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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El jardín de Francisco Ayala

Carolyn Richmond, catedrática emérita de Literatura Española de la City University of New York y viuda del novelista, acaba de recibir el Premio Manuel Alvar de Estudios Humanísticos

Carolyn Richmond, viuda de Francisco Ayala.
Carolyn Richmond, viuda de Francisco Ayala.Gorka Lejarcegi (EL PAÍS)
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A Carolyn Richmond, catedrática emérita de Literatura Española de la City University of New York, le acaban de conceder el Premio Manuel Alvar de Estudios Humanísticos, convocado por la Fundación José Manuel Lara. El libro premiado es a la vez un trabajo de crítica literaria y una carta de amor.

Carolyn Richmond, especialista en Clarín y Gómez de la Serna, se dedicó también durante años a estudiar la narrativa de su marido, el escritor granadino Francisco Ayala. Uno de sus libros preferidos fue El jardín de las delicias (1971), obra con la que Ayala quiso responder al vértigo de la sociedad y a la inestabilidad del mundo contemporáneo. Su labor como pensador político y sociólogo facilitó que la narrativa fuese para él un modo de reflexionar sobre la condición humana dentro de cada circunstancia histórica. A través de fragmentos biográficos, recortes de prensa inventados y evocaciones culturales, tejió un libro renovador, en el que hizo visible la equiparación entre los procesos literarios y la construcción de la realidad. El mundo es una elaboración, una escritura.

Carolyn Richmond se dedicó a estudiar con atención el juego de citas, datos biográficos y referencias culturales de El jardín de las delicias. En los últimos años de su vida, el escritor se sentaba junto a su mujer en la mesa de trabajo, leía sus reflexiones en la pantalla del ordenador y conversaba con ella sobre el sentido de la vida y de las palabras. Poco a poco, el trabajo filológico se convirtió en una carta de amor.

Después de la muerte de Francisco Ayala en 2009, Carolyn guardó en un cajón su trabajo. Pero, pasado el tiempo del duelo, volvió a su libro para que Francisco pudiese sentarse de nuevo junto a ella, recuperando una conversación interrumpida por la muerte. Mandaba el amor. En el prólogo se pregunta: “¿Y cómo dejé que se me escapara de las manos (¡y tan enseguida!) aquel estudio analítico original que había tenido que redactar?” La respuesta podremos encontrarla en Días felices. Aproximaciones a El jardín de las delicias de Francisco Ayala, la obra que ha merecido el Premio Manuel Alvar y que publicará próximamente la Fundación. No se me ocurre mejor manera de recordarnos a todos que en 2019 se cumplen 10 años de la muerte de Ayala, un escritor que por su calidad y su conocimiento de la realidad puede sentarse todavía junto a sus lectores para para conversar con ellos.

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