El quebrantahuesos reconquista los cielos
Así se salva a una especie emblemática de la desaparición y se ayuda a que recupere sus territorios históricos perdidos
Esta historia podría empezar con Lucía Buendía y el cúter con el que moldea una vela para transformarla en una réplica de un huevo. Esta imitación de cera será fundamental unos días después para conseguir que una pareja de quebrantahuesos a la que se le ha quitado el huevo de su nido no se deprima y siga criando en los Pirineos en las próximas temporadas.
O, tal vez, esta historia podría arrancar con Mario Camporbín y la antena con la que carga montaña arriba, montaña abajo, para tratar de pescar la señal del transmisor de radio de Risco, un ejemplar de quebrantahuesos recién liberado en la sierra de Gredos.
También podría comenzar con Teresa Cardona y el boli con el que golpea suavemente la cáscara de otro huevo —este de verdad— imitando lo que haría su madre con el pico. El huevo está dentro de una incubadora en un centro de cría de quebrantahuesos cerca de Zaragoza, una especie de orfanato para buitres.
O, quizás, podría iniciarse con Gerardo Báguena y unas tijeras. Mientras trocea con ellas una pata de cordero para alimentar a unos polluelos, explica en voz baja: “La capacidad que tiene el ser humano para destruir es mucho mayor que la que tiene de construir. Basta un pequeño bote de estricnina para acabar con toda la fauna de Doñana”. Y sigue con las tijeras tratando de hacer el menor ruido para no alterar a los siete pollos que cuida dentro de una caseta en pleno Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. “Somos mucho más eficientes destruyendo que construyendo”, remacha.
Ese es el problema con el que se ha topado el quebrantahuesos: el ser humano y su extraordinaria capacidad para la destrucción. El veneno que en el siglo XX se empleó para limpiar los campos de alimañas y la caza borraron a esta especie de prácticamente todos los sistemas montañosos del sur de Europa. A finales de los noventa, en España tan solo resistía en libertad una diezmada población de unas pocas decenas de animales en los Pirineos.
Lucía, Teresa, Mario y Gerardo son solo una muestra del pequeño ejército de mujeres y hombres buenos que han decidido situarse en el lado más complicado de esta historia: reconstruir lo destruido. Forman parte de la Fundación para la Conservación del Quebrantahuesos (FCQ), creada en 1995 y que tiene en marcha un programa que ha conseguido llevar de vuelta a este animal a los Picos de Europa. El objetivo ahora es conseguir lo mismo en Gredos y el Maestrazgo. EL PAÍS ha seguido sus pasos durante los últimos cinco meses para documentar la forma en la que cerca de medio centenar de personas —entre trabajadores directos y colaboradores— desarrollan esta labor. Quien salva una vida, salva el universo, podría ser su lema también, aunque esta vez referido a esta otra especie: el Gypaetus barbatus, una preciosa ave necrófaga en peligro de extinción en España y Europa pero que empieza a reconquistar los cielos de la Península.
El
rescate
SEMANA 1
- Enero - Febrero
- Recogida de huevos
- Cañón de Añisclo (Huesca)
- Fundación para la Conservación del Quebrantahuesos
El invierno se empieza a despedir y el día ha amanecido despejado en Aínsa, un municipio de Huesca con algo más de 2.000 habitantes. Pero eso no quita para que a estas horas de la mañana un café caliente siente de maravilla. A los miembros de la FCQ, encabezados por Juan Antonio Gil, uno de sus fundadores, se les han unido ya seis integrantes del Grupo de Intervención en Altura (GIA) del cuerpo de Agentes de Protección de la Naturaleza de Aragón. En la cafetería también está Diego Bayona, director del Medio Natural del Gobierno aragonés. “Este también es un ejercicio de solidaridad entre comunidades”, resume. “Las especies no tienen fronteras”, dice Bayona mientras todos estos hombres de montaña se preparan para partir.
Varias horas después, tras una buena caminata por el escarpado cañón de Añisclo, en el Parque Nacional de Ordesa, los agentes se descuelgan por el barranco hasta el nido seleccionado. Al intuirlos cerca, el macho o la hembra —ambos incuban— sale volando, y los miembros del GIA pueden recoger el huevo y sustituirlo por la réplica de cera. A toda prisa se introducirá en una incubadora portátil y viajará en coche hasta el centro de cría que la fundación tiene a dos horas y media de allí, en la Puebla de Alfidén, a las afueras de Zaragoza.
Los pollos que nazcan en el centro servirán luego para repoblar otros sistemas montañosos del país. A eso se refiere Bayona cuando habla de solidaridad entre comunidades, aunque detrás de este programa hay una estrategia de pura supervivencia: era tremendamente arriesgado que toda la población de quebrantahuesos de España estuviera concentrada solo en un punto. Y a finales del siglo pasado existía un riesgo muy cierto de que esta especie que lleva presente 500.000 años en los Pirineos fuera borrada del mapa. El hombre sería el culpable: “Nosotros somos el meteorito en esta sexta gran extinción”, lamenta Gil.
Pero los esfuerzos por frenar el declive han empezado a dar sus frutos y, aunque sigue en peligro de extinción, en las últimas dos décadas se ha pasado de las 44 unidades reproductoras (normalmente parejas, aunque a veces pueden ser tríos, de ejemplares maduros) que había censadas en los noventa en los Pirineos a 155 repartidas por varias zonas del país y más de mil aves volando en libertad.
Los miembros del Grupo de Intervención en Altura (GIA) del cuerpo de Agentes de Protección de la Naturaleza de Aragón y de la Fundación para la Conservación del Quebrantahuesos, en el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido.
Los agentes preparan el equipo para descender hasta el nido en el que se va a intervenir, en el cañón de Añisclo.
Réplicas de cera que se depositan en el nido en sustitución del huevo que se extrae para que la pareja de quebrantahuesos no sufra estrés y siga criando las siguientes temporadas.
Un miembro de la fundación entrega la mochila con las réplicas a uno de los agentes que descenderá hasta el nido.
Localización e intervención en el nido de quebrantahuesos para el rescate del huevo.
Los nidos suelen estar ubicados en las paredes de barrancos como el de Añisclo, por lo que se necesita la colaboración de los agentes especialistas en trabajos verticales.
Los agentes entregan la mochila con el huevo al miembro de la Fundación para la Conservación del Quebrantahuesos. Los huevos se retiran de los nidos de las parejas con un historial de fracaso en la cría de los polluelos.
El huevo, protegido con poliespán y lana, se prepara para su traslado hasta Zaragoza, hasta donde irá en una incubadora portátil para que mantenga la temperatura adecuada.
Juan Antonio Gil, de la Fundación para la Conservación del Quebrantahuesos, entrega la incubadora a Teresa Cardona, una de las técnicas del centro de cría, ubicado en Zaragoza.
La
eclosión
SEMANA 7
- Marzo
- Nacimiento de los pollos
- De los 9 huevos recogidos esta temporada, han nacido 7 crías
- Centro de Cría en Aislamiento Humano (CRIAH) de Quebrantahuesos en Zaragoza
Paralelamente al nacimiento de la FCQ en el norte de España, en el sur arrancó en 1996 otro programa. Fue en Cazorla (Jaén), y en estos 25 años de vida ha conseguido repoblar varios sistemas montañosos andaluces. En su caso, el programa emplea parejas que provienen de zoológicos y que ya no son aptas para la vida en libertad.
Lo novedoso de la FCQ es que emplean huevos recogidos en la naturaleza y, por lo tanto, pollos que nacen en cautividad y a los que se cría sin sus padres para luego ser liberados. “En España no había ninguna iniciativa similar cuando empezamos, viajamos hasta Argentina para conocer el programa del cóndor”, recuerda Gerardo Báguena, presidente de la fundación. “Al principio costó que nos entendieran porque nos salimos del canon, pero apostamos por rescatar los huevos para evitar que mueran”, añade. Porque su fundación estudia previamente los nidos y se intenta seleccionar a las parejas o tríos con un historial de fracasos en sacar adelante a los pollos. Todas las intervenciones se hacen con la supervisión del Gobierno de Aragón y desde 1995 se ha recogido más de un centenar de huevos. “El 95% estarían muertos si no los hubiéramos rescatado”, estima Báguena.
Esta temporada han sido nueve los que se han recogido. Pero los embriones de dos estaban ya muertos, por lo que solo han nacido siete polluelos. Un par está ahora volando en la sierra de Gredos, otro en el Maestrazgo turolense y los tres restantes en Picos de Europa. Pero ese es el final de esta historia...
De los cuidados durante la incubación se encarga un equipo de cuatro personas, que realizan guardias para que siempre al menos uno de ellos esté pendiente, primero de los huevos y luego de los polluelos. Cuando comenzaron el programa, la FCQ contrató a una empresa especializada para que, dentro de una réplica, introdujeran varios sensores. El huevo simulado se colocó en un nido y así pudieron saber las condiciones en las que las aves incuban en la naturaleza.
Gracias a esa información, la bióloga Lucía Buendía y la veterinaria Teresa Cardona, dos de las trabajadoras del centro, saben que cada cierto tiempo deben girar los huevos, y la temperatura a la que deben estar. También saben que, de vez en cuando, no está mal que golpeen suavemente la cáscara con un boli. Cardona se encarga de asistir el nacimiento de los pollos, que suele durar varios días y en el que a veces debe intervenir para ayudarlos a salir.
El
orfanato
SEMANA 9
- Marzo
- Primera revisión veterinaria a los polluelos
- Centro de Cría en Aislamiento Humano (CRIAH) de Quebrantahuesos en Zaragoza
La sala de estar del centro de cría de la FCQ podría ser el salón de cualquier casa, pero un par de cosas no cuadran aquí. Las velas y el cúter que hay sobre la mesa camilla y el monitor colgado en una pared. La imagen en blanco y negro de la pantalla está dividida en siete y muestra los nidos en los que están los pollos que han nacido este año. Cuenta Cardona que ha aprendido a interpretar su piar. “Sé si tienen frío, miedo, hambre...”.
Nacen con entre 120 y 125 gramos de peso, y en ese momento comienza una carrera por engordar: cada 24 horas deben ganar un 10% hasta llegar a los seis kilogramos a los 90 días. Durante ese tiempo, los miembros de la fundación deben “suplantar el trabajo parental”, en palabras de Báguena. Básicamente, ser sus padres, pero sin que se den cuentan de que los crían unos seres humanos. El objetivo es evitar cualquier impronta que les ponga luego en peligro cuando sean liberados. En el centro han construido unos nidos que forran con lana de oveja, como los que tendrían en la naturaleza. Y delante han levantado la recreación de un barranco de piedras como el que verían en los Pirineos.
Además de las velas, el cúter, el monitor y los montoncitos de lana, en esta extraña casa —que se abre en enero y se cierra en mayo, cuando todos los animales ya están en el campo— hay repartidos varios frigoríficos y congeladores. En ellos guardan la carne de cordero y los ratoncillos con los que alimentan a los polluelos. Para evitar la impronta negativa, la comida y el agua se les da con unas marionetas de quebrantahuesos que Juan Carlos Ascaso, naturalista y coordinador del centro, maneja con una especial destreza. “Esta es la trastienda de la conservación”, dice mientras se calza en el brazo una de esas réplicas.
En este orfanato se oyen muchos trinos y pocas palabras. La regla es susurrar para que las crías no se acostumbren a la voz humana. Pero la norma se rompe un solo día: el de la primera revisión veterinaria. “Hoy hay que hablar alto”, recomienda Báguena. “Es un día de condicionamiento negativo”. La meta es que los animales relacionen el estrés que se genera durante las pruebas veterinarias con la presencia del hombre y, en el futuro, no se acerquen a las personas que tantos problemas han causado a su especie.
Desde que nacen en el centro de cría, se evita el contacto con las personas. Y se reproducen las condiciones que tendrían en la naturaleza; por ejemplo, con la lana de los nidos.
Pero, cuando tienen 15 días aproximadamente, los técnicos les realizan una revisión veterinaria.
Juan Manuel Blanco, el responsable veterinario de la fundación, toma una muestra de un polluelo.
Esta primera revisión sirve como condicionamiento negativo para el pájaro: el estrés que sufren los polluelos contribuirá a que no se acerquen al ser humano cuando sean soltados en la naturaleza.
Nacen con entre 120 y 125 gramos y ganan casi un 10% de peso diariamente hasta alcanzar los seis kilos a los 90 días.
Para reducir al mínimo el contacto con el ser humano, se emplean unas marionetas para alimentar y dar de beber a los pollos.
Los polluelos son alimentados con las marionetas durante los 40 días que pasan en el centro de Zaragoza desde su nacimiento.
A los ejemplares se les hace una control continuo. En la imagen, las egagrópilas, es decir, la comida que regurgitan, de los siete ejemplares que han nacido este año en el centro.
Las necesarias revisiones generan un gran estrés en los animales. Y, como les ocurre a los seres humanos con las canas, este estrés deja pequeñas marcas de despigmentación en sus plumas.
Escuela
de buitres
SEMANA 13
- Marzo - Abril
- Crianza campestre ('hacking') de siete ejemplares
- Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido
Si algún invierno se cruza por una carretera de Huesca con un tipo conduciendo con pasamontañas y las ventanillas abiertas, no se asuste. Seguramente sea Báguena. En el maletero llevará un par de polluelos rumbo al corazón del Parque Nacional de Ordesa, donde la FCQ tiene su principal hacking, unas instalaciones de cría campestre donde los quebrantahuesos aprenden a ser quebrantahuesos. Es una escuela de buitres ubicada a 1.800 metros de altura y, a pesar del frío y de las pocas comodidades, es uno de los lugares más especiales de Ordesa en los que pasar una noche.
Allí se les traslada cuando cumplen 40 días y están escolarizados hasta que tienen 90. Durante ese tiempo, siempre hay una persona de la fundación de guardia para seguir alimentándolos. De nuevo, se reduce al mínimo el contacto humano gracias a las marionetas y los susurros. La diferencia con el centro de Zaragoza son las impresionantes vistas de las que disfrutan los pollos tras las rejas de sus nidos: montañas nevadas y un cielo lleno de quebrantahuesos y buitres leonados.
Justo delante del hacking —una plataforma metálica de dos pisos con una planta de 120 metros cuadrados— hay un comedero de buitres al que el personal del parque surte de alimento cada viernes. Ese día el cielo se nubla con las decenas y decenas de leonados y quebrantas que se lanzan a por la comida. Eso sí, en orden. Primero comen los buitres leonados, que se llevan casi toda la carne. Luego les toca a los quebrantahuesos, un ave necrófaga que se ha especializado en alimentarse de huesos. Todo eso lo ven desde sus nidos los pollos.
A los 40 días de vida, los polluelos son trasladados al Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido.
Los ejemplares son porteados hasta el hacking (la instalación para la cría campestre) que tiene la fundación en este espacio protegido.
Es el mayor hacking de España: tiene una planta de 120 metros cuadrados de superficie y se construyó en 2010.
Gerardo Báguena, responsable de la fundación, con uno de los ejemplares que durante aproximadamente un mes estarán en el hacking de Ordesa.
Los animales están de nuevo en aislamiento, en unos nidos desde los que pueden ver las montañas y a otros quebrantahuesos y diferentes especies de buitres.
A los animales se les alimenta todos los días con trozos de cordero y ratas. También se les da algún suplemento vitamínico.
El quebrantahuesos es un animal necrófago y cuando es adulto se alimenta de huesos, algo que le diferencia de las otras especies de buitre.
En la trastienda del hacking, detrás de los nidos, los miembros de la fundación se encargan de sus cuidados. Hacen guardias de tres días en las que tienen que dormir junto a los nidos de los animales.
Los veterinarios y biólogos del proyecto siguen utilizando las marionetas para mantener el aislamiento.
Alrededor de medio centenar de personas están en estos momentos involucradas en el plan de recuperación que tiene en marcha la fundación. En la foto, Juan Carlos Acaso, miembro de la fundación.
Desde las jaulas del hacking se ve el comedero al que varias especies de buitre acuden.
Esta zona de los Pirineos fue el reducto del quebrantahuesos en España y está sirviendo para repoblar otras cadenas montañosas de la Península.
“Esto es una escuela de quebrantahuesos y de personas... Aquí se ve la gente que tiene pasión”, explica Báguena siempre en voz baja mientras sigue preparando la comida para los pollos. Durante los meses en los que están ocupados los nidos, los técnicos de la FCQ tienen que permanecer varios días solos y aislados en el hacking. Y puede ser un trabajo duro.
Este hacking, el más grande de España, se levantó en 2010. Pero lo cierto es que el programa arrancó 15 años antes a unos pocos kilómetros de aquí, en una cabaña aislada de la familia de Báguena. Allí fue donde este naturalista hizo durante dos meses en 1995 su primer hacking con Silvano, un polluelo que nació en casa de su madre y que se encargó de criar. A Silvano se lo llevaron a un centro a Austria cuando creció, pero a Báguena se le quedó dentro la pasión por esta imponente ave, que puede alcanzar los tres metros de envergadura y vive alrededor de 25 años en libertad.
Si ve este vídeo del comedero de buitres frente al hacking en el Parque Nacional de Ordesa desde un ordenador, pinche la imagen y muévala; si lo ve desde el móvil, póngalo en horizontal y disfrute de la experiencia 360º moviendo su dispositivo.
Una casa
en el cielo
SEMANA 18
- Mayo
- Traslado de los ejemplares para su liberación en la naturaleza
- Risco Redondo (sierra de Gredos)
Siete viajes lleva ya dados el helicóptero hasta lo más alto del Risco Redondo, en el parque regional de la sierra de Gredos, al sur de la provincia de Ávila. Todavía le queda un último porte para terminar de subir el material para montar un nuevo hacking en lo alto de este gigante de granito de 1.800 metros de altura. Estamos a principios de mayo y, cuando se termine, será la cuarta plataforma cría campestre de la FCQ para su plan de reintroducción, que en estos momentos busca establecer corredores ecológicos entre distintas cadenas montañosas de la Península dentro de un programa europeo Life que se extenderá hasta 2027 y que, como la fundación, se nutre de fondos públicos y aportaciones privadas.
En ese plan es una parada obligatoria Gredos, donde hace más de 70 años desapareció este animal. La jaula de 800 kilos de peso y 24 metros cuadrados de superficie es una pieza clave para la reintroducción porque servirá para que los quebrantahuesos se fijen al territorio. El objetivo es favorecer la filopatria, la tendencia natural a volver al lugar que identifican como su hogar para criar. Así se lograría establecer de nuevo una población en Gredos, como ya se hizo en Picos de Europa.
“Nos ofrecieron varias ubicaciones, pero tras un estudio de viabilidad se optó por este”, señala Báguena, esta vez al pie de este risco de granito. Lo que le rodea ahora es un paisaje bien distinto al de Pirineos: en lugar de pinos, la vegetación dominante son los piornos, un arbusto. La elección de este lugar para la reintroducción no es arbitraria. Además de los registros históricos que muestran la presencia de esta especie, en los últimos años se ha visto sobrevolar Gredos a varios ejemplares de Cazorla. El éxito del programa sería conseguir que se cruzaran ambas poblaciones y que se establecieran aquí. Lo mismo se está intentando en el Maestrazgo turolense con la reintroducción de unos ejemplares que se espera que interaccionen con los de otro programa iniciado por la Comunidad Valenciana.
En la imagen, construcción de la plataforma en el Risco Redondo, en la sierra de Gredos. Para subir la pesada estructura se tuvo que emplear un helicóptero.
Los dos quebrantahuesos elegidos para inaugurar la repoblación de Gredos llegan desde Ordesa el 17 de mayo. Son un macho y una enorme hembra que estarán otro mes en esta jaula. Se sigue manteniendo el aislamiento, aunque el seguimiento de su evolución se realiza ya a distancia y no se les alimenta todos los días con las marionetas. Desde el hacking ven el que será su hogar y a los alimoches, cuervos, buitres leonados y negros que serán sus vecinos.
Los técnicos de la fundación y los de la Junta de Castilla y León se encargaron de seleccionar la mejor ubicación para el hacking. En esta zona había quebrantahuesos hasta hace 70 años.
Los dos animales seleccionados, un macho y una hembra, son trasladados hasta Gredos cuando tienen 90 días de vida. Y, antes de dejarlos en la plataforma, vuelven a ser revisados por los veterinarios. Además, todos los ejemplares que se liberan son marcados y llevan dos transmisores: uno de señal de radio y otro de satélite.
La suelta se hace de forma blanda para que se acostumbren a la zona y para ayudarles a desarrollar la filopatria. El objetivo es que en el futuro críen en Gredos para que se cree una población estable.
El programa busca la implicación de la población local. El nombre de los dos ejemplares que se han liberado en Gredos (Risco y Galana) lo han elegido los escolares de la zona.
Los técnicos de la fundación portean a los dos ejemplares hasta el hacking. Son Mario Camporbin y Juan Fernández-Elipe, y serán los encargados de controlar su evolución durante los próximos años.
Los animales están durante un mes en la jaula y se les sigue alimentando, pero sin que vean a persona alguna.
Pasados 30 días, se les abre la puerta de la jaula para que salgan. Y pasados algunos días más, empiezan a realizar los primeros vuelos cortos.
Los técnicos de la fundación dejarán durante meses comida y agua repartida por el risco para que lo identifiquen con su hogar.
‘Galana’
y ‘Risco’
SEMANA 22
- Junio-Julio
- Los dos ejemplares de quebrantahuesos son liberados
- La especie vuelve a instalarse en la sierra de Gredos 70 años después de su extinción. Primeros vuelos
Los niños de la zona son los que han bautizado a la pareja: al macho le han puesto Risco y a la hembra Galana. Tras un mes de adaptación, las jaulas de ambos se abren a mediados de junio, cuando las flores de los piornos tiñen de amarillo las laderas. Un par de semanas después, los dos animales ya están dando sus primeros vuelos, relatan Juan Fernández-Elipe y Mario Camporbín, los dos técnicos que durante los próximos cinco años se encargarán de su seguimiento.
Porque el trabajo no acaba cuando se abre la jaula. Para conseguir que se fijen a la zona se les seguirá dejando alimento y agua a estos quebrantahuesos y a los que está previsto que sigan llegando. En un futuro es posible que también se hagan aportes de lana, como ya ocurre en Picos de Europa y los Pirineos. La caída de la ganadería extensiva ha hecho que los nidos de los quebrantahuesos se llenen de cuerdas ante la falta de lana en el campo.
Siete décadas después de su extinción, los quebrantahuesos han vuelto de forma estable a la sierra de Gredos. El objetivo es que se establezca una población aquí y, en la medida de lo posible, buscar la interacción de estos ejemplares con los quebrantahuesos del programa de cría de Cazorla, a los que ya se les ha visto en esta misma zona de forma esporádica.
Mario Camporbín, ganadero como su padre, fue uno de los 60 vecinos de la zona que acudieron al llamamiento de la FCQ para trabajar con ellos. Fue el seleccionado. “La gente en mi pueblo está muy ilusionada con la llegada del quebrantahuesos”. Ahora se turna con su compañero para controlar con los prismáticos y el equipo de radio a Risco y Galana, que siguen merodeando por el Risco Redondo. “Subimos todos los días y tenemos que verlos a los dos, aunque nos tengamos que recorrer el risco de arriba abajo”, explica con la antena de radio en la mano mientras trata de captar la señal del esquivo macho. Su cara es de preocupación, consciente quizás de la responsabilidad de estar en el lado de esta historia que lo tiene más complicado. Ellos son parte del escudo frente al meteorito.
Créditos
Puedes seguir a CLIMA Y MEDIO AMBIENTE en Facebook y Twitter, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal