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Siddharta Mukherjee: “El cáncer es el mayor misterio que alguien puede resolver”

El médico y escritor de origen indio reflexiona sobre el futuro de los tratamientos oncológicos y los avances en la lucha contra el alzhéimer o el párkinson

In 2011, oncologist Siddharta Mukherjee won the Pulitzer Prize for Non-Fiction for 'The Emperor of All Maladies.'
El oncólogo Siddharta Mukherjee ganó el premio Pulitzer en 2011 por su libro 'El emperador de todos los males'.D. Feingold
Nuño Domínguez

Siddharta Mukherjee (Nueva Delhi, India, 52 años) es oncólogo de la Universidad de Columbia (Estados Unidos) y está considerado uno de los mejores escritores vivos sobre el cáncer, tras haber ganado en 2011 el premio Pulitzer por El emperador de todos los males. La revolución de los tratamientos oncológicos en la última década le ha llevado a trabajar intensamente en una actualización de esa obra, que anuncia para 2024 y avanza algunos de los temas que abordará: “Lo más importante es cómo estamos comprendiendo las conexiones entre inflamación, obesidad y cáncer”, afirma Mukherjee, que explica su nuevo proyecto científico para llevar las terapias de células CAR-T a India, en colaboración con investigadores españoles.

En su último libro, La armonía de las células (Debate), hace un recorrido por la apasionante historia de descubrimiento de la célula y del asombroso desarrollo de nuevas terapias basadas en ellas, como los CAR-T, que han logrado curar tumores sanguíneos que hace unos años eran una sentencia de muerte. En esta entrevista por videoconferencia, reflexiona sobre cómo nos llegarán los próximos avances en medicina, que aspiran a ganar cruciales batallas en la lucha contra el cáncer, el párkinson o el alzhéimer; advierte sobre la necesidad de copilotos humanos para usar la inteligencia artificial en medicina y reclama una investigación con mejor conexión entre tres tipos de científicos (descubridores, conectores e implementadores) para que no perdamos la oportunidad de hacer realidad algunos de los grandes avances médicos esperados para las próximas décadas.

Pregunta. ¿Qué le llevó a elegir el cáncer como objeto de estudio?

Respuesta. El cáncer ha sido, y sigue siendo, uno de los mayores misterios de la medicina. Es un misterio muy profundo, no solo en lo que respecta a la biología celular, sino de todo el cuerpo; de la fisiología y la genética. De alguna manera, también es un misterio de la identidad personal y la supervivencia. El cáncer abarca historias múltiples: científicas, personales, médicas, psicológicas. Es el mayor misterio que alguien puede resolver. Cada año surgen nuevas ideas y aproximaciones. Las tendencias vienen y van, pero el misterio sigue sin estar resuelto; y hay que conseguir resolverlo.

P. Desde que escribió su biografía del cáncer ha habido una revolución terapéutica con la inmunoterapia y los CAR-T ¿Cree que se ha progresado suficiente?

R. Estoy escribiendo una actualización de El emperador de todos los males. Probablemente, saldrá a principios del próximo año y tendrá más detalles sobre la inmunoterapia y los CAR-T. Yo mismo he impulsado dos esfuerzos en esos dos campos y son muy emocionantes. Uno de ellos es una colaboración con España, con el Hospital Clínic de Barcelona.

En general, creo que para algunos tipos de cáncer hemos logrado un progreso enorme. La inmunoterapia ha cambiado mucho el pronóstico de algunos tipos de cáncer. Acabamos de ver también datos asombrosos de vacunas para el melanoma y el cáncer de páncreas. Diría que aún es un poco temprano para estos avances. Pero para algunos cánceres como la leucemia, el mieloma y el linfoma, hemos logrado un progreso increíble con la terapia CAR-T y la inmunoterapia. Con la inmunoterapia había hecho una conjetura personal en mi vida: creía que nunca vería supervivientes a largo plazo con cáncer de pulmón metastásico. Pero gracias a estos tratamientos ya los hay. No son muchos, el 20% de los pacientes, pero aún así es realmente asombroso. Lo último que diría es que finalmente, después de muchos años, estamos comenzando a hacer avances extremadamente importantes en la prevención y detección temprana del cáncer.

P. ¿Qué mejoras hay en ese aspecto?

R. Lo más importante es cómo estamos comprendiendo las conexiones entre inflamación, obesidad y cáncer. Es una forma completamente nueva de pensar en la prevención. Hasta ahora esta se había centrado en encontrar carcinógenos. Y, por supuesto, hemos encontrado algunos extremadamente importantes, como el tabaquismo. Pero muchas personas que no fuman tienen cáncer de pulmón, cáncer de vejiga o cáncer de esófago. Y se preguntan por qué. Obviamente, parte tiene que ver con la genética, con la mala suerte de sufrir mutaciones aleatorias que ocurren en las células. Pero además nos estamos dando cuenta de que otra parte tiene que ver con la inflamación. Detectar esa inflamación y conocer exactamente cómo se inflama el cuerpo será crucial para descubrir qué hacer y cómo manejar estos cánceres complejos.

P. En su libro habla de nuevos humanos para referirse a gente como Emily Whitehead, curada de un cáncer sanguíneo gracias a los trasplantes celulares de CAR-T...

R. Siempre pensamos en esta idea de los nuevos seres humanos como algo robótico, prostético o biónico, y olvidamos que, de hecho, el tipo de personalidad o el tipo de humano que estamos creando con trasplantes de células también es biónico. Cuando se hicieron las primeras transfusiones de sangre, mucha gente pensó que su psique cambiaría porque su sangre estaba cambiando. Y, por supuesto, eso no es cierto. Pero la idea era que al trasplantar células nos convertiríamos en quimeras, en parte de otros seres humanos. Estas tecnologías han surgido tan rápidamente que hemos asumido silenciosamente que forman parte de los seres humanos. Y yo quería plantear una idea provocadora de que estas quimeras que estamos creando en realidad son una nueva forma de seres humanos. Creo que va a haber pasos hacia la creación de un nuevo ser humano, o de una nueva forma de humanidad. Y eso plantea muchas preguntas importantes sobre quién es esa persona y cómo deberíamos pensar en ella.

P. ¿Cree que va a haber más niños como Lulu y Nana, los primeros bebés creados con edición genética en los experimentos disparatados de He Jiankui, que ha salido de la cárcel y ha vuelto a la ciencia?

R. Veremos algunas más, sí. Habrá cierto impulso para crear, o al menos para forzar los límites en este campo. Pero no creo que tengan mucho éxito. La gente piensa que esa distopía está muy cerca. Pero la idea de hacer casualmente que un bebé sea más fuerte o más alto es una fantasía. La realidad es que cuanto más entendemos la biología, la genética, y la célula, más complicado parece crear niños más altos y más fuertes.

Utilizamos la dieta en combinación con medicamentos contra el cáncer, casi convirtiendo la dieta en un medicamento más

P. Antes ha mencionado sus proyectos científicos actuales ¿En qué consisten exactamente?

R. Hemos creado el primer hospital integrado de terapias CAR-T en India. Fue un esfuerzo enorme. La gente decía que era imposible. Pero en colaboración con el Hospital Clínic de Barcelona, y apoyados en nuestra investigación, hemos iniciado y casi completado un ensayo clínico con resultados muy positivos. Otro proyecto en el que estoy trabajando es el uso de la dieta para cambiar radicalmente el comportamiento de las células del cáncer. Utilizamos la dieta en combinación con medicamentos, casi convirtiendo la dieta en un medicamento más. Y esos ensayos también están mostrando datos positivos muy interesantes. Son dietas de precisión y tienen que ver con la forma en que las células cancerosas absorben los nutrientes. Están basadas en ciencia de alta calidad, en estudios que se han publicado en los últimos 10 años. Lo estamos desarrollando a través de una empresa, Faeth. Una de las aproximaciones es usar la dieta para reducir los niveles de insulina. El otro es eliminar dos aminoácidos de la sangre que sirven como nutrientes a las células tumorales.

P. ¿Qué resultados está viendo en los pacientes?

R. Hay historias increíbles. He visto a niños de siete y ocho años, que no hubieran tenido acceso a ninguna otra terapia en India, recibiendo CAR-T y algunos de ellos siguen con buena salud casi un año después. También he visto a una mujer tratada con la terapia dietética en combinación con medicamentos oncológicos que ha tenido una respuesta increíble. Tenía cáncer de endometrio.

P. ¿Se podrían aplicar los avances en el conocimiento de la biología celular a entender y tratar mejor las enfermedades mentales y neurológicas?

R. Creo que estamos entrando en una nueva era de la neurociencia. Empezamos a comprender cómo algo que es material, un conjunto de células con conexiones entre ellas, puede dar lugar a las propiedades asombrosas. Y esto tiene que ver con la forma en que funciona el cableado y cómo se comunican las conexiones, si las células se comunican entre sí. Y creo que una vez que comencemos a entender eso, también comenzaremos a comprender la patología. Muchas enfermedades del cerebro están relacionadas con la biología celular, como las células disfuncionales en el alzhéimer o el párkinson. Estas son patologías de origen celular. Una persona con enfermedad de Alzheimer experimenta una pérdida profunda de la memoria, lo que plantea la pregunta de qué es la memoria, dónde reside en el cerebro y cómo se forman y conservan los recuerdos. Estas dos vías de investigación, la patológica y lo más metafísico, deben converger finalmente si de verdad queremos curar estas enfermedades

P. En su libro también habla de cómo, en varias ocasiones de la historia, se han hecho descubrimientos fundamentales que luego han sido ignorados durante años, incluso décadas. ¿Eso sigue pasando en la actualidad?

R. Sí, siempre perdemos la oportunidad de acelerar algunas ideas. Algunos científicos son descubridores. Eso es lo que hacen, descubren cosas. Otro grupo de científicos son conectores, establecen conexiones entre diferentes ideas. Y luego hay un tercer grupo que yo llamaría implementadores. Convierten las invenciones en realidad. Cuando se unen, pueden lograr cosas muy poderosas. Y una de las cosas de las que me lamento en los congresos de ciencia es que, generalmente, estos tres grupos no se reúnen.

P. ¿Ve motivos para la preocupación en el uso creciente de la inteligencia artificial (IA) en medicina?

R. Hay un motivo de preocupación muy obvio: ¿podemos proteger la autonomía y los datos privados de los pacientes frente esas IA que pueden entrar en las bases de datos? Además, a medida que hay cada vez más IA en medicina, perdemos esa cualidad increíblemente importante que es la presencia humana. Cuando te toca hablar con un chatbot en lugar de con un humano, ¿cómo te hace sentir? Incluso si ese robot se comporta como un humano. En tercer lugar, la calidad de la información que se está generando mediante IA es muy variada. A veces es muy buena, a veces no tanto. Así que creo que aún necesitamos a un ser humano para hacer de filtro. Yo lo llamo un modelo de copiloto. Necesitas la IA y a los seres humanos como copilotos entre sí. Y la pregunta final, creo que es la más interesante desde el punto de vista filosófico, ¿vamos a crear una especie de vigilancia total a nuestro alrededor, analizándonos constantemente en busca de enfermedades? Esta sombra de la IA tiene la capacidad de cambiar fundamentalmente nuestra cultura, porque ahora siempre vivimos en el umbral de la enfermedad en lugar de estar bien. Nos volvemos diferentes en nuestra anticipación de lo que sucede a continuación. Hay miedo, hay una especie de resignación y también la idea de que siempre hay alguien observando detrás de ti. Y creo que subestimamos cómo esos cambios podrían cambiar quiénes somos y lo que hacemos.

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Sobre la firma

Nuño Domínguez
Nuño Domínguez es cofundador de Materia, la sección de Ciencia de EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo Científico por la Universidad de Boston (EE UU). Antes de EL PAÍS trabajó en medios como Público, El Mundo, La Voz de Galicia o la Agencia Efe.

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