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Cosa fina en La Latina

'Atchúusss!!!' es un estupendo minifestival de Chéjov, con reparto en estado de gracia: Malena y Ernesto Alterio, Enric Benavent, Adriana Ozores y Fernando Tejero.

Marcos Ordóñez
Malena Alterio y Fermando Tejero en la obra 'Atchúusss!!!!'.
Malena Alterio y Fermando Tejero en la obra 'Atchúusss!!!!'. Javier Naval

Atchúusss!!! es un espectáculo espumoso y cosido a mano: no sé si Carles Alfaro tiene a José Luis Alonso en su santoral, pero hay un estupendo aire de familia. Y es infrecuente, porque corre riesgos. Riesgos vencidos, lo digo de entrada: la noche del sábado, el madrileño Teatro de La Latina estaba hasta los topes y, por lo que me cuentan, la función está siendo un exitazo. Riesgo uno: estrenar a final de temporada, cuando ya es tradición que la gente se desparrame por terrazas. Riesgo dos: ofrecer Chéjov en un teatro que suele presentar propuestas más ligeras, con la risa como norte. En Atchúusss!!! hay mucha risa, maravillosamente construida, pero a priori el maestro no promete eso. Quizás para salvar ese escollo han recurrido a un título torpón y engañoso, que suena a vodevil barato. A cambio, un gancho verdadero: el espléndido y atractivo reparto integrado por Malena y Ernesto Alterio, Adriana Ozores, Fernando Tejero y Enric Benavent, que comparte con Alfaro la adaptación.

Son piezas, algunas muy populares, de la primera época de Chéjov, cuando todavía usaba el seudónimo de Antosha Chejonte: retratos al minuto de gente humillada o sacudida por pasiones repentinas, observada con agudeza y ternura; pequeños cuadros, cercanos a nuestros sainetes y al “teatro por horas”, que el buen doctor escribía en prensa y se representaban en teatros de variedades, salas provinciales, casinos y cantinas.

Su influencia ha sido incalculable, desde (para citar dos ejemplos a vuelapluma) los Cuentos romanos de Moravia hasta las miniaturas televisivas de Jaime de Armiñán. Carles Alfaro firma también el decorado y la iluminación. Telones rojos, mobiliario de época. Espejos negros, de marco barroco, que dejan traslucir los camerinos de los actores. María Araujo ha diseñado un sugestivo vestuario, entre el clasicismo y las fantasías de Tim Burton. Dimitri (Enric Benavent), el viejo actor de El canto del cisne, despierta, cual es su costumbre, en un teatro vacío, entre brumas alcohólicas, y se encuentra con Nikita (Ernesto Alterio), pianista, apuntador y hombre para todo: ambos serán los maestros de ceremonias del espectáculo, prologando y comentando los episodios.

Son piezas, algunas muy populares, de la primera época, cuando todavía usaba el seudónimo Antosha Chejonte

Benavent es una suerte de clown melancólico, elegante, muy medido: me recordó al añorado Biel Moll. Hacía tiempo que no veía a Alterio en escena y le he reencontrado como un augusto fenomenal, exuberante, casi expresionista, mefistofélico como el zorro de Pinocho: incluso pasándose tiene gracia porque su energía es imparable, y además canta e interpreta al piano con gran soltura las hermosas y juguetonas melodías de Mariano Marín.

La velada arranca a fuego lento y en clave un tanto sombría (riesgo tres) ante un público que probablemente espera un vendaval de risas. Malena Alterio es Irina, una dama del perrito (sin perrito) en La seducida, casada con un marido pánfilo (Fernando Tejero) y cercada por un viejo donjuán (Benavent). Admirablemente montada y servida, no deja de ser una previsible historia de cuernos, salvo por su ambiguo y sutilísimo final. Creo que le vendría bien un recorte. Le sigue La institutriz, un cuento cruel, una ceremonia de sometimiento (con sorpresa final) que acaba helando las carcajadas iniciales: Adriana Ozores borda el rol de ama implacable, muy en la línea de su vesánica composición en Gran Hotel, y Malena conmueve como pajarillo que se aboca a las fauces de la gata y remata el retrato cantando un réquiem ("Nací segunda, nací menor") con preciosa y estremecedora voz.

El espectáculo cambia de tono en la tercera entrega, con ritmo creciente e irresistible. El oso y La petición de mano comparten el asunto de dos parejas imposibles condenadas a entenderse. En El oso, Ozores es la furibunda viuda Popova, Tejero encarna a Luka (criada en el original y aquí ancianísimo mayordomo) y Alterio (muy a lo Gassman, muy a lo Fernán Gómez: o sea, muy mattatore) es Smirnoff, teniente retirado y propietario rural, feroz pero de corazón apasionado y enamoradizo. Una preciosidad de pieza, sostenida de maravilla: cuando vayan a La Latina, miren un momento a su alrededor y verán la felicidad brotada en los rostros del público. Y verán cómo aumenta en La petición de mano, nuevo tour de force donde otro par de opuestos se ven atrapados en una discusión sainetesca que muta en tornado. Tejero es Lomov, el pretendiente nervioso e hipocondriaco. Cambio de tercio para Malena Alterio, que ahora encarna a Natalia, muchacha vivaz, expeditiva, de convicciones berroqueñas. Me recordó muchísimo a Amparo Baró. Y Tejero, a Manuel Alexandre. Han suprimido el personaje de Chuvukov, el padre: muy buena idea, porque la tensión queda concentrada en ellos dos. ¡Qué risa, qué talentos! La función acaba en punta con Una criatura indefensa, ya en clave de farsa enloquecida con aromas de teatro yidish.

Ernesto Alterio, viejo dueño de un banco (talmente el tío Gilito), recibe a una anciana sulfúrica (Ozores) y a su atontolinada pero no menos peligrosa sobrina (Malena), que arman tremendo bochinche ante la impotencia de un cuitado secretario (Tejero). Tras la tempestad, la calma. Dimitri/Benavent nos despide con las cálidas palabras del maestro: "Mi querido público, por favor, dad recuerdos de mi parte al sol caliente y al mar en calma. Disfrutad. Sed felices. No penséis en enfermedades. Escribid a menudo a vuestros amigos. Cada hora es preciosa. Cuidaos y alegraos, y no padezcáis de indigestión ni de mal humor".

Por cierto: se me escapó Los nadadores nocturnos, flamante premio Max, pero he corrido a ver Fortune Cookie, en el Valle-Inclán, porque lleva la firma del mismo equipo: José Manuel Mora y Carlota Ferrer, un autor y una directora a seguir. Una función brillante, con muchas ideas. Y ecos singulares, de Lepage a Mihura. Ya no está en cartel (¡solo 10 días!), pero quiero escribir sobre ella. Y algo me dice que hará gira o va a volver, como vuelve Los nadadores nocturnos el próximo septiembre, en Galileo.

 

Atchúusss! Adaptación de Enric Benavent y Carles Alfaro, sobre textos de Antón Chéjov. Dirección: Carles Alfaro. Reparto: Adriana Ozores, Ernesto Alterio, Malena Alterio, Fernando Tejero y Enric Benavent. Teatro de La Latina, Madrid. Hasta el 26 de julio.

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