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Una científica intenta salvar fósiles únicos en el frente de Ucrania

Natalia Gerasimenko es una de las investigadoras que ha analizado los restos humanos más antiguos de Europa

Unique fossils on the Ukrainian
Natalia Gerasimenko, en una imagen de 2019.N.G.
Nuño Domínguez

En la Nochevieja de 2022, Rusia lanzó sus cohetes contra la Universidad Nacional Taras Shevchenko, en Kiev, la más grande de Ucrania. Las explosiones hicieron volar por los aires las ventanas de varios edificios, incluido el laboratorio de la geóloga Natalia Gerasimenko. No hubo heridos, pero nadie pudo remediar que el polen liberado por flores y plantas hace miles o millones de años se desparramara por todas partes y se perdiera para siempre.

“Los últimos tiempos han sido muy difíciles”, explica la científica desde Kiev, donde nació hace 70 años, en una conversación por teleconferencia. Ni su pelo perfectamente peinado, ni su impecable jersey amarillo, ni su sonrisa relajada delatan que habla desde un país que lleva más de dos años en guerra. “Gracias a los países occidentales tenemos el sistema Patriot en Kiev y caen muchos menos proyectiles. Aun así, las alarmas antiaéreas son muy frecuentes. A veces saltan en medio de la clase y los estudiantes tienen que correr a los refugios antiaéreos. No es placentero, pero sobrevivimos”, añade.

Criada y educada en la Unión Soviética, Gerasimenko decidió hacerse geóloga en contra del consejo de sus padres, ambos ingenieros de montes, que veían poco futuro en esa profesión. En aquellos tiempos no se podía viajar al extranjero, pero en sus primeros años de universidad sus profesores estaban muy bien conectados y recibían visitas de algunos de los investigadores más interesantes de la época. Entre ellos estaba George Kukla, geólogo nacido en Checoslovaquia y emigrado a Estados Unidos que fue uno de los primeros en demostrar que, durante los últimos millones de años, la Tierra y todas las criaturas que la habitaban vivieron a merced de ciclos climáticos que cada 100.000 años cubrían gran parte de Europa y América con impenetrables glaciares. Entre ciclo y ciclo, una ventana de bonanza climática permitía el florecimiento de la vida y las primeras migraciones del género humano.

El polen es un marcador excepcional para investigar esos periodos. Tras el bombardeo de 2022, era fundamental impedir que las volátiles células sexuales de las plantas actuales se colasen en el edificio y contaminaran las pocas muestras que habían sobrevivido al ataque, recuerda Gerasimenko. Su pequeña victoria en esta guerra, y la de sus estudiantes, es que el laboratorio está ya completamente apuntalado y vuelve a funcionar desde mayo.

Dos personas reparan los destrozos en el laboratorio de Natalia Gerasimenko.
Dos personas reparan los destrozos en el laboratorio de Natalia Gerasimenko.N. G.

Hace unos días, Gerasimenko fue una de las autoras del descubrimiento de los rastros humanos más antiguos de Europa: unas herramientas de piedra talladas por Homo erectus hace 1,4 millones de años en el oeste de Ucrania. El trabajo de Gerasimenko en la datación de sedimentos y su reconstrucción de ecosistemas pasados fue una importante contribución al hallazgo, publicado en la revista Nature, referente de la mejor ciencia mundial.

Este triunfo para la ciencia ucrania se publicó casi a la vez que el informe más detallado hasta la fecha sobre el impacto de la guerra en el sistema científico del país. Las pérdidas económicas ascienden a unos 1.200 millones de euros, según el estudio, publicado por Naciones Unidas. Miles de edificios han sido destruidos o dañados y los trabajadores de 18 universidades y centros de investigación han sido evacuados al oeste porque están demasiado cerca del frente o han sido tomados por los rusos. Es el caso del Instituto de Seguridad de Centrales Nucleares, localizado en Chernóbil, y que fue ocupado por las tropas de Putin en marzo de 2022. Todo el sistema de vigilancia de la industria nuclear ucrania, incluida la central de Zaporiyia, ha sido robado o destruido por los rusos. La pérdida de este equipamiento puede poner en peligro la salud de “más de 2.000 personas en Europa, Norte de África, Oriente Próximo y Asia Central”, resalta el informe. Según el trabajo, 208 miembros de la Academia Nacional de Ciencias de Ucrania se alistaron en el ejército y once han muerto en combate. Unos 5.500 investigadores ucranios han dejado el país para ir a trabajar a otros países, principalmente Alemania y Polonia. España acoge a 58 académicos.

Unos días después de la invasión rusa, el 24 de febrero de 2022, Gerasimenko huyó al sur del país. Pasó allí unos meses hasta que su universidad le ayudó a salir de Ucrania. “Hubo mucha solidaridad. Me invitaron universidades de Suecia, Polonia, Alemania, Rumanía e Italia. Finalmente, fui a la Universidad La Sapienza, en Roma. Pero pasados unos meses llegó el momento de volver a mi país; sobre todo porque mi hija [46 años] y mi nieta [de 16] también lo hicieron”. Su yerno, de 55 años, no podía salir del país por la ley marcial. Tras la estabilización del frente y la relativa vuelta a normalidad, la universidad obligó a reanudar las clases. Todo el que no quisiera regresar al trabajo presencial, perdería su empleo, relata Gerasimenko, que ahora imparte clases cada día para estudiantes de grado y posgrado y dirige ocho tesis doctorales.

“Mi trabajo es estudiar el pasado para entender el presente y pronosticar el futuro”, resume Gerasimenko, experta en paleogeografía y geoarqueología. “Una de las cosas que vemos es que todas las culturas pasadas dependían mucho de la naturaleza. Hace 7.000 años, por ejemplo, en el neolítico, el polen nos muestra que el clima del planeta se volvió muy benigno. Pero unos 2.000 años después empeoró y estas protocivilizaciones desaparecieron de Ucrania. Gracias a esta ciencia podemos ver todas estas conexiones. Es muy interesante e importante”, añade.

Imagen del yacimiento paleontológico cerca de Konstantinovka, en Ucrania.
Imagen del yacimiento paleontológico cerca de Konstantinovka, en Ucrania.N. G.

En Ucrania hay muchos yacimientos a los que los investigadores no han podido regresar. Algunos están minados y otros, demasiado cerca del frente. El que más preocupa a Gerasimenko está cerca de Konstantinovka, en el este del país y a pocos kilómetros del frente. Allí se han vivido auténticas tragedias, como el bombardeo de un mercado que dejó 16 muertos. En 2017, el paleontólogo Alexander Filippov descubrió cerca de esta localidad el esqueleto casi completo de un mamut y, en estratos más superficiales, herramientas de piedra fabricadas por humanos.

Es un hallazgo excepcional, pues posiblemente se trata de un Mammuthus meridionalis que vivió hace entre 1,8 millones de años y 700.000 años, explica la científica. Las herramientas tienen unos 500.000 años de antigüedad. La presencia en el este de Ucrania de un animal característico de climas más cálidos que el actual, y la posterior aparición de humanos, muestra que pudo haber una de esa ventana de tiempo en la que los enormes glaciares se retiraron y permitieron unos milenios de bonanza. Es algo muy parecido a lo que se ha visto en Korolevo, el yacimiento donde aparecieron las herramientas más antiguas de Europa. “Estos huesos son valiosísimos, únicos en todo el este de Ucrania. Hay que excavarlos con mucho cuidado y siguiendo procedimientos paleontológicos estrictos”, algo imposible por el momento, explica Gerasimenko.

El viernes pasado, la geóloga pudo hablar con su colega, el arqueólogo Yuri Koval, que trabajaba en la zona. Todo su departamento ha sido trasladado a Lviv y a él le han evacuado con su mujer y su hijo de pocos meses a un lugar más seguro. Junto a Filippov, Koval ha cubierto la excavación con tierra para protegerlo de las bombas, pero los proyectiles están cayendo constantemente, “a veces a menos de 10 metros”.

Si sucede lo peor, los científicos se han guardado un as en la manga. “Antes de cubrir el yacimiento, Koval extrajo los dientes del mamut y se los llevó a Lviv”, explica Gerasimenko. “Aún conservan el esmalte, con lo que son la mejor muestra para hacer una buena datación geoquímica o incluso extraer ADN. De hecho, antes de que comenzara la guerra estábamos planeando invitar a expertos internacionales para que hiciesen ese trabajo”, añade.

Gerasimenko tiene una fe ciega en que algún día podrá retomar el proyecto. “Estoy convencida de que esta guerra terminará con la victoria de Ucrania. ¿Cuándo? No lo sé. Rusia es un monstruo con muchísimos recursos; pero ganaremos. Y yo no tengo ninguna intención de jubilarme. Amo mi trabajo”.

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Sobre la firma

Nuño Domínguez
Nuño Domínguez es cofundador de Materia, la sección de Ciencia de EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo Científico por la Universidad de Boston (EE UU). Antes de EL PAÍS trabajó en medios como Público, El Mundo, La Voz de Galicia o la Agencia Efe.
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