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Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

‘The Defenders’, más de lo mismo

La reunión de los héroes Marvel de Netflix hereda lo mejor y lo peor de sus antecesoras

Eneko Ruiz Jiménez

Marvel creó al supergrupo de cómic Los Defensores motivado por una idea clara y simple relacionada en el mercado. La editorial quería reunir bajo esta nomenclatura a distintos personajes que, pese a no aguantar las ventas de una serie en solitario, eran relevantes para su universo. Eso fue precisamente lo que les diferenció de no ser otro calco de Los Vengadores. Porque este no era un equipo, ni convivían, ni se llevaban bien. Se juntaban solo para luchar contra el malo de turno. La serie The Defenders (anglicismo totalmente innecesario) en Netflix mantiene aquel espíritu, pero estos no son los héroes de tus padres. Nada del color y diversión del Dr. Extraño, Hulk o Estela Plateada. Aquí los héroes están amargados, viven en las sombras y no tienen amigos.

La producción, al fin y al cabo, simplemente sigue el estilo y estructura de las cuatro que le han antecedido y cuyos personajes reúne: Daredevil, Jessica Jones, Iron Fist y Luke Cage. Todo lo que busca es repetir aquella fórmula de superhéroes callejeros, peleas de pasillo, conflictos morales entre cuatro paredes, seriedad y algún que otro ninja. Copiando también, pese a los reducidos ocho episodios, errores de ritmo y la dilatación de tramas arte del binge-watching. Simplemente hereda lo mejor (las dudas del abogado ciego o la rebeldía de Jones y el resto de mujeres) y peor (ese inaguantable Puño de Hierro, central ahora, al que dan cierto sarcasmo) de sus antecesoras.

La evolución de Los defensores, también en cómic.
La evolución de Los defensores, también en cómic.

Pero los cuatro universos separados tardan demasiado en cruzarse. Y solo cuando lo hacen, el proyecto adquiere sentido. Hasta el tercer episodio no se aprovecha el carisma de sus interacciones y el conflicto que motiva su emisión, ese choque entre personajes que no quieren ni verse y que, ante la falta de un guion fuerte, alegra el día. No buscan salvar el mundo, solo que los dejen en paz.

Pero si el espectador ya ha hecho el esfuerzo de verse las cinco temporadas anteriores (necesarias para entender todas las conexiones y la colección de desdibujados secundarios), podrá esperar un poco más. Ya sabe lo que va a hallar: más de lo mismo. Guantazos, falsa profundidad, algún que otro personaje cautivador, peleas mal rodadas y heroicismo sin mallas ni chistes. Ah, y Sigourney Weaver es matriarca del mal. Solo eso convencerá a muchos.

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Sobre la firma

Eneko Ruiz Jiménez
Se ha pasado años capeando fuegos en el equipo de redes sociales de EL PAÍS y ahora se dedica a hablar de cine, series, cómics y lo que se le ponga por medio desde la sección de Cultura. No sabe montar en bicicleta.

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