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José Mármol: “Se ha cerrado la noche como un puño en ofensa”

Con Lenguaje de mar, el poeta dominicano obtuvo el XII Premio Casa de América de Poesía Americana. Fusión de sentidos y estética

Obra de William Turner.
Obra de William Turner.

FOGATA

Con qué podrá el agua saciar su eterna sed.

Sobre qué piel nerviosa, cuál comisura fresca

podrá sentir un beso,

la presencia inadvertida de otro beso pasajero.

Hay torrentes que no aquietan en ningún estuario.

Hay lados sin reverso, acasos sin por qué, penas sin gloria.

Ruinas que no saben cuándo el tiempo ha de volver.

Con qué podrá el fuego quemar tantos incendios.

Imagen y pensamiento imbricados. Despertar de alguna evocación extraviada en el lector e imaginación sobre un futuro avistado. Eso es este poema, ejemplo del mundo convocado en Lenguaje de mar (Visor) con el cual el poeta dominicano José Mármol obtuvo el XII Premio Casa de América de Poesía Americana en mayo pasado y que se acaba de editar. Una distinción que, en palabras del jurado, se debe a “la madurez lírica de un poeta que aborda el tradicional tema del mar con voz propia. Los paisajes marinos permiten una meditación interior siguiendo los retos planteados por poetas como Pedro Salinas, Rafael Alberti y Juan Ramón Jiménez”.

Nacido en Santo Domingo, en 1960, Mármol es poeta y ensayista y entre sus libros figuran El ojo del arúspice (1984), Encuentro con las mismas otredades I (1985), Encuentro con las mismas otredades II (1989). Otros de sus poemairos que han obtenido premios son La invención del día , por el que obtuvo el Premio Nacional de Poesía en 1987; y Lengua de paraíso, Premio de Poesía Pedro Henríquez Ureña 1992.

Los siguientes son algunos de los poemas del premio Casa de América donde confluyen los diferentes estadios de la vida y la naturaleza perfumada de mar. De horizonte poblado con el rumor de las palabras que crean luz sobre la oscuridad, y hacen ver las sombras que da la luz:

NATURALEZA VIVA

Se ha cerrado la noche como un puño en ofensa.

La luz ha renunciado a su afán de caminar.

La pena hace mutis y se arrulla en desconsuelo.

No hay un globo que gire, una canción que suene,

una ola que se quede en la orilla a descansar.

Si se detuviera el mar, si se quedara quieto,

como se aleja en la tormenta la luz de los destinos.

Pero, no reposa, nunca descansa el mar.

HORIZONTE

La percepción habita más allá de la mirada.

A veces, la huella de una estrella fugaz.

A veces, el relincho de un caballo de mar.

La percepción espera, sigilosa, el pensamiento;

el asomo del filo de lo táctil; el volumen, el tono,

la forma insospechada de lo que será.

La percepción espera el reposo de lo quieto.

Vegeta en lo blando del silencio su morada.

La percepción se abre el anvés y el revés.

A la ruta siguiente del alba y el ocaso.

Más allá de las cimas y del horizonte.

Más allá de lo alto y lo profundo.

Más allá de más allá,

la percepción empieza a trillar su desvarío.

* Lenguaje del mar. José Mármol. Editorial Visor.

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