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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Pintura propia

Joni Mitchell se reivindica desde sus canciones y su voz, con la mejor afinación folk, la complejidad compositiva y aciertos melódicos

David Trueba
La cantautora Joni Mitchell, en una foto de promoción de 2004.
La cantautora Joni Mitchell, en una foto de promoción de 2004.

Hace unos días saltó la noticia de que la cantante y compositora Joni Mitchell había sido ingresada tras ser encontrada inconsciente en su casa de Los Ángeles. Y en vista del apaciguamiento mediático habrá que darle la razón a los que llevan décadas quejándose de que Mitchell padece un agravio comparativo frente a figuras resplandecientes masculinas de su generación como Neil Young o Bob Dylan. Pero ella misma frenó los gritos de afrenta, no reconociéndose feminista ahora que ese estandarte lo levanta Beyoncé. Pese al escándalo de sus fanes, Joni Mitchell se reivindica desde sus canciones y su voz, con la mejor afinación folk, la complejidad compositiva y aciertos melódicos que han creado una escuela que prosiguió Rickie Lee Jones y ahora podrían encarnar Regina Spektor y algunas superdotadas vocales con gusto.

Para muchos, canciones como The Circle Game, River o la maravillosa balada que dedicó a su ruptura con Leonard Cohen, A Case Of You, justifican una carrera, pese a que no ha entregado disco nuevo desde hace ocho años. Joni Mitchell tiene ahora 71 y padeció de niña la polio. No se conformó con la voz de caricia de Joan Baez, sino que, además de ser la única chica en la música de machos de la maravillosa El último vals, ha sido indómita cuando otros tienden a levantar el pie del pedal de la exigencia creativa logrado el éxito. Roberta Juana, que es su nombre original, es una canadiense californiana, pero a su álbum Blue le salen más admiradores cada década que pasa. Su deriva hacia el jazz la convirtió en un producto difícil de empaquetar y poco a poco fueron condenándola hacia un rincón de prestigio algo datado, un clásico en vida, categoría en la que se permiten pocas alegrías salvo las de las necrológicas.

Hay que reconocer a Dylan y Neil Young la capacidad para hacerse visibles cada temporada, y si el primero ha sacado ahora un disco de repertorio clásico, liberado de lo que pudiera decir de él Frank Sinatra, el segundo salta de grabaciones rasposas a un disco con orquesta y coros que contiene preciosas canciones de amor adolescente nacidas al calor de su nueva relación con Daryl Hannah. Pero la rubia Mitchell pinta con su voz un cuadro propio.

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