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Aristófanes, Eurípides y el origen de las guerras literarias

El Festival de Mérida abre la programación a la comedia con 'Las tesmoforias', una disparatada propuesta llena de 'locazas'

Un momento de 'Las Tesmoforias'.
Un momento de 'Las Tesmoforias'.Jero Morales

Las Tesmoforias es una de las comedias más blancas y brillantes de la segunda etapa de la gran producción teatral de Aristófanes, de la que se dice que no ha sido llevada a escena en la era contemporánea, hasta que el pasado miércoles se estrenara entre risotadas y algarabías, en el teatro romano. Ello supone que el Festival de Mérida, en su 59 edición, abre la programación a la comedia, género que cerrará la muestra la semana que viene con Los gemelos de Plauto, después de que los espectadores se hayan entregado durante seis semanas a importantes tragedias y dramones.

La obra, que ha llevado a escena el director Esteve Ferrer, especialista en hacer reír al público y buen conocedor de este singular espacio emeritense, encierra algo mucho más profundo, y al tiempo superficial, como era la inquina que se tenían Aristófanes, el rey de la comedia y Eurípides, el rey de la tragedia: “No es una comedia política, pero sí es un gran ejercicio de guerra literaria con el que era su mayor enemigo intelectual, Eurípides”, señala el director de esta producción en la que Aristófanes cierto es que ridiculiza a su colega, como ya lo hizo en su obra Las ranas, pero aquí Esteve Ferrer ha tomado claramente partido y lo que ya era un texto claramente inclinado al desternille, aquí lo ha escorado al disparate, a la astracanada, al despiporre y a la mariconada, dicho esto en el mejor y más divertido sentido del término.

La cuestión es que en esta obra, clarificada por la versión del siempre eficaz dramaturgo Juan Copete, el director también ha realizado una dramaturgia en la que ha jugado hasta el límite y dentro de los tradicionales subgéneros de la comedia, entre los que podemos encontrar de enredos y de capa y espada, entre otros, es como si hubiera ha añadido uno: el de la comedia gay, para darle a todo un plumerío que encaja bien con la propuesta aristofánica. Ha contado con unos cómplices imprescindibles, un buen puñado de actores (hombres y mujeres) entre los que se encuentran Pablo Viña, Ana Trinidad, Marta Calvó, Fermín Nuñez, José Luis Martínez, Jesús Martín (que aborda ocho papeles) y otros muchos, incluido Albe Acedo, conocido en Extremadura como técnico del mundo escénico, y aquí incorporado como actor a última hora, para llevar transformado en la enfermera Sofía, la silla de ruedas de la actriz Ana Trinidad que a tres días del estreno se fastidió una pierna al bajarse de la mula que la transportaba y no ha renunciado a hacer su importante y brillante papel. Porque eso sí, por el escenario desfilan una mula, dos burros, una gallinas y diez palomas mensajeras.

Ferrer y Copete han conseguido que Las tesmoforias sea lo que fue en su origen, una comedia antigua, como se denominaban en la época griega a estas bromas con argumento en las que algunos distinguidos ciudadanos sufrían chanzas, incluso crueles, de las que no se libraban ni los dioses, que eran tratados de manera irreverente, y donde todo quedaba envuelto en chistes y bromas ya que la comedia antigua era un totum revolotum en el que las bufonadas marcaban, con mofa, befa y retranca, la vida literaria, religiosa, social, cultural, política...

Este montaje, que estará hasta el día 18, ha reunido a dos compañías extremeñas, Samarkanda Teatro y Triclinium Teatro, que en coproducción con el Festival de Mérida, abordan “una fiesta y un disparate que recoge la esencia del teatro de Aristófanes, en el que la realidad política y la actualidad se convierten en comedia”, explica el director.

Las Tesmoforias eran unas fiestas muy populares en la antigua Grecia y en ellas las mujeres se reunían para hablar de sus cosas fuera del hogar; pero sólo las casadas, nada de solteras ni hombres. Aristófanes reproduce sin piedad, ni para Eurípides ni para ellas, una de esas reuniones en la que se ha colado, vestida de mujer, el suegro de Eurípides, para evitar que estas atenienses conspiren contra su yerno, hartas de que en sus tragedias siempre las trate de locas, asesinas, ninfómanas y suicidas. Quieren hacerle pagar sus injurias y Eurípides, aterrorizado, va a buscar ayuda a la casa del afeminado poeta Agatón, toda una locaza, pero la cosa se lía. Y mucho.

“La estructura de la obra no solo permite realizar una función de alto contenido en comicidad, sino también trabajar en su dramaturgia, hacer un gran espectáculo que a su vez presente el porqué de esa guerra feroz que libraban los dos autores”, señala Ferrer de esta inquina entre Aristófanes y Eurípides, binomio que quizá inauguró las guerras literarias que desde entonces existen entre escritores rivales, donde encontramos otras populares parejas como Lope de Vega y Cervantes, Góngora y Quevedo, Vargas Llosa y García Márquez, Camilo José Cela y Antonio Muñoz Molina, Juan Marsé y Baltasar Porcel y tantos otros.

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