La Agencia de la Energía apunta al fin del reinado de los combustibles fósiles y al inicio de la “era de la electricidad”
La AIE pronostica un avance sin precedentes de las renovables y una caída de los precios del petróleo y el gas esta década. La demanda fósil tocará techo en 2030, pero los expertos advierten de que hay que endurecer más las políticas climáticas
La Agencia Internacional de la Energía (AIE) pronostica que la demanda de petróleo, gas y carbón, los principales responsables del cambio climático que está golpeando a la humanidad, tocará techo a finales de esta década, mientras se avecina un periodo de precios bajos debido al exceso de producción. Paralelamente, los analistas de esta agencia prevén que antes de 2030 se logrará que la mitad del consumo de la electricidad mundial se cubra con fuentes de bajas emisiones (mayoritariamente renovables, aunque también otras tecnologías como la nuclear) gracias al “ritmo sin precedentes” en el que se están desplegando la solar y la eólica en el mundo. Así se recoge en el informe anual Perspectiva Energética Mundial 2024, que la AIE publica este miércoles.
“En la historia de la energía, hemos sido testigos de la era del carbón y la era del petróleo, y ahora nos estamos moviendo a gran velocidad hacia la era de la electricidad, que definirá el sistema energético mundial en el futuro y se basará cada vez más en fuentes limpias”, ha sostenido Fatih Birol, director de la AIE, a través de un comunicado. Este cambio de “era” tendrá consecuencias, lógicamente, en las emisiones de dióxido de carbono (CO₂), el principal gas de efecto invernadero, que expulsa el sector energético internacional. La AIE estima que antes de 2030 las emisiones mundiales alcanzarán su techo para luego caer. Luego, esta agencia pone sobre la mesa tres posibles escenarios de evolución en función de lo ambiciosos que se muestren los gobiernos a la hora de desengancharse de los combustibles fósiles, que todavía hoy cubren el 80% de la demanda energética mundial. En el escenario más conservador y al que conducen los compromisos actuales de los Estados, las emisiones caerán al ritmo de un 1% anual entre 2030 y 2050. En el más ambicioso, que llevaría a que el calentamiento global se quedara dentro de los límites de seguridad más estrictos, esas reducciones anuales deberían ser del 15% hasta 2050.
De la intensidad y velocidad a la que se reduzcan las emisiones durante los próximos 25 años dependerá cómo de grande sea el problema del cambio climático para esta generación y las siguientes. En estos momentos, debido a los gases expulsados hasta ahora, el planeta es de media ya 1,2 grados Celsius más cálido que en la era preindustrial. El objetivo más ambicioso del Acuerdo de París contra el cambio climático pasa por no superar a finales de este siglo la barrera de los 1,5 grados. Pero los planes actuales de los gobiernos (que contemplan esa caída de las emisiones de solo un 1% anual entre 2030 y 2050) llevarán a un calentamiento de unos 2,4 grados. Para conseguir cumplir la meta de los 1,5 grados, se requieren aumentar mucho más la velocidad y una tasa de reducción anual del 15%.
Este informe llega a menos de un mes del inicio de la cumbre del clima anual de la ONU, que este año se celebra en Bakú, capital de Azerbaiyán. En la anterior, celebrada en Dubái, las naciones se comprometieron a triplicar la potencia renovable en 2030 respecto a los niveles de 2022. Al ritmo actual, en el escenario menos ambicioso, para 2030 esa potencia se habrá multiplicado por 2,7, cerca del objetivo de Dubái.
Pero cada vez está más claro que el problema ya no está tanto en lo que hay que añadir al sistema (las renovables), sino en lo que hay que retirar (los combustibles fósiles). Porque lo que ha ocurrido hasta ahora es que a pesar del “despliegue récord de energías limpias, dos tercios del aumento de la demanda mundial de energía en 2023 se satisficieron con combustibles fósiles”. Es decir, crece la energía suministrada por las tecnologías limpias, pero también la generada con carbón, petróleo y gas, y esto lleva a que las emisiones de CO₂ mundiales no terminen de tocar techo.
Pero la AIE pronostica un cambio de tendencia, incluso en el escenario de políticas climáticas menos ambicioso de los gobiernos. De aquí a 2035, según esta agencia internacional, las renovables van a satisfacer “prácticamente todo el crecimiento de la demanda de energía” mundial, lo que lleva a ese pico general del uso de los tres combustibles fósiles antes de 2030.
Abundancia y precios más bajos
Hasta ahora, el desarrollo de las renovables se ha producido en un contexto de volatibilidad de los precios de los combustibles fósiles y una enorme caída de los costos de las tecnologías solar y eólica. Pero la AIE apunta a que se entrará en una nueva fase en la segunda mitad de esta década marcada por los continuos peligros geopolíticos, pero también “por un suministro relativamente abundante de múltiples combustibles y tecnologías”. Según sus cálculos, se producirá “un exceso de suministro de petróleo y gas natural licuado”, además de un exceso de capacidad de fabricación de paneles y aerogeneradores en el mundo. Esto implicará precios más bajos de los combustibles fósiles, algo que deben aprovechar los responsables políticos para conducir las inversiones hacia las energías limpias.
Esos precios más bajos, explica Birol, pueden ayudar a los gobiernos a “eliminar las ayudas públicas ineficientes a los combustibles fósiles”. Para Mark Campanale, fundador y director de Carbon Tracker, un grupo de analistas británico centrado en políticas climáticas, este informe anual de la AIE debe ser tomado como una “advertencia” para los inversores. “Esta es la muerte de la rentabilidad de muchos productores de petróleo y gas”, asegura.
Más allá de la lucha contra el cambio climático, la agencia considera que la “relajación de los niveles de precios” supondrá un alivio “especialmente en los países importadores de combustibles”. Por ejemplo, “la bajada de los precios del gas natural debería disipar parte del pesimismo de Europa sobre su competitividad industrial, aunque Europa sigue enfrentándose a una considerable desventaja estructural de los precios de la energía en comparación con Estados Unidos y China”.
La AIE insta a aprovechar esa bajada para acelerar la transición. Pero advierte de que un “gas natural más barato también puede ralentizar los cambios estructurales al disminuir los argumentos económicos para que los consumidores cambien a tecnologías más limpias”. Sin embargo, los expertos de la agencia recuerdan que “las tecnologías limpias son cada vez más rentables y seguirán siéndolo”, además de tener “una exposición muy reducida a los caprichos de los mercados de productos básicos y beneficios duraderos para las personas y el planeta”.
En el caso del petróleo, el informe resalta que el desarrollo del coche eléctrico pone en apuros a esta industria, “ya que se enfrentan a un importante exceso de oferta”. “China ha sido el motor del crecimiento del mercado petrolero en las últimas décadas, pero ese motor ahora está cambiando a la electricidad”, se apunta en el informe. “Actualmente, los vehículos eléctricos tienen una participación de alrededor del 20% en las ventas de automóviles nuevos en todo el mundo”, señala la AIE. Y en el escenario menos ambicioso, se espera que llegue al 50% en 2030, un nivel que ya se ha alcanzado en China.
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