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Ciencia investiga a un ornitólogo de Doñana tras denuncias de que fotografía a mujeres en bikini sin su permiso

Una decena de personas acusa públicamente a Luis García Garrido, leyenda de la conservación de las aves en España

Luis Garcia Garrido Doñana
El ornitólogo Luis García Garrido, en una entrevista en Canal Sur en 2016.
Manuel Ansede

El Ministerio de Ciencia ha iniciado una investigación “urgente” sobre el comportamiento del célebre ornitólogo Luis García Garrido, de 72 años, acusado por una decena de personas de fotografiar sin permiso a jóvenes voluntarias en bikini, durante jornadas de marcaje de aves acuáticas en marismas de Huelva y Sevilla. García Garrido, un hombre barbudo de larga melena blanca considerado por muchos un carismático gurú, trabajó en la Estación Biológica de Doñana (CSIC) hasta su jubilación en 2019, aunque sigue activo en el campo. EL PAÍS ha contactado con seis de estos denunciantes públicos, que fueron víctimas o testigos directos de estas presuntas prácticas, según sus relatos. Estas mujeres y hombres no se conocen entre sí y pertenecen a diferentes universidades españolas o a otras entidades.

La técnica de campo A. B. prendió la mecha el 29 de agosto en sus redes sociales. “A mí este señor me ha grabado. Luego vamos con el Me Too [el movimiento nacido en Estados Unidos para denunciar públicamente comportamientos machistas], pero en España y en Doñana seguimos con vergüenzas como esta”, criticó, en referencia a Luis García y “su afición de grabar a mujeres”.

Otras jóvenes se sumaron a la denuncia en los días siguientes. Una de ellas, que prefiere que no se publique su nombre en la prensa, recuerda que en 2017 fue con el veterano ornitólogo a un marcaje de zampullines, unas aves acuáticas de las marismas. “Me insistió para que me quitara la ropa y me quedara en ropa interior para meterme en el agua, varias veces”, narra la mujer. “Al final, por ‘organización’, me quedé a solas con él y fuimos en coche a rodear la marisma. Paró en medio del camino y me pidió que subiera al [todoterreno Land Rover] Defender para comprobar unas cuerdas. Cuando me di la vuelta, le vi cámara en mano grabándome el culo”, ha denunciado con su nombre y apellidos en su cuenta de Facebook. “Cuando volvimos con los demás, en el parking, le vi con la cámara encendida paseándose entre los coches grabando a las chicas que se estaban cambiando detrás de las puertas. Yo tenía 23 años y no me atreví a decirle nada”, continúa.

Todo el mundo en Doñana sabía que pasaba esto
Lucía Izquierdo, ecóloga

Luis García ofrece su versión de los hechos en una llamada telefónica realizada por este periódico, que él corta bruscamente a los tres minutos. “Yo le hago fotos a los pájaros, a la gente… He trabajado con miles de voluntarios a lo largo de mi vida. Y, bueno, lo siento porque esta chica en concreto o estas chicas se hubieran sentido ofendidas por eso”, afirma. “A lo mejor se sintió ofendida en ese momento porque estaba haciendo fotos, pero yo hago fotos, en general, del acontecimiento. Yo he enseñado a miles de criaturas en 40 años. No me interesa cualquier otra historia. No he publicado una sola foto en internet. Ni una sola foto, de nadie, de nadie”, recalca.

Las marismas de los ríos Odiel y Guadalquivir son un paraíso apartado de la civilización, una especie de Salvaje Oeste con sus propias reglas. El fundador de la Estación Biológica de Doñana, José Antonio Valverde, conoció a Luis García en 1971, cuando este hacía la mili en el Zoológico de Artillería de El Aaiún, entonces capital del Sáhara Español. García, hijo de un cazador de patos marismeño, se incorporó en seguida al equipo técnico de la Estación y se convirtió en un “extraordinario ornitólogo de campo”, con un “anarquismo responsable”, cuyo lema era ”Doñana soy yo”, según relató Valverde en sus memorias.

García ha sido desde entonces la puerta de entrada a Doñana para varias generaciones de biólogos, pero esa puerta no ha estado igual de abierta para todos, según plasmó el naturalista Benigno Varillas en un perfil laudatorio publicado en 2001: “Todo el mundo considera que Luis es la llave para conocer la marisma del Guadalquivir que nadie ve. También es sabido que Luis no la enseña fácilmente, a no ser que a él le interese por algún motivo. Puede ser un posible aliado, unas faldas, cualquier cosa que le atraiga”.

La ecóloga Lucía Izquierdo, de la Universidad de Granada, recuerda que fue con 23 años como voluntaria junto a una amiga a una jornada de marcaje de aves en Doñana, con Luis García. Las jóvenes se quedaron en bikini con naturalidad, porque había que meterse en el agua. “Cuando nos despistábamos un poco y no le mirábamos, me estaba haciendo fotos. A mí. Creo que, al final de la jornada, este señor tuvo más fotos de mi culo que de los pájaros. Fue muy desagradable”, lamenta Izquierdo. “Todo el mundo en Doñana sabía que pasaba esto”, afirma la ecóloga.

Izquierdo recuerda que iban en el todoterreno de Luis García y se toparon con un flamenco cojeando. El ornitólogo frenó y lo cogió. “Me lo dio para hacerme fotos. No se lo dio a mi amiga, que iba vestida, me lo dio a mí, que iba en bikini”, rememora. “Me da mucha pena, porque al final todas somos científicas y queremos hablar de ciencia, pero tenemos que estar hablando de esto”, lamenta.

Si hay indicios de que se ha producido un delito penal, lo pondremos en conocimiento de la Fiscalía
Zulema Altamirano, Ministerio de Ciencia

También es fácil encontrar a compañeras que sienten un gran afecto por Luis García. La bióloga Charina Cañas, de 60 años, trabajó con él en Doñana durante más de dos décadas y lo describe como un hombre “entrañable, vacilón y sin malicia”, al que le gusta estar rodeado de jóvenes y hacer todo tipo de “fotografías artísticas”. En 2019, un centenar de amigos y compañeros se reunieron para despedir a Luis García por su jubilación. “Es una persona queridísima”, opina Cañas.

La bióloga Lola Guitard, de 43 años, ha acompañado a Luis García habitualmente desde 2011, a veces a diario. Guitard no niega lo vivido por las denunciantes, pero describe otra experiencia diferente. “Yo, personalmente, nunca he sentido ningún tipo de situación violenta hacia mi persona, ni he visto grabaciones a escondidas”, explica. “Luis invita a todo tipo de gente y graba y hace fotos de toda la actividad. Nunca he percibido que su intención fuera grabar a alguien en bikini”, afirma Guitard. A su juicio, hablar de acoso sexual es “una injusticia”.

La ambientóloga Lidia López acudió durante tres años como voluntaria a la estación de anillamiento [marcaje de las aves con anillas metálicas] de Manecorro, en el Parque Nacional de Doñana, en Huelva. “Luis García venía y preguntaba si alguien quería ir de acompañante a hacer el censo de alguna especie. Casualmente, iba solo con chicas y eran las más monas”, recuerda López, que estudia un máster de conservación de la biodiversidad y hace las prácticas en la Estación Biológica de Doñana.

“Yo creo que también es un problema de abuso de poder. Tiene mucho poder en Doñana, se mueve libremente por el Parque Nacional. Y hay chicas que ven en él una puerta de entrada. A mí misma me han dicho que si quieres ver linces ibéricos hay que ir con Luis García”, reflexiona López. La ambientóloga respondió en seguida el 29 de agosto a la primera denuncia de A. B. en las redes sociales. Para López, era “el secreto a voces de Doñana”.

Un equipo del Ministerio de Ciencia ha contactado con la decena de personas que ha denunciado en las redes sociales los comportamientos de Luis García, para investigar si hay algún tipo de infracción, según explica la psicóloga Zulema Altamirano, directora de la Unidad de Mujeres y Ciencia del gabinete de la ministra Diana Morant. “Si hay indicios de que se ha producido un delito penal, lo pondremos en conocimiento de la Fiscalía”, subraya Altamirano. “La política del Ministerio es tolerancia cero frente al acoso”. Las fuentes jurídicas consultadas explican que los hechos denunciados, si se demuestran, podrían constituir un delito contra la intimidad.

El director de la Estación Biológica de Doñana, Eloy Revilla, confirma que su institución también ha abierto de oficio una investigación confidencial. “Tomaremos las medidas oportunas cuando tengamos toda la información”, explica. Luis García afirma indignado que todavía no lo han llamado a él para conocer su versión de los hechos, pese a haber trabajado casi medio siglo en la entidad. La Estación proclamó hace seis años que García, Premio Andalucía de Conservación de la Naturaleza en 1996, es un “capítulo de estudio obligado en la historia de Doñana”.

El biólogo Juan Gallego Zamorano, de la Universidad Radboud de Nimega (Países Bajos), fue como voluntario a anillar zampullines con Luis García a finales del verano de 2016. “En general, Luis era el que tomaba las fotos y siempre se daba prioridad a mujeres, jóvenes y a ser posible en bikini. Los demás —mujeres sin bikini y hombres— estábamos relegados a mirar prácticamente. Se hacían gracias en cuanto a eso”, recuerda.

Un profesor de una universidad española, que ha sido testigo durante años de los anillamientos y pide anonimato, también habla de un doble rasero de García con hombres y mujeres. “Si eres chico ni siquiera se va a aprender tu nombre. Te dice cosas como: ‘Tú búscate otro coche, que en el mío solo van chicas’. Y él se va con el todoterreno lleno de chicas de 20 años y tú te buscas la vida”. Este profesor cuenta anécdotas similares a las del resto de denunciantes, a las que no conoce. “Recuerdo una chica que iba a coger un zampullín y Luis García le dijo: Tú no, tu amiga la rubia. Y la amiga rubia iba en bikini”.

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Sobre la firma

Manuel Ansede
Manuel Ansede es periodista científico y antes fue médico de animales. Es cofundador de Materia, la sección de Ciencia de EL PAÍS. Licenciado en Veterinaria en la Universidad Complutense de Madrid, hizo el Máster en Periodismo y Comunicación de la Ciencia, Tecnología, Medioambiente y Salud en la Universidad Carlos III

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