La sequía obliga a sacrificar toneladas de peces en embalses del Júcar para evitar una mortandad masiva
La confederación hidrográfica trata de salvar a las especies autóctonas y elimina a invasoras como el siluro con el fin de que el oxígeno no se agote
A pesar de las últimas lluvias, hay embalses en la cuenca del Júcar a los que la sequía no da tregua y tienen tan poca agua que es necesario extraer toneladas de peces para que el resto pueda sobrevivir. En esta selección, se intenta salvar a las especies autóctonas, mientras que se sacrifica a las invasoras con el fin de que los peces que queden sean los más adecuados para el ecosistema y tengan suficiente oxígeno para sobrevivir. Desde hace varios días la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) está retirando especies piscícolas del pantano de María Cristina, en Castellón, que solo cuenta con 0,33 hectómetros cúbicos de agua cuando su capacidad es de 18. De momento, han sacado casi nueve toneladas de tres embalses, en el de María Cristina, donde todavía no han acabado, llevan una tonelada, sobre todo de siluro, un pez invasor gigantesco que puede llegar a alcanzar los dos metros y pesar 100 kilos, que se ha ido expandiendo por España.
“Ha habido tal sequía que estamos intentando que no mueran para que no se estropee más la calidad del agua que se emplea en agricultura y en abastecimiento de las poblaciones”, ha señalado este jueves en rueda de prensa la jefa de servicio del Área de Calidad de las Aguas y coordinadora de los trabajos, Concha Durán. En julio la CHJ decidió emprender por primera vez una actuación de estas características en la que se recogieron siete toneladas de peces del pantano de Beniarrés (Alicante) y 950 kilos del de Ulldecoma (Castellón), que se encontraban entonces al 14% de su capacidad (ha bajado 3 puntos) y al 1% (está ahora al 0,11%), respectivamente.
La mayor parte son especies invasoras, porque de las autóctonas “calculamos que solo queda un 10%, el resto son introducidas”, indica Durán. Los pantanos son masas de agua artificiales, muy atractivas para la pesca y algunas personas deciden llevar hasta allí especies, como el siluro, sin tener en cuenta el daño que se hace al medio ambiente. Dentro de las escasas autóctonas que sobreviven está el barbo mediterráneo y madrilla y de fuera aparecen alburno, carpa común y prusiana, black-bass, percasol y carpín dorado.
Las lluvias de la semana pasada dejaron buenos acumulados en gran parte del territorio de la cuenca del Júcar, pero no se han traducido en ganancias importantes para los embalses, advierten fuentes de la CHJ, por lo que la demarcación sigue en la situación de sequía extraordinaria que se declaró en marzo. Se tomó esta decisión debido a que la falta de precipitaciones provocó una reducción de las aportaciones a los ríos, un descenso de los recursos subterráneos y una menor acumulación de agua en los embalses El volumen de agua almacenada en la actualidad se encuentra cerca del 42% de su capacidad, una cifra que, aunque es levemente mayor que las medias de los últimos 20 y 30 años, no evita que la mayor parte de la cuenca siga sufriendo problemas de escasez hídricos. De las nueve unidades territoriales que componen la demarcación hidrográfica de la CHJ, entre las que se encuentran la del Turia, Palancia, Cenia-Maestrazgo o Júcar, solo esta última está en situación de normalidad.
Dado el escenario, la medida de retirar fauna piscícola continuará donde sea necesario y teniendo en cuenta la biomasa que se determinó en trabajos anteriores realizados “para conocer qué especies y en qué cantidad viven en los embalses”, señala Durán. El objetivo de estos estudios no era la sequía, “sino conocer el estado ecológico de ríos y embalses, porque pensamos que los peces son unos buenos bioindicadores”, añade. Con esos datos establecieron unos umbrales, que se pudieran incorporar a la hora de elaborar los planes especiales de sequía. “Es como una especie de semáforo, hay un umbral de alerta y otro crítico que es cuando se encuentra en rojo, aunque en naranja también hemos intervenido”, describe Durán.
Se emplean diferentes técnicas: redes de cerco como las que se usan en alta mar, trasmallos fijos que se revisan cada día(arte de pesca formado por tres redes, más tupida la central) y electropesca (un sistema que produce una corriente eléctrica dentro del agua, y que provoca una parálisis en los peces que permite su captura). “Trabajan personas con conocimiento en ictiología que determinan qué práctica se utiliza dependiendo de las especies”, apunta.
No es la única zona de España donde lo están pasando mal por la escasez de agua. La cuenca del Segura está al 17% cuando el año pasado se encontraba al 25,3%. Como consecuencia, la Confederación Hidrográfica del Segura (CHS) declaró la situación de sequía extraordinaria a mediados de agosto en el tramo principal del Segura, de la que dependen las zonas regables de las Vegas Alta, Media y Baja, el Campo de Cartagena, el Valle del Guadalentín y las comarcas de Águilas y Mazarrón.
En Cataluña, otra de las cuencas con graves problemas por la falta de recursos hídricos, la situación ha mejorado claramente de media con una reserva del 30%, una cifra mejor que el año pasado pero peor que en 2022. A pesar de ello, el momento continúa siendo muy vulnerable, advierten fuentes del Servei Meteorològic de Catalunya. En la actualidad, está lloviendo las cantidades previsibles para esta época del año e incluso un poco más, pero todavía no se ha compensado el déficit de los últimos tres años. De esta media se salen los extremos sur: la zona del Priorat (Tarragona), donde las precipitaciones apenas han beneficiado a los embalses como el de Siurana y Riudecanyes.
En todo el territorio nacional, los embalses se encuentran al 49,3% de su capacidad total, mientras que el año anterior se encontraban a un 37%. También es más que la media de los últimos 10 años, un 47,6 %. Los datos de esta semana apuntan a una disminución de 127 hectómetros cúbicos.
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