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Más Cuerda y menos cuerdo

El director de 'Amanece que no es poco' imagina en su nueva comedia, 'Tiempo después', la España miserable de 9177, "mil años arriba, mil años abajo"

Gregorio Belinchón
José Luis Cuerda dirige a Manolo Solo y Estefanía de los Santos en 'Tiempo después'.
José Luis Cuerda dirige a Manolo Solo y Estefanía de los Santos en 'Tiempo después'.Niete
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La cosa no ha mejorado. En realidad, ha ido a peor. El mundo -aunque no se diga, la España- de 9177 "mil años arriba, mil años, que tampoco hay que pillarse los dedos", dice el guion, es un mundo clasista, hostil. Miserable. Al menos, así lo intuye José Luis Cuerda (Albacete, 1947), que para su nueva comedia, Tiempo después, ha imaginado el Edificio Representativo, un lugar en el que viven el Rey, picajoso y cargante, un general de la Guardia Civil con tricornio incluido, un almirante de la Marina argentino, dos barberos, un fraile de la teología de la liberación y un cura fascista, un alcalde con su mujer y su jefa de gabinete, el conserje, "y en general quien tiene trabajo", apunta uno de los actores, Roberto Álamo. Fuera, están los campamentos de los parados, gente engañada por una megafonía que les asegura que viven en el mejor de los mundos posibles. Y de uno de esos poblados, el campamento fetén, sale José María (Álamo), que decidirá vender su limonada casera como sea en el Edificio Representativo. Una historia que podría haber escrito J. G. Ballard si le hubiera dado el tarantantrán característico del manchego, que le ha convertido en genio del humor. O, como aseguran varios integrantes del equipo, "el guion más Cuerda y menos cuerdo de los suyos".

El director de fotografía Pau Esteve mira por la cámara en el vestíbulo del Edificio Representativo. Debajo, un grupo de parados que ha entrado en el lugar al asalto.
El director de fotografía Pau Esteve mira por la cámara en el vestíbulo del Edificio Representativo. Debajo, un grupo de parados que ha entrado en el lugar al asalto.Niete

A la llamada de Cuerda, y de sus productores, Félix Tusell Sánchez (su productora, Estela Films, fundada por su abuelo, ya estuvo detrás de la primera de Cuerda, Pares y nones) y Arturo Valls -que también actúa en la comedia- han acudido 42 actores con ganas de recitar los surrealistas diálogos de un libreto cercano a Amanece que no es poco y Así en el cielo como en la Tierra en su vertiginoso verbo, y en espíritu a Total (1983), mediometraje para televisión de Cuerda que empezaba con un paisaje castellano de campos con muros y parideras, casas de piedra e iglesias románicas y el cartel de "Londres, año 2598, tres días después del fin del mundo". En el reparto, junto a los mencionados, Gabino Diego (como el rey), Miguel Rellán (inmejorable guardia civil), César Sarachu, Blanca Suárez, Carlos Areces, Andreu Buenafuente, Secun de la Rosa, María Ballesteros, Eva Hache, Berto Romero, Antonio de la Torre, Nerea Camacho, Joaquín Reyes, Manolo Solo... "Lo curioso es que más que personajes son conceptos", apunta en un descanso del rodaje Blanca Suárez: "No tienen pasado, funcionan en el encadenado de pequeños sketches. Yo defiendo una jefa de gabinete que en realidad resume el eterno femenino, y con ello ironizamos".

La turba

La película de José Luis Cuerda ha salido adelante por un grupo de cómicos y cineastas que comparten un grupo de WhatsApp llamado La Turba. "Es casi un milagro levantar una producción así", cuenta emocionado Arturo Valls. "Edu Galán [cómico y periodista de Mongolia] fue el primero que me insistió, porque conocía el libreto. Y como yo había coproducido con Félix Tusell Los del túnel se lo dijimos a él. Lo curioso es que Félix conoce desde crío a Cuerda, porque su padre produjo Pares y nones". En el grupo están también Berto Romero, Andreu Buenafuente... "Todos estamos enamorados de esta aventura".

El rodaje en Madrid reconstruye el Edificio Representativo, y lo hace dentro de un lugar conocido como la Corona de Espinas (por el remate de su fachada circular), la sede del Instituto de Patrimonio Cultural de España que además comparte vallas con el Palacio de la Moncloa. Toda una ironía. Dentro, bajo un inmenso lucernario, Areces da vida a un bedel uniformado como en la época franquista, al igual que el teléfono y un expositor de postales. Álamo llega hasta allí a ver si puede entrar, acompañado por un fraile (que encarna Pepe Ocio). Cuerda no se mueve de la silla, y con una segunda toma suele darse por satisfecho. "Nunca he estado en un rodaje tan calmado y que vaya tan rápido"; confiesa Suárez. Como director de fotografía, y sentado en la cámara, Pau Esteve, uno de los grandes actuales. Tusell, el productor, cuenta que han rodeado a Cuerda de un equipo de técnicos jóvenes, que transmiten mucha energía. “Otros rodajes son como echar un polvo, este es más como hacer el amor”, explica Arturo Valls. "Espero por Cuerda que sea un éxito, pero salgo de una reunión ahora y parece increíble que sea tan complicado vender el humor inteligente hoy en día en España".

Llega la parada para comer, momento en el que Cuerda puede hablar sobre su nueva comedia. Está recuperado del ictus y ríe recordando lo que le dijo el médico: "Me soltó que podía rodar hasta una de guerra", sin contar que odia los cromas, algo que necesita en este mundo inventado de Tiempo después. "En el fondo yo manejo siempre los mismos mimbres, y me vale para todo, excepto probablemente para un remake de Marcelino pan y vino", asegura cáustico. El guion lo escribió hace siete años, y no ha sido reescrito. "Si acaso, he tocado cosas en el rodaje. Pero no le he dejado a los actores meter mucha mano. Yo entiendo que ser actor es muy complejo, porque consiste en que otro, el director, te diga que has estado bien una cosa tan jodida como la expresión de un sentimiento. Y a cambio se les recompensa con la fama". Aunque sí cuenta que a Raúl Cimas, con el que está encantado, le ha permitido algunas improvisaciones".

Cuerda ha encontrado un público joven muy fan, como muy pocos cineastas actuales españoles han logrado, gracias a Amanece que no es poco y a su Twitter, ácido y certero. "Con mi película queda clara mi crítica total con estos dos mundos, el de los que trabajan y los parados. Mi humor surrealista... Va, vaya tontería iba a decir. En realidad, como bien sabes, el surrealismo en el cine es imposible. En el momento en que decides dónde pones una cámara, ¿qué mierda de surrealismo es ese? Yo lo practico solo en las improvisaciones". De paso, Cuerda, que cree que los artistas con mayor dominio de la palabra son los poetas, ha incluido poemas de César Vallejo, Antonio Machado "y uno mío, por si cuela". Y sí, hay guiños a Amanece que no es poco: como que alguien cante fandangos de Huelva sin venir a cuento, o que haya un personaje "cojito".

A la derecha, Roberto Álamo, con su carro de limonada.
A la derecha, Roberto Álamo, con su carro de limonada.Niete
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Sobre la firma

Gregorio Belinchón
Es redactor de la sección de Cultura, especializado en cine. En el diario trabajó antes en Babelia, El Espectador y Tentaciones. Empezó en radios locales de Madrid, y ha colaborado en diversas publicaciones cinematográficas como Cinemanía o Academia. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Relaciones Internacionales.

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