El cubismo inunda el Metropolitan
El magnate Leonard A. Lauder dona obras de Picasso, Gris, Léger y Braque al museo
Entre los millones de barras de labios, cremas exfoliantes, contornos de ojos y sueros reparadores vendidos durante décadas por Estée Lauder y la impresionante exposición de pintura cubista que el próximo lunes inaugura el Metropolitan Museum of Art de Nueva York hay un hombre: Leonard A. Lauder, de 81 años, millonario y filántropo, hijo de la cofundadora del imperio de productos de belleza. Lauder donó su colección de picassos, braques, légers y grisesal Met en 2013 en un gesto que conmocionó al mundo del arte. Más de un año después, el público podrá acceder a un tesoro único, valorado en unos 1.000 millones de euros, que convierte a la enciclopédica institución neoyorquina en uno de los templos del arte moderno. Como dijo el propio Lauder en la presentación de la colección el lunes, el Met se ha “catapultado” hacia el siglo XXI.
La colección está compuesta por 81 obras (pinturas, dibujos y esculturas) de solo cuatro artistas: los españoles Pablo Picasso y Juan Gris y los franceses George Braque y Fernand Léger. Picasso, con 33 trabajos, gobierna sobre sus colegas. Los expertos coinciden en que la colección que ahora muestra el Met es comparable, si no superior, a la del vecino MoMA, el Hermitage de San Petersburgo o el Pompidou de París. “De golpe, el Met se pone en cabeza del arte de los primeros años del siglo XX. Es una colección única, con la que cualquier responsable de un museo soñaría. Quiero agradecer a Leonard su visión, su espíritu y su compromiso por compartir esto con el público y permitirnos cubrir un enorme hueco”, declaró Thomas P. Campbell, director del Met.
El cubismo nació de la estrecha colaboración y amistad entre Picasso y Braque, pero pronto se convirtió en un movimiento que redefinió los conceptos del arte plástico. La perspectiva tradicional quedó destrozada. El espacio y el tiempo, abolidos. Materiales como el cartón, la cuerda, la madera o trozos de periódicos se incorporaron a las superficies bidimensionales. Aquellos genios pusieron el germen de la abstracción que dominaría el arte occidental 50 años. Ese juego rompedor fascinó a Lauder.
Han sido 40 años de adquisiciones y muchos millones de dólares gastados
“¿Por qué una colección cubista?, me han preguntado muchas veces”, dijo el magnate. “Porque el cubismo es complejo, porque cada obra tiene unas claves que hay que descubrir y porque cada pieza encierra algo que hay que aprender”, explicó. “Quería edificar una gran colección capaz de ser expuesta en un museo. Cada vez que he tenido un cuadro delante de mí, me hacía la misma pregunta: ¿pasará el corte? ¿Y qué quiere decir pasar el corte? Pues me preguntaba si la obra aguantaría expuesta en una gran institución como aguanta La noche estrellada, de Van Gogh, en el MoMA. Y si la respuesta era sí, compraba el cuadro”.
El esfuerzo le llevó 40 años —la primera obra cubista la adquirió en 1976 en una de sus habituales visitas a Sotheby’s— y muchos millones de dólares. No piensa detenerse. Cuando se cerró el acuerdo para la entrega al Met de la colección en abril de 2013, esta constaba de 78 piezas maestras. Ahora, año y medio después, ya son 81 (las últimas adquisiciones son de Picasso, Gris y Léger). “Y no serán las últimas. Mi intención es doblar el número. No será fácil. Ni barato”. El acuerdo incluye la creación de un centro de investigación de arte moderno que lleva el nombre del filántropo y contará, cómo no, con su financiación (22 millones de euros).
La colección está llena de buenos recuerdos. Con la ayuda de la experta en arte Emily Braun, que ha trabajado con Lauder 26 años, el magnate recorrió el mundo en busca de tesoros. “Cuando empecé, el arte cubista estaba disponible a buen precio, nadie lo quería”, recordó en una entrevista con The New York Times. En aquellos tiempos lo que se cotizaba era el impresionismo y el postimpresionismo. Desde la tenacidad, Lauder logró piezas procedentes de las más famosas colecciones, como la de la escritora y poetisa estadounidense Gertrude Stein, el banquero suizo Raoul la Roche o el historiador del arte británico Douglas Cooper.
Cada obra de la colección tiene una historia en sí misma, una aventura. Terraza en el hotel Mistral (1907) o Árboles en L'Estaque (1908), de Braque, formaron parte de la exposición de 1908 en la galería Kahnweiler de París, en la que por primera vez apareció la palabra cubismo. The Fan (L'Independent) (1911) fue uno de los primeros trabajos en los que Picasso introdujo tipografías, en este caso la cabecera de un periódico local francés. Plato de vidrio con fruta (1912), de Braque, fue el primer collage cubista. Cabeza de mujer (1909) fue la primera escultura del movimiento. Braque y Picasso eran inseparables en los primeros años del XX. “Todas las noches yo iba a su estudio o él venía al mío. Cada uno tenía que ver lo que el otro había hecho. Nos criticábamos y un lienzo no se terminaba hasta que los dos creíamos que ya estaba listo”, contó el propio Picasso años más tarde.
La exposición cubista del Met estará abierta hasta el 16 de febrero de 2015. A partir de ella, el museo reformará algunas de sus salas para convertirse en una referencia principal del arte moderno. “Para muchos, el Met es uno de los mejores museos del mundo. Para mí, es el mejor”, proclamó Lauder antes de declarar sus amor por Nueva York. Su madre, Estée Lauder, nació en Queens; sus hijos son neoyorquinos; sus nietos, también. “Aquí empezó todo. Esta ciudad nos dio la bienvenida, nos educó, nos ayudó a ganarnos la vida. Quiero devolverle lo mucho que nos ha dado. Para mí, es el centro del universo”.
Joyas cubistas para el Met
Terraza en el hotel Mistral (1907), de Georges Braque.
Árboles en L'Estaque (1908), de Braque.
Plato de vidrio con fruta (1912), de Braque.
Mujer con libro (1909) , de Pablo Picasso
The Fan (L' Independent) (1911), de Picasso.
Concha de vieira (1912), de Picasso.
Estudiante con periódico (1914), de Picasso.
Cabeza de mujer (1912), de Juan Gris.
Peras y uvas en una mesa (1913), de Gris.
Hombre en el café (1914), de Gris.
Casas bajos los árboles (1913), de Fernand Léger.
El pueblo (1914), de Léger.
Babelia
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