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Esther Ferrer da otra vuelta al tiempo y al infinito

El Reina Sofía dedica a la ‘performer’ una exposición para "caminar y experimentar"

'Autorretrato en el tiempo. 1981-2014', de Esther Ferrer, en el Palacio de Velázquez, en Madrid.
'Autorretrato en el tiempo. 1981-2014', de Esther Ferrer, en el Palacio de Velázquez, en Madrid.Claudio Álvarez
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Cuando a Esther Ferrer (San Sebastián, 1937) le pidieron su currículo para una posible exposición en una galería francesa, envió una fotografía de ella desnuda sobre la que pegó un papel que le cubría la parte central del cuerpo. Allí, escrito a mano, podía leerse su vinculación inicial al grupo ZAJ creado por Juan Hidalgo y Walter Marchetti y explicaba algunas de sus actividades: instalaciones, fotografía, objetos, acciones y performances. Para la artista, esa respuesta de 1981 sigue siendo válida en 2017 y así lo demuestra en la exposición Esther Ferrer. Todas las variaciones son válidas, incluida esta, que se muestra hasta el 25 de febrero en el Palacio de Velázquez del parque del Retiro (Madrid), espacio del Reina Sofía.

Con 80 años cumplidos y una energía envidiable, la Premio Velázquez 2014 considera que esta exposición es el hilo de su vida artística. “El arte para mí es el único espacio de libertad que existe y en él me lo he permitido todo”, explica. “Soy yo la única que ha ido decidiendo si algo vale la pena o no. Lo que hago está en función de mis necesidades personales, de mis intereses, de mi mal o buen humor”, añade.

La gran dama de la performance española, como la define Manuel Borja-Villel, director del Centro de Arte Reina Sofía, se ve perfectamente reflejada en la exposición, un mérito que agradece a las comisarías Laurence Rassel y Mar Villaespesa. “Porque si la organizo yo, esto hubiera sido un barullo”.

La artista Esther Ferrer en el Palacio de Velázquez del Retiro.
La artista Esther Ferrer en el Palacio de Velázquez del Retiro.Claudio Álvarez

La parte central de la exposición juega con la idea de un escenario en torno al que se han instalado butacas para los espectadores. Sobre el suelo, una de las dos piezas que la artista ha construido expresamente para la muestra, con nuevos dibujos de su serie Poema de los números primos, un espacio mental en el que ella vuelca sus dudas y fascinación por unos números que solo se pueden dividir por uno o por sí mismos y el número Pi (3,141616...) con sus infinitos decimales. La segunda creación ad hoc es Piano Satie, un instrumento musical ideado a partir de la maqueta construida en 1979.

Piezas más famosas

Hay también obras de sus primeros años, gran parte de las realizadas en los sesenta y setenta. Un monitor proyecta una performance protagonizada por la artista junto a series de fotografías y dibujos pertenecientes a sus piezas más famosas. El paso del tiempo y su fijación por lo infinito predominan en paredes y vitrinas que devuelven primeros planos y desnudos parciales de Esther Ferrer. Hay obras de su etapa con el colectivo ZAJ, de aroma neodadaísta y evidentes referencias al compositor John Cage, una figura determinante en la trayectoria de la artista.

Feminismo para todos

Esther Ferrer siempre ha sido feminista. “Cuando mujeres de mi edad empezamos a dar la batalla, la lucha era en todos los frentes. Algo se consiguió y me tendrían que matar para dar un paso atrás. El feminismo es una lucha constante por la libertad. Liberándonos las mujeres, estamos liberando a los hombres, aunque algunos parece que no saben que ellos también se pueden liberar”.

Mar Villaespesa precisa que no hay orden cronológico en la exposición, sino idas y vueltas sobre los temas más recurrentes. “Es una exposición para caminar y experimentar, un diálogo ininterrumpido en el que Ferrer ha escrito la partitura y nosotras, con la libertad que ella representa, hemos organizado la representación”.

La parte izquierda del escenario está ocupada por obras o acciones cargadas del humor, sexo y feminismo del que Ferrer hace gala las 24 horas del día. Los juguetes educativos (soldados, tanques o aviones de guerra) realizados durante la primera guerra del Golfo, se pueden ver junto a obras más experimentales y que tienen relación son la música y la repetición.

Los visitantes pueden utilizar auriculares y otros objetos para recrear algunas de las acciones más conocidas de Ferrer: Canon para cuatro sillas, una mesa y un ventilador; Un espacio para atravesarlo, Performance para siete sillas, Recorrer un cuadro en todas las formas posibles o Diálogo ininterrumpido. A modo de sorpresa para los visitantes, hay un número indeterminado de colaboradores que sin horarios establecidos irán representando algunas performances como parte de la exposición.

Ferrer reconoce que la entrada en los museos puede restar vida a la performance, “algo muy vivo que no se puede disecar. Nació para alejarse del teatro y ahora se acerca a él con su entrada en espacios como este. Puede que sin querer estemos en un área de conformismo”, reconoce, pero no hay dinero para mantener la independencia fuera de las instituciones. “En los malos tiempos, lo primero que se suprime es el dinero para la cultura, algo que afecta con más ferocidad a las mujeres artistas”.

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