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Linces y águilas imperiales se refugian en fincas privadas que se alían con conservacionistas

La Fundación CBD-Hábitat inició la firma de acuerdos con propietarios de terrenos hace 20 años. El método se ha convertido en una herramienta imprescindible de gestión de la naturaleza

Las Ensanchas
Las Ensanchas (Ciudad Real), finca que ha trabajado con CBD-Hábitat en lograr una gestión sostenible.Fundación BBVA
Esther Sánchez

La finca Las Ensanchas en Campo de Montiel (Ciudad Real) fue una de las primeras con las que la fundación CBD-Hábitat firmó un convenio de colaboración en 1999 para fomentar la gestión sostenible de sus 1.860 hectáreas. Este territorio en pleno corazón de La Mancha ya era utilizado entonces por especies en grave peligro como águilas imperiales y águilas reales, atraídas por la abundancia de conejo. “Volaban desde Doñana, Extremadura, Toledo…” cuenta Patricia Maldonado, dueña del terreno y una convencida de los beneficios que reporta al mundo rural el manejo sostenible, agrícola y cinegético. Tanto, que pidió formar parte de la Red Natura 2000 (espacios protegidos por Europa), ante el asombro entre los funcionarios, “porque muchas personas querían salir de ella, no entrar”. La finca, en la que se practica la caza menor, cuenta ahora con un nido de águila imperial, más otras 14 parejas que campean por Campo de Montiel, y una última incorporación, dos hembras de lince con cinco cachorros.

Hace dos décadas los acuerdos de organizaciones ecologistas con los dueños de fincas rurales, tanto públicas como privadas, no eran habituales. Poco a poco, se han convertido en una herramienta fundamental en la conservación de la biodiversidad. “Empezamos en los Montes de Toledo con WWF y ahora hasta la Administración Pública utiliza este tipo de alianzas”, señala Nuria El Khadir, coordinadora general de CBD-Hábitat, entidad galardonada con el premio Fundación BBVA a la Conservación de la Biodiversidad en España. Los propietarios les permiten acceder a las fincas, instalar cámaras de foto trampeo, realizar censos de conejo y mejorar los hábitats. “Ha sido un aprendizaje entre ambas partes y un asesoramiento mutuo que se basa en el respeto”, describe El Khadir.

Lince en Castilla-La Mancha, una de las zonas de reintroducción de la especie.
Lince en Castilla-La Mancha, una de las zonas de reintroducción de la especie.Fundación CBD-Hábitat

Camino de la finca Las Ensanchas, Manolo Martín, biólogo de CBD-Hábitat, detiene el vehículo en un entrante de la carretera para observar a un ejemplar de águila imperial adulta posada en una torreta eléctrica modificada para evitar la electrocución de las aves. La rapaz, un ejemplar adulto como delatan las plumas blancas que adornan sus hombros, otea los campos sin inmutarse. “Hasta que nos detecte, porque a pesar de la distancia se dan cuenta de que las estás observando”, asegura Martín. Es una de las especies en peligro, junto con el lince y el buitre negro, en las que se ha volcado la organización creada en 1998.

Era un momento muy complicado: solo quedaban 94 linces en Andalucía (ya se han superado los 1.100 ejemplares) y la situación del águila imperial ibérica, que desde los noventa ha duplicado su población con más de 700 parejas reproductoras, no era mejor. Los pocos ejemplares que quedaban buscaron refugio en fincas en las que no se los mataba y tenían comida.

Muchas eran y continúan siendo cotos de caza, una actividad que, asegura CBD-Hábitat, no es incompatible con el cuidado de las especies. “Somos conservacionistas y quizá no nos gusten las cacerías, pero no podemos estar en contra porque tenemos que realizar una gestión conjunta y es necesario buscar un equilibrio”, aclara. Es consciente de que hubo momentos en los que “se cazó mucho” ocasionando graves afecciones a especies emblemáticas que acabaron calificadas como en peligro de extinción. “Cuando comenzábamos, los técnicos de campo se presentaban en las batidas y daban charlas para que los cazadores se percataran de que no se puede disparar al bulto, y ha funcionado”, añade El Khadir.

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Gráfico con el crecimiento de las poblaciones de buitre negro, lince ibérico y águila imperial ibérica.
Gráfico con el crecimiento de las poblaciones de buitre negro, lince ibérico y águila imperial ibérica.Fundación CBD-Hábitat

El territorio ideal: monte y cultivos

Patricia Maldonado contactó con CBD-Hábitat a través de un amigo inglés que gestionaba territorios cinegéticos de perdiz roja silvestre y “mostraba un gran interés en la conservación del territorio”. Los conservacionistas llegaron a Las Ensanchas en pos del águila imperial ibérica. “La finca es la ideal para el propósito de la organización”, señala el biólogo de CBD Fernando Silvestre. La mitad de la superficie la ocupan dos manchas de bosque mediterráneo (encinas, coscojas, jaras...) donde anidan las águilas y se refugian los linces. En el resto, la propiedad ha creado un mosaico con manchas de monte y cultivos (cereal y olivo) en el que campean y cazan los felinos y las rapaces. El conejo ocupa el ecotono, el área de transición entre el bosque y la planicie. ­­

Al principio, costó alcanzar acuerdos con los propietarios. CBD-Hábitat empezó en Toledo, Ciudad Real y Andújar. “Lo más importante es ganarse su confianza, pero una vez que se consigue con uno o dos el boca a boca funciona muchísimo”, apunta El Khadir. El respeto configura la otra pata fundamental del trato, que implica “no entrar en las propiedades como un elefante en una cacharrería”. Además, la organización se ha convertido con el paso del tiempo en un mediador entre la Administración Pública y los dueños de los terrenos, ganaderos y agricultores a los que ayudan con la complicada burocracia.

Ejemplar adulto de águila imperial ibérica en Castilla-La Mancha.
Ejemplar adulto de águila imperial ibérica en Castilla-La Mancha.Fundación CBD-Hábitat

Los recursos invertidos por los conservacionistas en la protección de los animales en peligro han beneficiado al resto de las especies del ecosistema. En especial al conejo de monte, también calificado en peligro por la UICN. Han construido más de 6.250 refugios, con una ocupación superior al 75%, y han instalado 484 puntos de agua y 270 comederos. También arrendaron durante seis años los derechos de caza de algunas fincas en las que se alimentaba el lince. “Es una medida de choque, la más drástica que se puede emprender cuando hay hembras reproductoras y el conejo escasea. Si se cazan se le quita el alimento al lince”, explica Silvestre.

¿Ha merecido la pena el esfuerzo realizado? “Por supuesto”, responde la propietaria de Las Ensanchas, “de otra manera no viviría tranquila, no dormiría”. Ha destinado franjas de terreno cultivable de su finca para fijar la población de conejo, el olivar es ecológico, ha creado charcas… Pero, advierte, este tipo de gestión es muy costoso y si se pierde dinero es imposible que se generalice. De momento, ella ha conseguido que detrás del águila imperial haya aparecido el lince. Está muy orgullosa: “Los ves y están gordos y hermosos”, cuenta, mientras dos imperiales planean en círculos por encima de su cabeza. El felino no se deja ver, pero una huella perfecta en la tierra húmeda prueba que estos son sus dominios.

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Sobre la firma

Esther Sánchez
Forma parte del equipo de Clima y Medio Ambiente y con anterioridad del suplemento Tierra. Está especializada en biodiversidad con especial preocupación por los conflictos que afectan a la naturaleza y al desarrollo sostenible. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y ha ejercido gran parte de su carrera profesional en EL PAÍS.

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