La Alhambra: la joya andaluza del reino nazarí
Nueva entrega de la colección Patrimonio de la Humanidad, de EL PAÍS y National Geographic, que recorre los tesoros de España y Portugal
La ciudad de Granada representa la plenitud del arte del reino nazarí. Sus joyas más preciadas son el palacio del Generalife y, sobre todo, la Alhambra, que domina la ciudad desde la Sabika o Colina roja.
A mediados del siglo XIII, los castellanos avanzaban imparablemente por el territorio andaluz y la dominación islámica en la península ibérica se reducía al reino de Granada, que había sido fundado en 1238 por Muhammad Ibn Nasr, el primer monarca de la dinastía nazarí. Más conocido como Al Ahmar, el Rojo, fue el iniciador de una época de esplendor cuyo mayor símbolo iba a ser una ciudad palatina: la Alhambra (la fortaleza roja, llamada así en honor de su promotor). Los trabajos de su construcción continuarían durante el siglo siguiente y culminarían en una de las más hermosas expresiones de la arquitectura musulmana, síntesis soberbia del arte del jardín islámico. Después de la finalización de la Reconquista y la toma de Granada por parte de los Reyes Católicos en 1492, se iniciaría un periodo de decadencia que provocaría un progresivo abandono del palacio. Hasta el siglo XIX no comenzó su restauración y conservación, que aún mantiene en la actualidad.
El conjunto palaciego está integrado por tres grupos funcionales de edificios: militares —una fortaleza—, palaciegos —el conjunto de palacios que constituían la residencia del sultán, la corte y la sede del gobierno— y civiles —la medina, con sus viviendas, el zoco y la mezquita—.
La alcazaba, la muralla y las torres defensivas son las construcciones más antiguas del complejo, ya que su origen es anterior a la fundación del reino de Granada. La plaza de los Aljibes separa la alcazaba del bloque palaciego. En este, los palacios más famosos y mejor conservados son el de Comares, que albergaba la sede del gobierno y se halla distribuido en torno al patio de la Alberca o de los Arrayanes, y el de los Leones, punto culminante de la arquitectura del conjunto, cuya planta rectangular se halla dispuesta alrededor de un patio porticado. En su centro se encuentra la célebre fuente sostenida por doce leones. En la decoración de los patios y las estancias destacan las bellas composiciones de yesería, y los vistosos y coloridos mosaicos y azulejos.
En la medina, por su parte, la joya arquitectónica la constituía el palacio del Partal, cuyo modelo de diseño era Medina Azahara, la residencia construida por el califa Abderramán III a las afueras de Córdoba. Sin embargo, su estructura experimentó diversas mutaciones y recortes a lo largo del siglo XVI, momento en que decidió edificar en el lugar el palacio de Carlos V, cuyas obras se alargaron a lo largo de las centurias y finalizaron de forma definitiva en el siglo pasado.
Este domingo, nueva entrega de la colección Patrimonio de la Humanidad con EL PAÍS por 9,95.
Babelia
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