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El dedo en muchas llagas

La reflexión y el activismo son los pilares de la exposición 'Lo que ha de venir ya ha llegado'

'Cómo no ser visto: un educativo jodidamente didáctico' (2013). Vídeo de Hito Steyerl.
'Cómo no ser visto: un educativo jodidamente didáctico' (2013). Vídeo de Hito Steyerl.

Si el activismo testifica la insuficiencia del actual orden político y económico, el pensamiento crítico debe indagar alternativas a una praxis política peligrosamente reducida a administración. Esas dos claves, reflexión y activismo, definen esta muestra, Lo que ha de venir ha llegado: la abre un vídeo de Mathias Poledna sobre la Fundación Feltrinelli y la cierran carteles del 15-M que un vídeo de Cecilia Barriga une a las protestas de Nueva York y Santiago de Chile.

La reflexión se centra en el valor económico y el territorio. Lingotes de compost, iguales a los de las reservas de oro, son la contribución de Claire Pentecost, que también presenta billetes imposibles de intercambiar, por ser únicos, pero que poseen un valor, el de las figuras dibujadas, gentes que vieron en la tierra la fuente decisiva de la riqueza. Stevanos Tsiopoulos, por su parte, ofrece un amplio archivo de formas de intercambio que evitan el dinero.

Le Corbusier y sus propuestas (evocadas por Dionisio González y Alain Tanner) para Chandigarh, la ciudad diseñada para sustituir a Lahore como capital de Punjab, son un aspecto de la reflexión sobre el territorio. También lo es la obra arquitectónica de Philip Johnson: el estadounidense centra las escuetas obras de David Diao y un excelente vídeo de Sarah Morris que compara su Casa de Cristal con la Farnsworth House de Mies van der Rohe. Son trabajos que contrastan afanes y limitaciones del movimiento moderno y quedan enmarcados por los dibujos de Yona Friedman, que unen territorio, cultura, región y ciudad.

Pensamiento y activismo se acercan en la obra de Peter Coffin Micronaciones, naciones conceptuales y estados soberanos independientes de todo el mundo. Banderas, uniformes, monedas y manifiestos llenan el antiguo templo cartujo, mostrando el reiterado afán de hacerse un lugar. Exigencias de minorías étnicas (los mapuches frente a Chile y Argentina) o sociales (okupas de Christiania) y vindicación de espacios olvidados (islotes, plataformas militares abandonadas en el mar) se unen a propuestas conceptuales que ironizan sobre disputas territoriales (la isla de Perejil, por ejemplo) o reivindican valores que olvida el Estado al restringir derechos o sacrificar todo a la eficacia. Otras propuestas unen arte y crítica como las de Yoko Ono (Nutopía) o Zush (Estado Mental Evrugo).

Una de las sombras de la utopía es convertirse en mera huida del mundo. El tema sobrevuela el vídeo de Tellervo Kalleinen y Oliver Kochta-Kalleinen, reportaje y a la vez ficción sobre tres comunidades que desde los setenta viven de modo autosuficiente en zonas rurales de Australia. El respeto de los autores no llega a ocultar los límites de tal opción. De modo análogo, Anna Moreno sugiere que el arte político quizá busque en el museo simplemente refugio y no una plataforma adecuada.

La muestra pone el dedo en muchas llagas. Lo hace también Hito Steyerl al apuntar que hoy, cuando proliferan las imágenes, también aumentan los desaparecidos: unos porque perdieron la identidad (trabajadores sin derechos, presos sin nombre, familias sin hogar), otros porque se ocultan en el anonimato del mercado o andan camuflados en inacabables procesos, buscando la prescripción. Casi una propuesta para una nueva exposición.

Lo que ha de venir ya ha llegado. Centro Andaluz de Arte Contemporáneo. Avenida de los Descubrimientos, s/n, y Américo Vespucio, 2. Isla de la Cartuja. Sevilla. Hasta el 21 de septiembre.

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