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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Ascensor social a la planta sótano

Jordi Casanovas y José Luis Arellano le meten un pellizco social a su ‘Romeo y Julieta’ en los ‘reality shows’

Javier Vallejo

El amor imposible de Romeo y la Juli, protagonistas de un programa de telealienación inspirado en Gandía Shore, cuyos participantes son separados en dos casas (como en Gran Hermano VIP 3), para que compitan por el favor de la audiencia. Hey boy, hey girl, de Jordi Casanovas, función interpretada brillantemente por La Joven Compañía, cuyos actores tienen entre 18 y 25 años de edad, es una relectura de Romeo y Julietadirigida a los telespectadores de clase media baja de una generación contra la cual se urden con éxito enorme programas como el de MTV mencionado.

Hey boy, hey girl

Autor: Jordi Casanovas. Intérpretes: Jesús Lavi, Ana Escriu, Raúl Pulido… Escenografía y vestuario: Silvia de Marta. Dirección artística: David R. Peralto. Dirección: José Luis Arellano. Madrid, Escena Conde Duque. Hasta el 28 de febrero

La trifulca barriobajera que se arma al inicio entre los Mantecas y los KPL, evoca las peleas de Montescos y Capuletos del ballet de Prokofiev y las de Sharks contra Jets, de West Side Story, pero la intervención brechtiana de un cámara de televisión, que manda parar a los contendientes, viene a mostrarnos que aquí no se trata tanto de recrear un conflicto dramático entre familias o entre bandas como de teatralizar de manera crítica un tipo de experimentos sociológicos in vivo, destinados a mantener a un sector amplio de la población distraído de los problemas que le afligen e ignorante de quienes los causan.

A partir de la anécdota de la novela de Mateo Bandello, que inspiró sendas versiones de la tragedia de los amantes veroneses a Shakespeare, Lope de Vega, Rojas Zorrilla y Cristóbal de Rosas (sería bueno que el programa de mano mencionara el nombre de quién es fuente primaria de todos ellos, para no seguir difundiendo la peregrina idea de que la peripecia de Romeo y Julieta es invención del Bardo), Casanovas hace un retrato nada complaciente de esa juventud escasamente formada que se agarra como a un clavo ardiendo a la supuesta oportunidad que le ofrecen programas como Gandía Shore (“la peña vendrá a verme a mí. Las tías harán cola para bailar conmigo”, especula Benvo, primo de Romeo, que trabaja de segurata en una disco), pero señala también, a través de Loren, el Fray Lorenzo de esta versión, que tales productos son un bien afinado instrumento de cosificación de masas.

Los intérpretes tienen todos frescura, pero la impronta cañí genuina del Benvo de Pablo Béjar, recién salido del horno de Pan Bendito, resulta fascinante. También irradian luz la Merche de Ana Cañas y el Floro de Enrique Cervantes, y desencanto el Loren de Alberto Novillo. El muy buen contacto físico entre el elegante Romeo de Alejandro Villazán y la desenvuelta Juli de Sara Sierra, le insufla un plus de crédito a su apasionada relación. En un tris, el texto pasa del lenguaje poligonero al elevado, y el afinado montaje de José Luis Arellano, del costumbrismo y la estampa social, al drama poético bien temperado. El espectáculo, producido con gusto y medios, va como un tiro: contiene dosis generosas de diversión inteligente para el público colegial que llena las matinales del Conde Duque, pero entretiene también y da que pensar al espectador avezado de las funciones de tarde.

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Sobre la firma

Javier Vallejo
Crítico teatral de EL PAÍS. Escribió sobre artes escénicas en Tentaciones y EP3. Antes fue redactor de 'El Independiente' y 'El Público', donde ejerció la crítica teatral. Es licenciado en Psicología, en Interpretación por la RESAD y premio Paco Rabal de Periodismo Cultural. Ha comisariado para La Casa Encendida el ciclo ‘Mujeres a Pie de Guerra’.

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