¿Está en riesgo la salud de las mascotas? Los veterinarios salen a la calle por las trabas en la prescripción de antibióticos

La revuelta de los veterinarios comenzó a principios de enero y ha explotado este miércoles en una manifestación frente a la sede en Madrid del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Luchan contra lo que consideran “la gota que ha colmado el vaso”: una nueva normativa que les obliga a informar de manera pormenorizada sobre cada antibiótico que recetan, y que ha sacado a la luz problemas arrastrados desde hace años sin resolver. El sistema, llamado Presvet, pretende controlar el uso de antibióticos en los animales en general ―se usa con los de granja desde 2019― y luchar contra la pérdida de efectividad de estos fármacos debido a su abuso. Combatir ese problema es algo con lo que están de acuerdo los veterinarios, pero siempre que no limite su criterio clínico para prescribir tratamientos y afecte al bienestar de sus pacientes, debido al control tan férreo al que se ven abocados.

Tras el lema “Dejadnos trabajar” el sector se ha manifestado este miércoles frente al Ministerio de Agricultura, donde han acudido 5.000 veterinarios de varios puntos del país, según los organizadores de la protesta. María Ángeles Borrego ha viajado desde Sevilla y asegura que los cambios ya le están afectando “psicológicamente”. “No podemos curar bien, no podemos imponer nuestro criterio, el tratamiento que creemos es mejor para el animal”, lamenta. “Queremos libertad para ejercer la profesión”, añade Borrego. Además de veterinarios, también han acudido dueños de mascotas, como Francisco Sánchez, vecino de Parla, tiene un perro, y colectivos animalistas, como Pacma. El presidente del partido animalista, Javier Luna, ha criticado que se quiera “atar de pies y manos” a los veterinarios “poniendo en peligro la vida de los animales”. Estas son las claves de la protesta del sector veterinario:

Un sistema rígido que restringe el acceso a los tratamientos de las mascotas

Los veterinarios aseguran que se perpetúa un sistema de prescripción de antibióticos totalmente ineficiente. Ponen un ejemplo: En el caso de que un perro enfermo, primero hay que intentar recetar un producto específico para animales, y si no existe, continuar buscando en ese ámbito, incluso en países europeos. Solo si ese rastreo resulta infructuoso, pueden prescribir un antibiótico para humanos. En el caso de los antibióticos más restringidos, se obliga a realizar un cultivo para determinar la infección y ver cuál es el tratamiento más adecuado. “En muchas ocasiones, es imposible hacerlo, por ejemplo, con una neumonía, además del coste que supone para el cliente”, se queja Manuel Lázaro, veterinario clínico y miembro de la Junta del Colegio de Veterinarios de Madrid.

“Cada animal tiene necesidades médicas específicas, pero la normativa impone un sistema único de prescripción sin flexibilidad, lo que limita la capacidad de los veterinarios para ofrecer tratamientos personalizados”, indica el Colegio de Veterinarios de Madrid en un comunicado. Con el Presvet no se pueden permitir omitir ninguno de estos pasos, porque se arriesgan a importantes sanciones, que los veterinarios consideran abusivas y que pueden llegar hasta los 1,2 millones de euros por no notificar los tratamientos.

El ministerio sostiene que esta cuestión no tiene nada que ver con el Presvet, porque proviene de una normativa europea que establece el orden de prescripción en caso de que un medicamento no esté disponible para una especie y patología concreta. En cuanto a las sanciones, el Ministerio de Agricultura indica que se han modificado en el marco de la ley de desperdicio alimentario, pendiente de aprobación.

Los veterinarios quieren poder dispensar los tratamientos completos

A la rigidez del sistema se une la imposibilidad de encontrar determinados medicamentos para animales en las boticas. “Nosotros podemos recetar, pero luego los clientes los compran en una farmacia, y el problema es que muchas no tienen esos productos y al final vuelven a la clínica o les ofrecen sustituirlos por otros no adecuados”, explica Lázaro. Ellos lo pueden ceder si el cliente no lo encuentra de otra forma, “pero implica otro retraso”. La solución, dicen, es permitir que los veterinarios dispensen, como ya viene sucediendo en otros países europeos, los medicamentos necesarios para el tratamiento completo del animal, asegurando un acceso inmediato. Esto evitaría también que se acumulen pastillas en las casas, porque darían las dosis justas.

Además, los asistentes a la manifestación también se quejan de la fiscalidad. Sostienen que mientras la sanidad humana tiene un IVA reducido, los servicios veterinarios están gravados con un 21%, “lo que encarece los tratamientos y dificulta su acceso”, lamentan los organizadores de la protesta.

Se deja de lado el criterio clínico de los profesionales

Los veterinarios aseguran que se les cercena la posibilidad de prescribir antibióticos específicos para animales siguiendo su criterio clínico y la evidencia científica. “En muchos casos, los prospectos de los medicamentos para animales son muy antiguos y muy pobres, porque es más barato registrarlos para una sola patología, pero nosotros sabemos por nuestra experiencia y conocimiento científico que se pueden utilizar para atajar más enfermedades de las que se indican”, explica Lázaro. Y eso han venido haciendo, pero ahora no pueden “porque el Presvert lo detectaría y saltaría una alarma”.

El Ministerio de Agricultura asegura, sin embargo, que este reglamento “no condiciona en absoluto el juicio clínico del veterinario”. Lo que se busca, añade, es “introducir transparencia en el sistema” de forma que se pueda “conocer en profundidad el uso de antibióticos”.

Dudas en caso de urgencias y de animales sin identificar

“En caso de urgencia y riesgo evidente para el animal, se puede, bajo el juicio clínico del veterinario y con la correcta justificación, prescribir su uso [de antibióticos] antes de disponer del resultado de las pruebas diagnósticas”, explica el ministerio. Pero existen dudas dentro del colectivo. Laura Muñiz, veterinaria clínica de la Comunidad de Madrid, considera que al exigirse una “correcta justificación”, se está incorporando una valoración “completamente subjetiva, así que te tienes que arriesgar si la vida del animal está en peligro”. Y otra vez aparecerían las sanciones que los colegios profesionales consideran desproporcionadas.

Ante la confusión que se ha generado, la Dirección General de Derechos de los Animales, dependiente del Ministerio de Consumo, ha elaborado una nota en la que establecen los protocolos de actuación en el caso de que lleguen animales sin identificar a las clínicas veterinarias. En ella se indica que se podrá tratar a determinados ejemplares sin identificar (colonias felinas, animales abandonados o vagabundos), indicándolo en la receta o en la ficha clínica.