Superhéroes de barrio
Se echa de menos a Matthew Vaughn, que demostró con la primera parte su gamberra fortaleza
Cuando se estrenó la primera entrega de Kick-ass, su efervescente espíritu se asentaba sobre tres cimientos: la sensación de cadencia de viñeta que generaba la pantalla gracias a puesta en escena, montaje y diseño gráfico; el espíritu cómico proveniente del reciclaje de situaciones clásicas de los superhéroes, expuestas en versión cafre, y la consiguiente desmitificación de algunas de sus hermanas mayores, las superproducciones de enmascarados, a las que se le veían las costuras y la grandilocuencia por culpa de su sanísima coña. En la segunda entrega, Kick-ass 2: con un par,han desaparecido parte de esas tres gran virtudes, y aun así sigue siendo eficaz en su engranaje general.
KICK-ASS 2: CON UN PAR
Dirección: Jeff Wadlow.
Intérpretes: Chloë Grace Moretz, Aaron Taylor-Johnson, Jim Carrey, Christopher Mintz-Plasse.
Género: comedia. EE UU, 2013.
Duración: 106 minutos.
Por desgracia, la desternillante presentación de personajes de la primera de la serie, que duraba más de media hora, ha dejado paso en esta a la acción casi desde el inicio. Algo obvio en materia estructural que, sin embargo, provoca que dé la impresión de que esta segunda se toma demasiado en serio a sí misma, sobre todo en ese instante en el que la cría suelta: “Esto no es una novela gráfica, es la vida real, y va a haber muertos de verdad”. Y aunque Jeff Wadlow, el nuevo director, demuestre poderío en la acción y pulso para enmarcar el conjunto en una bonita reflexión sobre el heroísmo ciudadano, se echa de menos a Matthew Vaughn, que no solo demostró con aquella su gamberra fortaleza sino que además supo expandirla a su siguiente película, X-Men: primera generación, sin caer en la tentación de la hipertrofia.