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Las series conquistan la pantalla de los grandes festivales

La proyección de dos episodios de 'La peste' en la sección Oficial fuera de concurso y de 'Vergüenza', en su integridad, en Zabaltegi-Tabakalera confirman el fin de los corsés de los formatos audiovisuales

Gregorio Belinchón
Sergio Castellanos, en 'La peste'.
Sergio Castellanos, en 'La peste'.
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El festival de San Sebastián ha sido el último en subirse al barco de las series de televisión. Pero una vez que ha montado, va a toda máquina. Porque por primera vez un producto audiovisual por capítulos y pensado para la pequeña pantalla compite en una sección de un festival de serie A (los más importantes). En este caso es Vergüenza, de Álvaro Fernández Armero y Juan Cavestany, que participa en Zabaltegi-Tabakalera, un apartado creado el año pasado para dar cabida a trabajos muy distintos, muy eclécticos, que pueden ir, como ocurre en esta ocasión, desde los 250 minutos de la serie española completa a The Square, de Ruben Östlund, la última Palma de Oro de Cannes. Además, hoy se proyectan los dos primeros episodios de La peste, de Alberto Rodríguez, en la sección Oficial del certamen. Con gala y alfombra roja. Eso sí, fuera de concurso.

Desde hace cuatro años, los certámenes de cine han abierto sus salas a las series de televisión. No de forma completa, sino con ciertas restricciones. En Cannes empezaron en 2014 con Li’l Quinquin, de Bruno Dumont. En la pasada edición, se pudieron ver dos capítulos de Top of the Lake, de Jane Campion, y el primer episodio de Twin Peaks, de David Lynch. En la Berlinale este año se creó el Drama Series Day, una jornada especial para este formato. Venecia siempre ha sido más porosa a las modas: allí se han proyectado capítulos de El joven Papa y Olive Kitteridge, y hace un mes se proyectaron episodios de Suburra y Wormwood. Más allá del evento, de servir como reclamo incluso para pasear estrellas, nunca han concursado.

Malena Alterio y Javier Gutiérrez, en una imagen de 'Vergüenza'.
Malena Alterio y Javier Gutiérrez, en una imagen de 'Vergüenza'.

Eso los grandes, que los certámenes medianos han corrido aún más. Dos ejemplos: la semana que viene arranca la 50ª edición del festival de Sitges, donde podrán verse los primeros episodios de la serie española La zona, y desde 2013 el SXSW de Austin (Texas), uno de los más rompedores, tienen sección especializada en series: en 2014, Juan Antonio Bayona presentó allí el piloto de Penny Dreadful, y también se vieron episodios de Silicon Valley o Halt and Catch Fire; en 2015 Mr. Robot ganó el premio del público.

¿Dónde está el límite de su participación? Thierry Frémaux, delegado general del certamen de Cannes, lo tenía claro hace unos días en San Sebastián: "No abriremos todas las puertas a las series. Si mostramos algunas en Cannes es porque sus creadores proceden del cine, usan su lenguaje. Y en el cine conocemos los autores, pero en la televisión, ¿quién es el autor?". José Luis Rebordinos, director del Zinemaldia, apunta: "Ya no se puede hablar de cine, sino de muchos cines. La televisión tiene una gran fuerza y las plataformas están haciendo un cine muy interesante. El audiovisual está en transformación, también en España, y el debate no ha hecho más que empezar".

Los creadores no creen en las fronteras: “Somos parte de una evolución de la ficción televisiva", dice Cavestany, cuya comedia ácida Vergüenza, producida por Movistar Televisión, llegará a los telespectadores en noviembre en Movistar +. "Directores, actores y equipos técnicos que hacían cine ahora también hacen series. Cada vez habrá un porcentaje más significativo de proyectos pensados para otras plataformas, porque hay una irrupción inevitable, significativa y muy reivindicable”, explica Juan Cavestany. Fernández Armero, que sí había trabajado para la pequeña pantalla al contrario que su compañero de escritura y dirección, asegura: "La televisión de hace unos años no estaba preparada como ahora para acoger un trabajo de estas características". Vergüenza se ha rodado del tirón, como una película, al igual que La peste, de Alberto Rodríguez, en la que Movistar Televisión ha invertido 10 millones de euros y que estrenará en diciembre. Necesarios para ilustrar la Sevilla de finales del siglo XVI, que empieza su decadencia con un brote de la epidemia que le da título. Para su director, "un festival tiene que ser un escaparate de películas, pero puede abrirse a otros formatos, priorizando siempre su ADN, claro". El realizador de La isla mínima ya había trabajo en televisión: "Yo he estado a gusto en estos cuatro meses de filmación. Aunque ahora noto los nervios por aparecer en la sección Oficial". Y apunta: "No me importa el soporte y, al contrario de Frémaux, ni el autor. Sí me parece determinante el lenguaje". El impulsor de estas producciones, Domingo Corral, director de Ficción Original de Movistar +, confirma: "Cada vez habrá más series en festivales de cine. La televisión se ha liberado de corsés que no le permitían antes salirse de tres o cuatro cosas". Corral coincide en la reflexión de Rodríguez: "Lo importante es el lenguaje. En tiempos de nuevas plataformas, de cambios de formatos, tengo una pregunta para Frémaux: ¿qué es un cineasta?".

Con información de Rocío García

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Sobre la firma

Gregorio Belinchón
Es redactor de la sección de Cultura, especializado en cine. En el diario trabajó antes en Babelia, El Espectador y Tentaciones. Empezó en radios locales de Madrid, y ha colaborado en diversas publicaciones cinematográficas como Cinemanía o Academia. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Relaciones Internacionales.

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