Kerry oficializa el regreso de EE UU a la lucha climática internacional: “Volvemos con humildad”
Estados Unidos participa de nuevo en las cumbres contra el calentamiento global. La Casa Blanca tiene que definir ahora sus objetivos concretos
Tras cuatro años de ausencia, Estados Unidos, que fue un actor clave para que se cerrara en 2015 el Acuerdo de París, ha vuelto este lunes a participar en una cumbre climática internacional. John Kerry, el flamante enviado especial contra el calentamiento del presidente Joe Biden, ha intervenido hoy en la reunión multilateral sobre adaptación al cambio climático organizada por el Gobierno de los Países Bajos. “Estamos orgullosos de estar de vuelta”, ha dicho Kerry. “Volvemos, quiero que los sepan, con humildad”, ha añadido el demócrata, quien ha lamentado también los cuatro años de ausencia de su país.
Además de estar ausente de estas cumbres, la Administración de Donald Trump sacó a EE UU del Acuerdo de París, una salida que se hizo oficial el pasado 4 de noviembre. Era la segunda espantada climática del país que más ha contribuido históricamente al calentamiento, ya que nunca llegó a ratificar el Protocolo de Kioto. Pero muchos aspectos del Acuerdo de París se moldearon para que EE UU pudiera adherirse sin problemas. Quizás por eso el mensaje que Kerry está trasladando en público y en privado a sus colegas internacionales desde que la semana pasada fue confirmado en el cargo es el de ese regreso “con humildad”, algo que este lunes ha vuelto a prometer. “Necesitamos a EE UU en el centro de la acción contra el cambio climático”, ha admitido posteriormente el primer ministro de Países Bajos, Mark Rutte.
Kerry ha explicado que toda la Administración estadounidense y las agencias federales estarán comprometidas ahora en la lucha contra el cambio climático. “Estamos comprometidos con el mundo”, ha insistido el enviado especial de Biden en esta cita reforzando así la apuesta por el multilateralismo. Ahora, EE UU deberá concretar sus planes de recorte de emisiones de gases de efecto invernadero para esta década.
Entre las órdenes ejecutivas que el presidente de Estados Unidos firmó su primer día de mandato la semana pasada está la vuelta de EE UU al Acuerdo de París. Estados Unidos estará oficialmente de nuevo dentro a mediados de febrero. Formalmente, este país habrá estado así apenas tres meses fuera del pacto internacional contra el calentamiento del planeta. Pero lo cierto es que en los cuatro años de mandato de Trump la Administración estadounidense ha estado ausente de cualquier esfuerzo internacional por combatir el cambio climático.
El equipo de Biden, sin embargo, ha situado ahora la crisis climática entre las prioridades inmediatas. Y, según el listado difundido por la Casa Blanca el miércoles pasado, la Administración demócrata se compromete a tomar acciones “rápidas para enfrentar la emergencia climática” y “liderar la revolución de la energía limpia”.
“Se están mandando señales muy positivas y de mucha seriedad”, explica David Howell, experto en negociaciones climáticas de la organización SEO/BirdLife. “Por ejemplo, con el equipo que se está montando”, dice Howell. Entre ese equipo destaca, lógicamente, Kerry, que fue uno de los impulsores de la firma Acuerdo de París durante el último mandato de Barack Obama.
“Somos bastante más optimistas que hace un año”, sostiene Howell. Y entre los motivos para serlo está el margen de maniobra que tendrá el equipo de Kerry y Kamala Harris gracias a que los demócratas controlarán las dos Cámaras legislativas. “Podrán ir más allá de lo que fue Obama, que tuvo un margen limitado”, opina Howell. Gracias a esa mayoría en la Cámara de representantes y el Senado los demócratas podrán aprobar planes más robustos para apuntalar una transición verde. Y para anular los cambios emprendidos por Trump, que ha revertido alrededor de un centenar de normas medioambientales durante su mandato que afectaban, por ejemplo, a la eficiencia de los combustibles de los automóviles, las emisiones de las centrales eléctricas y el metano.
“Usted puede ser recordado como el presidente del clima”, le escribían a Biden este fin de semana 150 personalidades del mundo de la política o la empresa, como el presidente de IKEA, Jesper Brodin, y varios parlamentarios europeos. “Esta es la década más decisiva en la historia de la humanidad para hacer frente a la crisis climática”, apuntaban en una carta publicada en The New York Times.
"We intend to make good on our Climate Finance Pledge. There is simply no adapting to a 4 degree warmer world except for the most privileged. We are coming back with humility and will work with multilateral institutions."
— CASsummit2021 (@CASsummit2021) January 25, 2021
- John Kerry @ClimateEnvoy #AdaptationSummit pic.twitter.com/BqT0LDo13H
El programa verde de Biden para las elecciones proponía un plan de inversiones limpias de dos billones de dólares para ayudar a que Estados Unidos logre las emisiones netas cero en 2050, lo que supone que para esa fecha la economía estadounidense solo podrá expulsar a la atmósfera la cantidad de gases de efecto invernadero que sus sumideros (principalmente, los bosques) sean capaces de absorber. También se prometía una generación eléctrica 100% libre de emisiones en 2035.
Regresar al Acuerdo de París es lo más fácil del trabajo que tiene por delante la Administración de Biden. Todos los países que se adhieren al acuerdo deben presentar planes de recorte de sus emisiones de gases de efecto invernadero (conocidos como NDC) para esta década. “Todos estamos pendientes del compromiso que presente EE UU ahora”, señala Howell. Cuando Obama se sumó al pacto, en 2015, su Gobierno se fijó un objetivo de recorte para 2025 de entre un 26% y un 28% respecto a los niveles de 2005. Según la consultora Rhodium Group, en 2020 las emisiones de EE UU se han situado un 21% por debajo de los niveles de 2005, pero una parte muy grande de ese recorte se debe a la crisis generada por la covid.
La Administración de Biden aún no ha hecho público su objetivo para 2030, su NDC. Pero Kerry ha explicado que se está trabajando en ese plan y que se anunciará en breve. También, los compromisos de financiación climática nacional e internacional.
Porque otra de las dudas que deberá despejar la nueva Administración de EE UU es su aportación a la financiación climática internacional, que debe servir para que los países menos desarrollados afronten las consecuencias del cambio climático. Kerry ha advertido de los efectos que tendrá el calentamiento en los países en desarrollo. “Un aumento de entre 3,7 y 4,5 grados, que es hacia donde vamos ahora, dañará a los más vulnerables de la tierra abocándoles a condiciones insoportables de vida”, ha dicho. “Simplemente, no hay forma de adaptarse a un mundo con una subida de 3 o 4 grados de temperatura”, ha insistido.
Sin embargo, EE UU ha ido reduciendo sus aportaciones desde 2017 a esa financiación climática. Ahora, con el cambio de Gobierno, se espera que aumente los fondos que destina a este capítulo de cooperación internacional. El compromiso de todos los firmantes del Acuerdo de París era que los países desarrollados deberías movilizar 100.000 millones de dólares anuales a partir de 2020. Pero el informe de seguimiento más reciente de la OCDE apunta a que la financiación climática proporcionada y movilizada por los países desarrollados en 2018 —el último año del que se tienen datos cerrados— se quedó en los 78.900 millones de dólares.
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