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Columna
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Poseer a J. G. Ballard

¿Qué ocurre cuando las posesiones de un escritor acaban, sin querer, en manos ajenas?

Laura Fernández
Ballard en el salón de su casa.
Ballard en el salón de su casa. Getty

El otro día estuve en Londres y conocí a una de las últimas novias de J. G. Ballard, una mujer encantadora, de un humor deliciosamente macabro, miembro de honor, además, de la Lewis Carroll Society. Su nombre es Lindsay, dirige una revista de arqueología, y una vez fue vecina de Douglas Adams y lo que recuerda de él es que era tan alto que, cuando se metía en el coche, la cabeza le tocaba al techo y resultaba “bastante ridículo”.

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De Ballard recuerda que era “un caballero divertidísimo”, y que, durante años, después de la muerte de su mujer y de que sus hijos se fueran de casa, fue incapaz de mover nada de sitio. Que, por ejemplo, tenía un limón sobre la repisa de la chimenea prácticamente momificado. Todo eso se perdió cuando murió, en 2009. Sus hijos vaciaron la casa y la vendieron. La primera familia que se instaló en ella, encontró aun algunas de sus cosas porque Ballard tendía a esconder cosas en sitios. Llamaron a Fay, su hija, quedaron con ella y se las dieron, cuenta Lindsay. No ocurrió lo mismo con la segunda familia que se instaló en la casa. La segunda familia subastó la chimenea sobre la que Ballard había acumulado los muñecos de sus hijos, las fotografías de su mujer, todo tipo de cosas, por Ebay. Lindsay no quiere saber por cuánto. Tampoco qué ha hecho Will Self con su máquina de escribir. A Lindsay no le cae demasiado bien Will Self. Dice que, como escritor, se ha apropiado de Ballard, además de haberse apropiado de su máquina de escribir, que acabó en sus manos no sabe bien por qué, y su hija Fay tampoco.

Courtney Love sí sabe cómo acabó en manos de Isaiah Silva la guitarra —una Martin de 1959— con la que Kurt Cobain tocó en el famosísimo Unplugged in New York. Isaiah estuvo casado con su hija, Frances Bean. La cosa no duró más de un par de años. Ahora, Frances Bean, está casada con otro tipo y tiene un border collie llamado Wolverine. Cuando le regaló a Isaiah la guitarra de su padre creía que lo suyo duraría para siempre. Frances y Courtney llevan dos años intentando que Isaiah les devuelva la guitarra. Isaiah dice que no piensa hacerlo porque la guitarra fue un regalo y los regalos no se devuelven.

Ahora, el tal Silva ha interpuesto una demanda contra Courntey Love, el actor Ross Butler (por 13 razones) y el exmanager de Britney Spears, Sam Lufti, por intentar asesinarlo para recuperarla. Al parecer, Love, Butler y Lufti, entraron en casa de los padres de Isaiah al poco de que la pareja rompiera, en 2016, para hacerse con ella costase lo que costase. Y se aseguraron de haber posteado en nombre del cantante algún que otro mensaje suicida antes, por si acaso ocurría lo impensable. Courtney solo quería recuperar algo que creía que le pertenecía, y que en realidad, le pertenece. Ahora, la cosa está en manos de los tribunales. Como casi todo últimamente. A excepción de la máquina de J. G. Ballard.

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Sobre la firma

Laura Fernández
Laura Fernández es escritora. Su última novela, 'La señora Potter no es exactamente Santa Claus' (Random House), mereció, entre otros, el Ojo Crítico de Narrativa y el Premio Finestres 2021. Es también periodista y crítica literaria y musical, y una apasionada entrevistadora de escritores y analista de series de televisión.

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