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La crisis del coronavirus
Tribuna
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La Navidad del epidemiólogo

Los científicos estadounidenses no están por celebrar Acción de Gracias, el equivalente a nuestras pascuas

El chef Juan Ascencio, de Los Ángeles, sirve una comida de Acción de Gracias a personas sin hogar, el pasado 21 de noviembre.
El chef Juan Ascencio, de Los Ángeles, sirve una comida de Acción de Gracias a personas sin hogar, el pasado 21 de noviembre.FREDERIC J. BROWN (AFP)
Javier Sampedro

La vida personal de los científicos no es noticia, pero a veces da pistas sobre el futuro inmediato. Un caso notable que me viene a la cabeza es el de la restricción calórica, que podemos definir con cierta brutalidad como pasar hambre a cambio de vivir más años. Comer un 30% menos de lo normal alarga la vida en todo bicho viviente, de la levadura del pan al gusano, la mosca y el ratón, aunque no está demostrado en seres humanos, ni ha habido ninguna recomendación de los gestores sanitarios sobre el asunto. Pero luego mira a los científicos que conocen de cerca la cuestión. Están todos tan flacos que da pena verlos, y quedar a comer con ellos es un ejercicio de ascetismo difícil de soportar. Estos científicos saben que, debido al origen común de toda la vida en la Tierra, lo que es cierto para un gusano y una rata suele serlo también para una persona. En ausencia de datos a prueba de agua, la vida privada de los investigadores puede ser una buena guía provisional.

Pasemos al covid. Qué ganas tenía de escribir esto, covid en masculino, que es lo que dice la mayoría de la gente, incluido el presidente del Gobierno, para referirse al virus SARS-CoV-2. Agradezco a la Academia que nos haya liberado de la hipercorrección de los traductores. Ya sabemos que la ‘d’ de covid viene del inglés ‘disease’, enfermedad, y que por tanto sería femenino en español, pero esto es un argumento un poco rebuscado, ¿no es cierto? La expresión “el virus de la covid” se puede contraer a “el covid” sin violar ningún principio sagrado, y además está en el habla desde hace meses. Depongan su actitud los puristas.

El 80% de los expertos no va a celebrar la fiesta en absoluto

Pasemos al covid, como decía antes. No hay preceptos científicos de acero inoxidable que nos digan lo que debemos hacer en Navidad. Nadie puede decir “si los nietos ven a sus abuelos morirán 10.000 personas en enero”. No tenemos esa precisión de cálculo. Al igual que con la restricción calórica, sin embargo, podemos meter el hocico en la vida privada de los epidemiólogos. Es lo que ha hecho The New York Times, que ha puesto tres redactores a enviar cuestionarios a 635 epidemiólogos de su país para saber qué piensan hacer el jueves, cuando se celebra allí Acción de Gracias. Esta fiesta es el verdadero equivalente a nuestra Navidad al otro lado del Atlántico, donde Trump tiene que indultar a un pavo de 18 kilos y los universitarios vuelven a casa desde otros lugares del país y del mundo.

Los resultados se resumen en un momento. Algunos de estos expertos celebrarán el thanksgiving en un garaje con la puerta abierta, otros no recibirán a la familia y brindarán con sidra caliente con sus vecinos y alguno más montará una tienda de campaña en el jardín con sistemas de calefacción y renovación del aire. Pero el 80% no va a celebrar la fiesta en absoluto.

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