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El último cineasta ‘punkarra’

El director, poeta y músico francés F. J. Ossang estrena en España '9 dedos' y la Filmoteca Española proyecta su obra completa

F. J.Ossang, en el pasado festival de Locarno donde ganó el premio a mejor dirección.
F. J.Ossang, en el pasado festival de Locarno donde ganó el premio a mejor dirección.Pier Marco Tacca (Getty Images)
Gregorio Belinchón
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A F. J. Ossang le encanta jugar con las apariencias. “Que sea punk, que defienda un ideario punk no quiere decir que no sea educado”, comenta entre risas en su exquisito castellano mientras se atusa el pelo. La charla tiene lugar durante el pasado festival de Sevilla. “A mí me gusta España, me siento cómodo”, asegura. La semana que viene repetirá porque promocionará el estreno el viernes 20 de su última película, el thriller existencialista 9 dedos, con la que ganó el galardón a la mejor dirección del festival de Locarno, y comentará algunas sesiones del ciclo con el que la Filmoteca Española está repasando durante abril su obra completa.

Ossang, nacido como Jacques Plougeaut en París hace 61 años, lleva haciendo cine, su cine, desde 1982. “Vivo una absoluta libertad creativa”. Lo combina con la literatura y la música: corazón de la escena punk francesa con su banda M. K. B (Messagero Killer Boy), ha ido derivando a un “sonido más industrial, parecido al de Cabaret Voltaire”. ¿Sus influencias? “Si te vale, Antonin Artaud, la Internacional Situacionista y William Burroughs”. Si eso no es una declaración de intenciones...

9 dedos es un thriller en blanco y negro que resplandece al haber sido filmado en celuloide. “El blanco y negro es perfecto. El color es una ayuda, pero no es importante. Yo creo que el cine decayó cuando entraron el sonido y el color. ¿Sabes que hace con las historias el blanco y negro? Las desterritorializa, lo que es un regalo para el espectador. Además, imprime valor al vestuario y misterio al decorado. Bueno... y los abarata. Como no tuve inversión de una televisión, pude hacer lo que quise”, remata con una carcajada. El filme se desarrolla en un barco, con gánsteres y personajes enigmáticos, con actores como Pascal Greggory y Gaspard Ulliel. Y muy cine cine. “Yo no soy racista con el digital, creo que es interesante, pero de ahí a erradicar el celuloide, bahh. Cosas de las corporaciones”. Son personajes, tipos duros, de físicos poderosos, reyes de sus silencios, parecen hijos de Jean-Pierre Melville, aunque en versión parlanchina. “La poesía urbana de Melville crea una utopía cinéfila extraordinaria. Fue acusado de manierista, de fascista, y con el tiempo sus modos americanos y su cine mutante han marcado una época. Yo de él admiro hasta su lucha por su independencia manteniendo un estudio propio”. Pero Melville vivió solo para el cine, mientras que Ossang picotea de disciplina en disciplina. “Pasa por mi incapacidad de elegir. Empecé con la narrativa, pasé a la poesía y de ahí salté a la música. Disfruté de la gran explosión punk, del No future. Y luego estudié cine. Con gran sorpresa descubrí que nadie aquellos años metía en las películas las canciones de grupos como Cabaret Voltaire. Yo decidí hacerlo y encima tuve suerte y monté cierto escándalo en 1985 con L’affaire des divisions Morituri. De vez en cuando hay que menear a la sociedad...”.

Energías distintas

El cineasta se reconoce un afortunado. “Sí, no tengo queja, aunque me hubiera gustado vivir la época del cine mudo y rodar una película por semana. En cambio, ahora tenemos rock and roll, y eso es impagable”, apunta. Su esposa, en la distancia, se ríe de él. “Para cada momento se necesitan energías distintas. Y por tanto no puedo renunciar a ninguna de mis pasiones”.

Lo que sí echa de menos Ossang en el cine contemporáneo es algo que él posee: espíritu punk. “Ni siquiera puedes calificarlo de vulgar, que para mí sería un valor. Cuando en 1976 estaba en pelo estallido punk, nos lanzamos al dadá, a la locura, y la música era solo un pretexto. Importaba más la personalidad, el afán de destrucción. Hoy todo es igual, plano. Puede que esté en pleno ataque nostálgico [risas]. Pero es que de los setenta molaban hasta las películas de James Bond. Piensa en Apocalypse Now... tan increíble. Hoy te acercas a las salas y lloras”.

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Sobre la firma

Gregorio Belinchón
Es redactor de la sección de Cultura, especializado en cine. En el diario trabajó antes en Babelia, El Espectador y Tentaciones. Empezó en radios locales de Madrid, y ha colaborado en diversas publicaciones cinematográficas como Cinemanía o Academia. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Relaciones Internacionales.

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