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La FIL consagra el “exilio universal” de Norman Manea

El escritor rumano recibe el Premio Internacional de Literatura en Lenguas Romances

Javier Rodríguez Marcos
El escritor rumano Norman Manea habla este sábado en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (México).
El escritor rumano Norman Manea habla este sábado en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (México).José Méndez (EFE)
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¿Dónde están los cubanos? Esa era la pregunta más repetida ayer en la Feria del Libro de Guadalajara. La FIL ha querido festejar sus 30 ediciones con América Latina como invitada especial, pero la muerte de Fidel Castro puso el foco en un solo país: Cuba. Las tres décadas de la cita editorial más importante de la lengua española pasaron a un segundo plano tras la desaparición de un icono de la política que marcó como nadie las letras hispanas del siglo XX. Ayer el protagonista fue un dictador comunista, pero también la víctima de otro dictador comunista: el rumano Norman Manea (Suceava, 1936), galardonado con el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances. No es extraño que su caso evocara el de tantos desterrados del castrismo.

A tono con el galardón, Manea empezó recordando el origen latino del idioma en el que escribe sus novelas pese a vivir en Estados Unidos desde 1986. “Vengo de una región donde vivían personas y libros”, dijo con palabras de su paisano Paul Celan para evocar un territorio, la Bucovina, marcado por el Holocausto: toda su población judía fue deportada durante la Segunda Guerra Mundial. “La mañana del 9 de octubre de 1941”, recordó con precisión el autor de El regreso del húligan (Tusquets), “fui incluido entre los enemigos de la humanidad”. Lo metieron en un vagón de ganado y lo mandaron “al apocalipsis”, un campo de exterminio en el que reinaban “el espanto y el hambre”. Toda una escuela para un niño de cinco años.

Fue su primer destierro. Luego vendría el exilio interior que siguió a su desencanto del “dogma de la felicidad obligatoria” que gobernaba la Rumania de Ceaucescu. Cuando se fue del país, llevaba consigo un escepticismo que le hace desconfiar tanto de los adoradores del partido único como de “los nuevos eslóganes sobre la muerte de la ideología y el comienzo de la armonía universal”. “El destino”, subrayó, “me legitimó como escritor de la actualidad entendida como exilio planetario, algo que viví por etapas en el exilio fascista de mi infancia, después en el exilio interior de la dictadura comunista y, al final, en el exilio global del libre mercado, con la doctrina mercantil de compraventa de cualquier cosa”. Con todo, dijo, “son preferibles la imperfección y la inestabilidad de la libertad que una autocracia perfecta, opaca y glacial”. Por la FIL pasarán 700 escritores. Apenas media docena son cubanos, pero ayer Manea parecía uno de ellos.

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Sobre la firma

Javier Rodríguez Marcos
Es subdirector de Opinión. Fue jefe de sección de 'Babelia', suplemento cultural de EL PAÍS. Antes trabajó en 'ABC'. Licenciado en Filología, es autor de la crónica 'Un torpe en un terremoto' y premio Ojo Crítico de Poesía por el libro 'Frágil'. También comisarió para el Museo Reina Sofía la exposición 'Minimalismos: un signo de los tiempos'.

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