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Hablan los denunciantes de acoso en el CNIO: “No hay miedo a María Blasco, hay terror”

Varios afectados relatan sus casos a EL PAÍS. Sufrieron ansiedad y enfermedades psiquiátricas que achacan a lo vivido en el centro. La directora defiende que las denuncias no prosperaron

La directora del CNIO, María Blasco, antes de una rueda de prensa en la sede del CNIO.Foto: Claudio Alvarez | Vídeo: EPV
Nuño Domínguez

Cuatro personas que denunciaron a María Blasco, directora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) por acoso, abuso de poder y otros problemas, han aceptado relatar su experiencia a EL PAÍS. La mayoría de ellas lo hacen de forma anónima, pues tienen miedo a las represalias por parte de Blasco. Sus casos son algunos de los más de 10 registrados en el centro desde 2013, y que recopila un informe interno que ya está en manos del Gobierno y de los patronos del organismo. Se trata de denuncias internas que no llegaron a prosperar por diversas razones. Entre los denunciantes hay jefes, directores, investigadores, becarios. Al menos cinco son mujeres. El miércoles se reunirá el patronato para estudiar la continuidad de la dirección del centro: fuentes del Gobierno aseguran a EL PAÍS que allí se decidirá el futuro de María Blasco, que lleva al frente del CNIO desde 2011.

El mayor centro de investigación del cáncer de España atraviesa una de sus peores crisis desde que se creó en 1998. El CNIO arrastra graves deficiencias en sus infraestructuras científicas. Además, existe un conflicto laboral por las diferencias salariales, así como conflicto entre la dirección y sus empleados. 24 jefes científicos del centro, la mitad de todos los del organismo, exigen al Gobierno que cese a Blasco.

La directora del CNIO ha decidido seguir al frente del cargo. Ha denunciado ser víctima de una campaña de desinformación, asegura que se la acosa por ser mujer y que sufre una maniobra de desprestigio y calumnias por parte de algunos medios que ha llegado a comparar con lo sufrido por los judíos durante el Holocausto.

“Respecto a las acusaciones de acoso, las que puedan haberse producido en el CNIO, habrán seguido el correspondiente protocolo, que debe activar el gerente, Juan Arroyo, como se desprende de los propios protocolos”, ha respondido Blasco por correo electrónico a EL PAÍS. “Desde 2013 funcionaba el Código de conducta ética y desde 2023 ha sido sustituido por el Protocolo de actuación ante situaciones de conflicto interno, violencia y acoso en CNIO. Cuando se ha dirimido algo según protocolos, no se ha corroborado ni acoso laboral o moral, ni abuso de autoridad por parte de la directora del CNIO”, ha añadido. Solo una organización científica ha salido en defensa de Blasco: la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas (AMIT).

En el CNIO “no hay miedo a María Blasco, hay terror”, confiesa una de las personas que ha denunciado, y que asegura haber sufrido acoso por parte de Blasco “durante años”. Este afectado asegura que conoce a otros compañeros que también quieren denunciar, pero no se atreven. Cuando se trabaja en ciencia, las referencias del superior son esenciales, explica. Enfrentarse al jefe “puede truncar tu carrera para siempre”, detalla esta persona. “La imagen de María es limpia de puertas afuera, pero de puertas adentro es terrible. Tiene una falta de respeto total hacia todo el mundo”, asegura.

Varias de las fuentes consultadas declaran haber sufrido problemas de salud mental y física debido a la presión y las situaciones de acoso que han vivido en el CNIO. Estos trastornos incluyen crisis de ansiedad, presiones en el pecho lo bastante fuertes como para acudir a urgencias, incluso problemas neurológicos, según relatan dos denunciantes. A uno de ellos, la médica de urgencias le explicó que sufría ansiedad y le recomendó denunciar ante el comité de empresa. En ocasiones, se echaban a llorar mientras relataban estas vivencias.

Una de las personas que denunciaron a Blasco ante la gerencia del centro habla de cargas de trabajo insoportables, pues pasó meses haciendo sola la tarea que antes hacían cuatro personas. A esto se añadían presiones de Blasco para que fuese más rápida. “Eres subóptima”, “llegas tarde”, eran algunas de las frases de Blasco, según esta persona. “Había noches que me sentaba a trabajar y acababa viendo amanecer. Mis hijos se despertaban y me los llevaba al colegio”, explica. “Me hicieron llorar y me veían llorando en la pantalla del ordenador, me hacían ver que no cumplía”, relata esta persona sobre Blasco y otros altos cargos del CNIO. Este denunciante asegura que la directora del CNIO hace luz de gas a los empleados que ella considera que le han fallado, por ejemplo, no dirigiéndose nunca a ellos directamente, haciendo como si no existieran. “Las reuniones eran una tortura. Lo peor es que no fui consciente de que eso estaba mal, pensaba que era lo que había que hacer para ser excelente, tal y como preconizaba Blasco. Después lo hablé con otras personas. Y cuando fui consciente, no la denuncié por pánico. No se me hubiera ocurrido hacerlo”, confiesa, en referencia a hacer una denuncia formal de su caso.

Esta persona recuerda que en el momento de vivir la situación no había un protocolo de acoso claro. “El comité científico era el que decidía, y este órgano lo presidía ella [Blasco] junto a una persona adjunta y un investigador. Aunque les diera pena, no hubieran hecho nada. Nunca me he arrepentido de no denunciar. No había ningún tipo de garantía. Y encima sabía que me quería echar”, confiesa. Según este denunciante, hay más empleados del CNIO en la misma situación: “Hay mucho miedo. La gente no habla, no reacciona”.

“Mala persona”

“Tía chula”, “quién te crees que eres”, “no solo eres chula, sino mala persona”, “no eres una jugadora de equipo”, “no sé lo que tienes en la cabeza y te resistes”, “no trabajas desde que tienes reducción de jornada”. Son algunos de los comentarios que recibió una investigadora por parte de María Blasco en una reunión a “puerta cerrada”, según denunció esta persona a la gerencia del CNIO cuando sucedieron los hechos, en mayo de 2016. Se trataba de una investigadora del grupo de Telómeros y Telomerasa, que dirige Blasco. La víctima relató estos hechos en un correo electrónico a gerencia al que ha tenido acceso este diario y que figura entre la documentación que maneja el Patronato, presidido por la secretaria general de Investigación, Eva Ortega Paíno. La denunciante, de origen brasileño, también achaca insultos racistas a Blasco. “Aquí no se hace magia negra”, le espetó en aquella reunión, según el documento. La denunciante lo consideró un comentario “con una connotación extremadamente racista referido a mi raza y mi color de piel”. “Los gritos de esta reunión se pudieron oír por varios testigos fuera del despacho de la doctora Blasco. Yo salí llorando de su oficina y llegué llorando a recoger a mi hijo del colegio”, detalla el correo electrónico. María Blasco llegó a despedir a esta persona y a decirle luego que la reaceptaba si le pedía perdón, según explica la propia víctima en su correo.

Esta persona aseguró en su denuncia que Blasco la apartó de su proyecto y la acosó psicológicamente. También asegura que sufrió una reducción de jornada laboral “forzosa” y concatenación de contratos temporales.

Otra denunciante explica sobre una reunión con Blasco: “Me sentí fatal, insultada en frente de todos mis compañeros y superiores, sin poder defenderme”. “Me subió mucho la tensión, creí que me iba a dar algo, y que por lo bronco de la reunión y las acusaciones, que yo no entendía, como poco, nos echaban del CNIO”, asegura.

“Yo he oído gritos de María Blasco, los ha oído gente de su grupo y también los han oído personas de muy alta responsabilidad en el CNIO”, explica una científica del centro que prefiere no ser identificada, también por miedo a represalias.

La gran mayoría de estas denuncias no llegaron a prosperar por varios motivos. En ocasiones, los propios denunciantes las retiraban por miedo a represalias, pues de lo contrario debían pasar a conocimiento de órganos en los que estaba María Blasco, explican fuentes del CNIO. Otras llegaron al Instituto Nacional de Salud Carlos III, pero no se hizo nada, explican las fuentes consultadas. El actual protocolo contra el acoso en el centro es de abril de 2023 y ya prevé garantías como que la identidad de los denunciantes permanezca anónima y que las denuncias sean gestionadas por abogados y comités externos, explican fuentes del CNIO.

En 2023, un becario denunció a Blasco por acoso y abuso de poder. En este caso se hizo una investigación externa que eximió a Blasco de acoso, pero sí detectaba un posible caso de abuso de poder.

El bioquímico austriaco Erwin Wagner, de 75 años, protagonizó la primera denuncia contra Blasco que se registra en el informe que maneja el Patronato. El caso se remonta a 2013, cuando el investigador dimitió como vicedirector por desacuerdos con la forma en que Blasco dirigía el CNIO, explica Wagner a este diario. “Al inicio de una reunión del Consejo Asesor Científico, no acepté la decisión de Blasco de no dejar entrar a personal, investigadores postdoctorales, miembros de otros grupos de investigación, en la sala de conferencias cuando presentábamos nuestros datos”, relata Wagner en un correo electrónico. “Antes de que yo hablara, Blasco dijo que ella era la jefa y que teníamos que seguir sus decisiones, nos gustaran o no. Fue el comienzo de lo que llamé, frente a los miembros internacionales del comité, una dictadura, y desde ese momento no la apoyé más y renuncié a mi cargo de vicedirector en el acto. Ella dejó de hablarme y si nos cruzábamos, ni me saludaba”, añade Wagner, quien acabó abandonando el CNIO en 2018, y actualmente dirige su grupo de investigación en la Universidad de Medicina de Viena y el Hospital Universitario de esta ciudad. “Parece que por fin se va a hacer justicia”, señala Wagner en referencia al próximo Patronato, “pero ya es tarde: se ha hecho un gran daño, y ha habido demasiado nepotismo y mentiras”.

¿Tienes más información sobre este caso u otros similares? Puedes escribirnos a ndominguez@elpais.es.

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Sobre la firma

Nuño Domínguez
Nuño Domínguez es cofundador de Materia, la sección de Ciencia de EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo Científico por la Universidad de Boston (EE UU). Antes de EL PAÍS trabajó en medios como Público, El Mundo, La Voz de Galicia o la Agencia Efe.
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