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Un grupo para una generación

La banda de Granada celebra el vigésimo aniversario de su primer disco, 'Súper 8', con una minigira por España

El grupo granadino Los Planetas.
El grupo granadino Los Planetas.

El día después de ser derrotado en la carrera por la secretaría general del PSOE, el vizcaíno Eduardo Madina usaba Twitter para despedirse: “Ha sido… un alto honor. Gracias por todo #deviaje”, escribía y, adjuntaba un vídeo de YouTube. Era el de la canción De viaje, incluida dentro de Súper 8,el primer disco del grupo granadino Los Planetas, publicado en 1994, del que en estos días se celebra su vigésimo aniversario.

Es un gusto que comparte con su rival, Pedro Sánchez. En una entrevista el flamante secretario general del PSOE confesaba que la canción que le sube el ánimo es Alegrías del incendio, incluida en La leyenda del espacio, el álbum con el que el grupo paradigma del indie comenzó su viraje al flamenco. Y al parecer la pasión por la banda va más allá de ideologías. En diciembre de 2012, Los Planetas actuaban en una de las naves de Matadero Madrid, como estrellas del Festival Primavera Club. La organización recibió la inesperada noticia de que la entonces princesa Letizia quería asistir al concierto. Acudió con tres guardaespaldas, y sin recibir tratamiento de VIP. No muy lejos de ella se encontraba un futuro responsable de la caravana electoral de Podemos. “Madina ha estado en varios conciertos y he coincidido con él ahí. Conozco su actividad pública, que es muy interesante. Es el único político de los partidos del sistema del 78 que parece que quiere cambiar algo y creo que está llamado a desempeñar un papel fundamental en el cambio: es el que puede evitar un pacto PP / PSOE para que todo siga igual. Sobre la reina solo tengo noticias de medios de información poco fiables. En cualquier caso, me gustaría decirle que, desde su posición de poder, se puede hacer la revolución que Los Planetas llevamos 20 años proponiendo”, decía ayer al respecto Jota, líder de la banda.

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Hay un punto en común entre todos ellos: son españoles de entre 35 y 45 años. Jota nació en 1969 y Florent, el otro fundador que continúa en el grupo, en 1968. Todos son hijos del baby boom de finales de los sesenta, y además de la facción que estudió una carrera universitaria. Ese es el núcleo fundamental del que salen sus fans.

Nunca han parecido interesados en Europa y en Latinoamérica, donde han viajado puntualmente, son un culto que cuenta con exitosos émulos —si la importancia de una banda se mide por el número de imitadores, Los Planetas son, sin duda, de los más importantes—, pero el grupo granadino ejerce un atractivo irresistible entre muchos de los miembros de la generación que ahora parece abocada a dirigir España.

Tienen una trayectoria paralela. Cuando ellos iniciaban sus estudios superiores, Los Planetas comenzaban su andadura, cómo no, en una facultad. Juan Ramón Rodríguez Cervilla, Jota, estudiaba sociología y Florentino Muñoz Lozano, Florent, derecho. Al conocerse comprueban que comparten gustos. “Toda la gente demostró que se puede crear un mercado alternativo al sistema capitalista salvaje establecido, con valores más justos. Por ejemplo, dándole más valor a la transmisión cultural que al dinero” asegura Jota.

Jota, cantante de Los Planetas, en un concierto en La Riviera, en Madrid.
Jota, cantante de Los Planetas, en un concierto en La Riviera, en Madrid.

Otra paradoja, a pesar de su influencia: nunca han sido demasiado vendedores. Según su compañía, Octubre, un subsello propiedad de la multinacional Sony, su álbum más popular, Una semana en el motor de un autobús (1998), ronda las 50.000 copias. Su último disco, Una ópera egipcia, no alcanzó, según esa misma fuente, los 15.000 álbumes. Sus ocho grabaciones de estudio no pasan de las 250.000.

Pese a ello es uno de los grupos más demandados para los directos. Algo que hacen con cuentagotas. Esta noche, en Santiago de Compostela, dará comienzo una minigira que pasará en agosto por Bilbao, el festival Sonorama de Aranda de Duero y por la primera edición de Monafest, en Salobreña, Granada. Siempre en espacios grandes. “Hemos intentado evitar los festivales que se han convertido en una especie de guetos publicitarios de las marcas. Estas no están pagando lo que vale esa publicidad”.

La última grabación de estudio, Una ópera egipcia (2010), confirmó su fascinación por el flamenco precisamente de un grupo paradigma del indie. “Entonces formamos parte de una corriente cultural muy minoritaria que ahora es masiva y que está llamada a ser la mayoritaria muy pronto”, dice con respecto a la etiqueta.

La realidad es que Los Planetas parecen más interesados en sus proyectos paralelos —Los Evangelistas, Grupo de Expertos Sol y Nieve o Los Pilotos—, mucho menos rentables. “En Los Planetas la responsabilidad se multiplica por mil y los ingresos solo por diez. Si tienes en cuenta la responsabilidad no es un proyecto muy rentable. Todas las propuestas en las que trabajo me parecen igual de interesantes. Ahora mismo estamos tratando de reorganizarnos. Por fin hemos salido de nuestro contrato con una multinacional y el momento es completamente distinto. Estamos buscando una fórmula para que nuestro trabajo sea lo más eficaz posible”. Se dedican a reeditar sus antiguos trabajos. Para este Súper 8, la edición especial en vinilo fue de 1.500 copias a 36 euros. Se agotó el mismo día de su lanzamiento. Un mes después se venden por no menos de 55, una revalorización significativa.

Pero quizás lo más asombroso es que pocos grupos han sido tan discutidos. Les han acusado de tocar mal y de plagiar. Nunca han ocultado su afición, casi autodestructiva, por las más variadas sustancias, y Jota fue objeto de burlas desde el inicio de su carrera por su aparente falta de carisma, su escasa voz y su mala dicción.

Pero por encima de eso, Los Planetas tienen algo que les hace únicos y una legión de fans fieles hasta el infinito. Sus letanías musicales y sus letras emocionan de forma inequívoca. Es difícil definir un intangible, aunque el escritor y dueño de la editorial Periférica Julián Rodríguez se aventura a hacerlo. “Italo Calvino decía que un clásico es aquel cuya obra genera un incesante polvillo de discursos críticos pero una y otra vez sabe sacudírselos de encima. También sucede esto con Los Planetas: podemos decir y decir sobre ellos, pero sus canciones, con esa suerte de autonomía que alcanzan las grandes obras (y no estoy exagerando) respecto a sus propios autores, han ido desprendiéndose siempre de las teorías y críticas que las asaltaban, positivas o no, para ir desarrollándose en un espacio aparte, en un territorio sólo suyo. Y lo han hecho muchas veces con un aparente tono menor: precisamente el de aquellos clásicos que nos hablan al oído, susurrando de algo que siempre habíamos sabido, o creído saber, pero del que ahora somos conscientes de que nadie lo había dicho antes de ese modo”.

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