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Giorgio Parisi, Nobel de Física: “Saber cómo funciona el vuelo de los estorninos puede servir para entender la moda”

La Universidad de La Spienza de Roma recibe con vítores la concesión del premio a su profesor, que aprovecha la celebración para reclamar más recursos para la ciencia

Premio Nobel Giorgio Parisi
Giorgio Parisi posa el pasado viernes tras ser reconocido con el Nobel de Física.Domenico Stinellis (AP)

Giorgio Parisi, nacido en Roma hace 73 años, es el primer italiano en ganar un premio Nobel en física en dos décadas. Son 21 los italianos, dos de ellos mujeres, que han conseguido hacerse con el galardón, entre los cuales hay otros cinco físicos. Sin embargo, Parisi es el único que ha desarrollado su carrera totalmente en Italia, un país que, como España, históricamente no ha sido muy generoso con la I+D. En 2019, último año cuyas estadísticas están disponibles, invertía solo el 1,45% de su PIB en ciencia (España ese año se situaba en el 1.25%), cuando en Europa la media era del 2.2%.

Parisi ha obtenido el Nobel “por el descubrimiento de la interacción entre el desorden y las fluctuaciones en los sistemas físicos desde la escala atómica hasta la planetaria”. Pero también es conocido en Italia, y no solo entre los físicos, por su presencia en ámbitos sociales y políticos. Además de su participación en el desaparecido partido de izquierdas Sinistra e Libertà, son conocidas sus batallas para la laicidad de la Universidad La Sapienza de Roma (en 2008 se enfrentó al mismo papa Benedicto XVI). También la asociación Baobab Experience, que asiste a los migrantes en Roma, se felicitaba del premio con un tuit: “Física teórica, pero solidaridad práctica siempre al servicio de la colectividad defendiendo a los más frágiles. Felices y orgullosos de nuestro Giorgio Parisi”. Mientras tanto, en la Universidad de Roma colgaban una pancarta del balcón de la histórica Facultad de Física (donde estudió otro premio Nobel, Enrico Fermi) que decía: “It’s coming Rome [vuelve a Roma, el lema de la selección italiana ganadora de la Eurocopa] – felicitaciones Giorgio”, mientras los estudiantes le vitoreaban.

“Es realmente muy emocionante ver cómo me han celebrado”, cuenta conmovido el recién galardonado a EL PAÍS. “La llamada desde Estocolmo es una emoción, claro, pero es más intelectual. Ver a los estudiantes que te aplauden es más emotivo, hay un contacto que no es solo intelectual, viene de una simpatía que sientes que ellos te tienen, porque lo que tú has hecho es emotivamente importante para ellos”.

Pregunta. Sea sincero: ¿esta vez se lo esperaba?

Respuesta. Un poquito sí que me lo esperaba. Había comentado a unos amigos que, siendo muy optimistas, habría un 20% de probabilidades. Por si acaso, yo había dejado el teléfono cargado y cerca de mí.

P. ¿Por qué nunca ha dejado Italia como muchos otros?

R. En Italia yo siempre me he encontrado bien. Y como físico teórico, no necesitaba grandes aparatos para hacer investigación. También un físico como Enrico Fermi: si no hubiese sido por las leyes raciales [promulgadas por el fascismo en 1938], se habría quedado.

P. No ha perdido tiempo: en la celebración montada en el Aula Magna de la universidad, pidió a la ministra de investigación Maria Cristina Messa más recursos para la ciencia y que Italia sea más acogedora para los investigadores.

R. Esto es lo más importante: que haya una financiación adecuada, que cambie la música por completo. Aunque sé que la ministra, que es investigadora, está de acuerdo. El problema es que lo estén también el ministro de Hacienda y el consejo de ministros.

Los científicos somos parte de la sociedad y creo que sobre ciertos temas es justo que tomemos partido. Y las personas que tienen una voz más fuerte lo tienen que hacer más, porque su voz se escucha mejor

P. Al contrario que otros científicos, usted nunca ha tenido reparo en levantar la voz.

R. Los científicos somos parte de la sociedad y creo que sobre ciertos temas es justo que tomemos partido. Y las personas que tienen una voz más fuerte lo tienen que hacer más, porque su voz se escucha mejor.

P. Ya que su voz ahora se escucha mejor: este año se ha galardonado a siete científicos hombres.

R. La física pierde a muchas científicas. A partir de los 30 años, empieza a ser complicado conciliar la maternidad con la investigación. Debería haber un soporte para las investigadoras que deciden ser madres. Por ejemplo, tener posdoctorales o una pequeña red que te ayude a llevar a cabo la investigación. Luego hay problemas que son de la sociedad en su conjunto, como que, si hay que mudarse por trabajo, es más fácil que la mujer siga al marido que lo contrario. Por no hablar de la falta de recursos para guarderías, por ejemplo. Estos y otros son problemas de la sociedad que se reflejan también en el mundo de la investigación.

P. Usted ha trabajado en campos muy diferentes: vidrios de espín, computación, redes neurales, información cuántica, resonancia estocástica, los mercados y hasta el vuelo de los pájaros. ¿Cómo se consigue tener una mirada tan amplia?

R. Primero, hay que tener curiosidad para estudiar otras cosas. El problema no es abrirse a otros campos. Si quieres trabajar en la inmunología, antes te tienes que estudiar los libros de inmunología, o bien tener al lado un buen inmunólogo que te explique las cosas esenciales. Es importante tener las ganas de invertir tu tiempo libre para estudiar cosas nuevas. También es cierto que a veces uno lo hace solo por la curiosidad de saberlas.

Las gafas típicas de la Física para mirar el mundo son fundamentales también para otras ciencias

P. El galardón de este año ha premiado la aplicación de la física de los sistemas complejos a la climatología y a sus modelos. Pensando en La Palma, ¿su física se puede aplicar también a la geología para hacer previsiones?

R. Sí que se puede, pero no es fácil. Más que los pequeñitos, sería interesante ser capaces de prever los terremotos grandes, que pasan cada muchos años, afortunadamente; pero sobre los más antiguos hay muy poca información. Es un campo sobre el que seguramente se puede hacer muchísimo y ya se está haciendo mucha investigación. Sin embargo, la previsión de los terremotos es una ciencia prácticamente recién nacida.

P. Al contrario que otros físicos teóricos o matemáticos, ha expresado muchas veces su satisfacción cuando sus ecuaciones encuentran aplicaciones prácticas. No es habitual.

R. Efectivamente, entre los matemáticos no lo es tanto. Un famoso matemático inglés, Godfrey Harold Hardy, autor de Apología de un matemático, presumía de que las cosas que había hecho no tenían ninguna aplicación práctica. Que ni siquiera es verdad: él trabajaba en teoría de los números y esta es hoy fundamental para las conversaciones encriptadas, como las del WhatsApp. El cifrado es una aplicación muy sofisticada de la teoría de los números. A menudo, cosas que no se pensaba que tuviesen aplicación sí la tienen. Hasta mis primeros estudios en los vidrios de espín, y después en las redes neurales, años después, tuvieron aplicaciones muy importantes en la inteligencia artificial.

En la ciencia son muy importantes las metáforas. Porque ayudan a las personas a razonar

P. ¿Y su investigación sobre las coreografías de vuelo de los estorninos?

R. Pues eso no tiene ninguna aplicación, parece. Pero aquí quiero decir otra cosa. En la ciencia son muy importantes las metáforas. Porque ayudan a las personas a razonar. Entender cómo funciona el vuelo de los estorninos puede servir para entender otras cosas relacionadas. La idea originaria era que el vuelo de estos pájaros tuviera a que ver con la idea de moda. Como hemos podido averiguar, unos pocos pájaros empiezan a dar la vuelta, y los demás los siguen. Más o menos la misma manera en la que empieza una nueva moda.

P. ¿Y esto se puede aplicar a otros ámbitos?

R. Hay veces que uno piensa que sí, aunque es imposible controlarlo todo. Por ejemplo, el primer trabajo que hicimos hace 40 años sobre la resonancia estocástica y la climatología, sé que ha sido aplicado por ejemplo a la comunicación de sistemas de neuronas de algunos animales o para mejorar la calidad de las cámaras. El otro día vi que había más de 40.000 artículos científicos que hablaban de resonancia estocástica: las aplicaciones deben ser muchísimas. Algunas hasta divertidas, aunque esta dudo funcione: alguien utilizaba el principio de la resonancia estocástica para hablar con los fantasmas.

P. Cuando empezó, la física y la biología no se hablaban mucho. Ahora, en parte también gracias a usted, trabajan mejor juntas.

R. Cierto. Esto también es debido a que la biología hoy maneja una cantidad muy importante de datos. Entonces hay el problema de gestionar toda esta información. Los físicos hemos desarrollado maneras de gestionar grandes cantidades de datos. Muchos de los fenómenos biológicos pueden interpretarse con leyes probabilísticas, o con la mecánica estadística. Y todas ellas han sido muy desarrolladas y utilizadas por los físicos. Se trata de las gafas típicas de la Física para mirar el mundo que hoy sabemos que son fundamentales también para otras ciencias.

Corregir demasiado no es bueno: cada uno debe aprender a ser autónomo y, cuando es necesario, saber echar un cable. Pero eso solo cuando las dificultades son importantes.

P. Usted es uno de los físicos más citados al mundo, ha colaborado con más de 300 personas y sus estudiantes lo adoran. ¿Cuál es el truco para tener tanto cariño?

R. Intentar prestar atención a tus colaboradores y ponerse en sus zapatos por un lado, y guiarlos, pero sin estar demasiado encima. Todo el mundo tiene que aprender de sus propios errores. Corregir demasiado no es bueno: cada uno debe aprender a ser autónomo y, cuando es necesario, saber echar un cable. Pero eso solo cuando las dificultades son importantes.

P. También ha escrito muchos cuentos para niños que después leía a sus nietos.

R. No, muchos no: solo he escrito tres. Todos están en mi página web. No creo que escriba más. En ese momento, había leído muchas veces los Cuentos populares de Italo Calvino y la Morfología del cuento del lingüista ruso Vladimir Propp. Fue entretenido juntar varios temas y ver qué pasaba. Pero ahora no creo que me dedicaré a ello. En realidad, en este momento de la vida pensaba escribir unos libros para contar la historia de la ciencia, pero no sé si ahora tendré el tiempo para hacerlo.

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