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Blogs / Cultura
El toro, por los cuernos
Por Antonio Lorca
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Una corbata con símbolos taurinos hasta que los toros vuelvan a Cataluña

Juan Manuel Albendea, exdiputado del PP, fue la voz de la tauromaquia en el Congreso

Juan Manuel Albendea, en su despacho familiar, con una corbata con motivos taurinos.
Juan Manuel Albendea, en su despacho familiar, con una corbata con motivos taurinos.
Antonio Lorca

Juan Manuel Albendea (Cabra, Córdoba, 1937), exdiputado del PP, está convencido de que morirá con una corbata taurina al cuello. Se prometió a sí mismo que la llevaría hasta el momento mismo en que los toros volvieran a Cataluña. Y la promesa data del verano de 2010, cuando el Parlament decidió acabar con la fiesta taurina en la Comunidad. Aún no ha vuelto, y hay fundados temores de que no volverá a pesar de la sentencia favorable del Tribunal Constitucional.

Y así sigue y seguirá Albendea con su corbata al cuello (“tengo unas 14 con motivos taurinos”, dice) como un personal y peculiar modo de protesta.

Ha sido la voz de la fiesta de los toros en la Cámara baja durante cinco legislaturas, —desde la VI a la X—, desde marzo de 1996 hasta octubre de 2015. Tras su salida del hemiciclo, la tauromaquia ha vuelto al habitual anonimato entre los representantes de la soberanía ciudadana; pero aquellas solemnes paredes han oído hablar de toros en muchas ocasiones gracias a la constancia, energía y pasión de Albendea.

Bancario, aficionado a los toros (confiesa que a punto estuvo de ser torero), político, monárquico… y profesor de sevillanas de Soraya Saénz de Santamaría.

“El Gobierno cumple la ley taurina, pero con lentitud”

—Un día, cuando la actual vicepresidenta del Gobierno era portavoz del Grupo Popular, me dijo: ‘Te voy a conceder dos cargos, que seas presidente de la Comisión de Cultura y mi profesor de sevillanas’. Una vez se atrevió a bailar conmigo en alguna celebración navideña, pero creo que no llegó a aprender.

En el amplio salón de su casa sevillana, rodeado de libros, carteles, fotos y trofeos taurinos, el exdiputado muestra orgulloso el documento de su vida laboral que certifica que ha cotizado sesenta años y cinco meses a la Seguridad Social, lo que le da derecho a disfrutar de una más que merecida jubilación entre nietos, festejos taurinos y muchos recuerdos.

A los 17 años, comenzó a trabajar como auxiliar administrativo en el Banco Atlántico; poco después, ingresó en el Banco Bilbao, compaginó los estudios de Derecho con la atención a los clientes, y pronto alcanzó altos puestos de responsabilidad. Cuando se jubiló voluntariamente en 1996 era adjunto al presidente Emilio Ybarra, puesto al que accedió tras una larga etapa como director regional del Bilbao en Andalucía.

Juan Manuel Albendea, en un pase de pecho a una becerra.
Juan Manuel Albendea, en un pase de pecho a una becerra.

Y asegura que se marchó de la banca presionado por su vocación política, que le inculcó un hermano de su madre, Jesús Pabón, que fue diputado de la CEDA en la República y director de la Real Academia de la Historia.

A los 59 años, tras un flirteo fallido con el Partido Andalucista, Javier Arenas le tendió una mano para que entrara en las listas al Congreso del Partido Popular por Sevilla, lo que le permitió forjar una intensa y larga carrera parlamentaria en las Comisiones de Economía, Tribunal de Cuentas, Unión Europea, Defensor del pueblo, y, sobre todo, en la de Cultura, de la que fue presidente en los últimos años de su estancia en la Carrera de San Jerónimo.

—“Yo no entré en política para defender los toros, pero he tenido esa suerte”, comenta orgulloso. Sus dos temas predilectos han sido los toros y los presupuestos de la Casa del Rey, que ha defendido ante el pleno, año tras año, dado su apego a la monarquía en la persona de don Juan Carlos, a quien conoció en Madrid en sus tiempos de estudiante, cuando el joven príncipe acudía a la capital para someterse a los exámenes finales antes de sus vacaciones estivales en Estoril.

“La juventud no conoce los toros, y sin nuevos aficionados no hay futuro”

Más de 20 intervenciones plenarias y multitud de preguntas a distintos Gobiernos sobre cuestiones taurinas avalan su trayectoria como aficionado comprometido en el Congreso de los Diputados.

—“Pero la más importante, sin duda, fue la defensa de la ponencia que dio lugar a la ley 18/2013 que regula la tauromaquia como patrimonio cultural, —afirma Albendea—, porque es la primera vez que se obliga al Gobierno y defender y proteger la tauromaquia de acuerdo con el artículo 46 de la Constitución”.

—¿Y es cierto que el Gobierno cumple la ley?

—Creo que sí, pero con lentitud.

—Pero, ¿usted cree que hay algún partido político que de verdad defienda la fiesta de los toros?

—Bueno…, en los programas del PP y PSOE no figura la desaparición de la tauromaquia, pero tampoco defenderla con todas sus fuerzas… esa es la verdad. Sin embargo, en mi partido nadie ha votado nunca en contra de los toros, y, al mismo tiempo, me ha sorprendido la frialdad de los socialistas. Nunca han votado a favor de ninguna propuesta taurina, siempre lo han hecho en contra o se han abstenido con argumentos muy débiles o enmiendas inoportunas para justificar su decisión.

Dice que quedó impresionado la primera vez que fue a los toros a la edad de once o doce años de la mano de su hermano mayor; después, frecuentó Las Ventas junto a uno de sus tíos, y aprendió de los aficionados veteranos en el Club Taurino Madrileño, al que se afilió junto al desaparecido Vicente Zabala cuando ambos eran unos jóvenes incipientes.

Lector empedernido y conocedor profundo de la historia de la tauromaquia, cuenta con una biblioteca de más de mil volúmenes taurinos cuyo futuro desconoce en estos momentos. Ninguno de sus siete hijos ha heredado la afición de su padre, y Albendea estima que los libros serán donados a alguna institución.

Siendo director regional del Banco de Bilbao en Andalucía ejerció como crítico taurino en el diario sevillano El Correo de Andalucía bajo el seudónimo de Gonzalo Argote y, poco después, y con el mismo nombre, escribió de toros en EL PAÍS como corresponsal en la Maestranza.

—He toreado mucho en el campo, y a punto estuve de participar en una novillada sin caballos en un pueblo de Madrid. Tenía entonces la intención de ser torero, y creo que lo hubiera intentado si en ese momento cuento con la ayuda necesaria; quizá, no tenía el valor suficiente, no sé…

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Albendea no es nada optimista sobre el presente y el futuro de la fiesta.

—No; la fiesta es cara y cada vez somos más mayores los aficionados a los toros. Hay que bajar los precios de las entradas y que los medios de comunicación, especialmente la televisión pública, le dediquen la atención que merecen. La juventud no conoce los toros y sin nuevos aficionados no hay futuro. No entiendo por qué todos los informativos están invadidos por el fútbol y no se retransmiten corridas de toros.

—Pero la sociedad…

—Sí, la sociedad moderna no está muy implicada; la veo un poco alejada de la esencia de la ley que considera la tauromaquia como patrimonio cultural. En fin, no creo que los toros desaparezcan, pero si cada vez va menos gente a las plazas…

La sociedad y el Gobierno… Juan Manuel Albendea se queda pensativo cuando se le pregunta si alguna ha hablado de toros con Mariano Rajoy o Soraya Saénz de Santamaría.

—No, no lo recuerdo. Y no parece que ninguno de los dos sea aficionado. Al menos, no se les ve por las plazas.

Lo dicho: el exdiputado, aficionado comprometido y apasionado, está condenado de por vida a lucir una corbata con motivos taurinos. Él lo ha querido…

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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