado por Manuel García, para el que Rossini escribió El barbero de Sevilla, y sus hijos la diva romántica María Malibrán, la compositora Pauline Viardot y Manuel Patricio, inventor del laringoscopio.
Los García. Una familia para el canto, publicado por el Centro de Estudios Andaluces, es el interesante estudio sobre la saga sevillana realizado por el investigador y crítico musical Andrés Moreno Menjíbar. “Manuel García, el cantante, compositor, empresario y maestro de canto sevillano, crea toda una escuela. Es el autor de unos Ejercicios para la voz que aún hoy día son utilizados por profesionales y estudiantes del canto a la hora de resolver cuestiones técnicas concretas”, explica Moreno Menjíbar.
Así lo confirma la cantante Teresa Berganza, una de las madrinas de esta biografía: “La familia García ha estado siempre corriendo por mis venas. Crié mi voz con los ejercicios de Manuel García. Y en estos últimos años he peleado para que no se derribara la casa de Pauline Viardot. Todos eran tremendamente españoles, hasta diría que en aquel momento de su gloria nos pusieron de moda en Nápoles, en Londres o en París. Pero nos olvidamos de ellos demasiado tiempo”, asegura la cantante que grabó en 1996 una selección de canciones compuestas por García.
Un retrato de la gran María Malibrán cuelga del Museo Carnavalet de París. La cantante posa para la posteridad y su nombre aún resuena en las crónicas de la ópera romántica. María tuvo una vida breve, pero novelesca, y sobre ella hicieron películas Sacha Guitry, Guido Brignone, Werner Schoeter o Michel Jakar. Sin olvidar que la mezzosoprano Cecilia Bartoli ha recuperado recientemente su repertorio.
La Malibrán, con su voz de soprano sfogato, fue la gran diva de su tiempo. Debutó en la Ópera de París en Semiramide de Rossini y era tanta su fama que tras las actuaciones el público la seguía fuera del teatro. Se casó muy joven para librarse del yugo de su padre Manuel García, que la obligaba a sesiones interminables de ensayo. De hecho, en una representación de Otelo en la que Manuel García hacía del moro celoso y su hija de la desdichada Desdémona, la escena final del crimen estuvo a punto de suceder de forma real sobre el escenario.
Manuel García (1775-1832) fue quien llevó la ópera por primera vez a Estados Unidos. Era hijo de un zapatero sevillano del barrio del Arenal que llegó a ser el tenor preferido de Rossini al interpretar el papel de Almaviva en El barbero de Sevilla. García resumía el estilo galante, la música de Haydn, la ópera cómica italiana y el lenguaje castizo de la tonadilla. Fascinó en París con su polo Yo que soy contrabandista, que narraba el mito del bandolero andaluz que tanta influencia tendría en la moda pintoresca por lo español. En Londres fundó una Academia de Canto y allí publica sus Exercises and method for singing. Luego llegaría la oportunidad de llevar la ópera a Estados Unidos y México.
A Manuel García lo sucede su hijo Manuel Patricio García, que además de inventar el laringoscopio convierte los Ejercicios para la voz del padre en un sistemático tratado de enseñanza del canto. ”Es el primer sistema de canto fundamentado en una sólida investigación sobre los mecanismos fisiológicos de la producción de la voz. Manuel Patricio pasa por ser el fundador de la Otorrinolaringología moderna”, apunta Moreno Menjíbar.
Y falta Pauline Viardot, la tercera hija de Manuel García. Pauline García se casó con Louis Viardot, director del Théatre Italien de París, y se enamoró del escritor Turguéniev. Fue mezzosoprano y la primera extranjera que cantó el repertorio italiano en Rusia. Pauline estudió piano con Meysenberg y Liszt, y composición con Anton Reicha. Chopin escribió para ella varias composiciones y la autora George Sand, amante del músico, se inspiró en ella para su novela Consuelo, una cantatriz que recorre las cortes europeas. Sin duda, una familia irrepetible.
Babelia
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