José Zagal: “Si en Chile no invertimos en ciencias, seguiremos exportando materias primas sin valor agregado”
El ganador del Premio Nacional de Ciencias Naturales 2024 y académico de la Universidad de Santiago asegura que se debe contar con una base sólida científica y tecnológica para responder a los desafíos de las energías limpias
José Zagal (Talca, 74 años) es uno de los pioneros de la electroquímica en Chile. Académico de la Universidad de Santiago (USACH) y reciente Premio Nacional de Ciencias Naturales 2024, ha colaborado en estudios vinculados con energías limpias, especialmente hidrógeno verde. “Es curioso, pero hace siglos Julio Verne, en uno de sus libros, ya presagiaba que el hidrógeno sería el futuro. Pero fue en la década del setenta cuando ya se hablaba del hidrógeno como una vía de energía. Sin embargo, el petróleo frenó cualquier evolución debido a que es más económico y los procesos para su extracción son menos complejos”, dice a EL PAÍS.
Su postura es que ya no hay otras opciones, sólo el aceleramiento del desarrollo de las renovables para sepultar la dependencia de los combustibles fósiles. Para conseguir esto en Chile, Zagal apela a redoblar la formación de los investigadores: “Las fuentes energéticas serán eléctricas en el futuro. Eso es gracias a las baterías y a todos estos inventos que han ido progresando a través de los años”. Y para alcanzar este propósito considera que se puede contar con respaldo de expertos de otros países, porque está convencido de que “la ciencia es un ciudadano del mundo, el cual no necesita pasaportes para atravesar fronteras”.
Pregunta: ¿Cuándo Chile podría convertirse en un líder mundial en energías limpias?
Respuesta: El salto para llegar a ese nivel requiere de mucha inversión en la formación de personas. Escucho excusas como “somos un país pequeño, estamos muy lejos”. Pero hay países chicos que han logrado desarrollarse por el camino de la ciencia y la tecnología, como Finlandia e Israel. Otros ejemplos son Corea [del Sur] y Singapur, los cuales empezaron a invertir mucho en educación. En nuestro caso debemos partir desde la educación básica y después la superior.
P. ¿Por qué no se estaría inyectando suficiente inversión?
R. Hay otras necesidades paralelas. Entonces, la ciencia es dejada en segundo o tercer lugar. Pero debería estar en el primero, porque no es posible saltar al desarrollo sin invertir. España pegó un salto porque empezó a invertir grandes sumas de dinero en la investigación y el desarrollo tecnológico.
P. ¿No se está aprovechando el potencial chileno para energías limpias?
R. Todavía falta. Hay una apuesta muy fuerte por la energía solar y el hidrógeno, para almacenar esa energía. Eso está avanzando, pero se debe hacer más rápido, porque se está hablando de esto ya hace años. Tenemos una inercia, de la cual debemos salir.
P. Considerando, sobre todo, lo competitivo de estos mercados.
R. Por la competencia, justamente los países desarrollados invierten tanto dinero en investigación y ciencia. Si en Chile no invertimos en ciencias, no podremos competir nunca y seguiremos exportando materias primas sin valor agregado.
P. ¿Cómo ve los planes nacionales para el litio?
R. Se está avanzando, pero estamos lejos de fabricar baterías de litio en Chile. Aunque se puede, todo se puede. Solo hace falta aumentar la velocidad. Hace 40 años ya sabíamos que teníamos litio como una de nuestras riquezas naturales y nunca enfatizamos en cómo sacarle más provecho a ese recurso, y exportarlo. En otras palabras, no podemos seguir exportando barato y comprando caro, porque cuando compramos tecnología de afuera es costoso.
P. ¿En qué etapa está Chile para generar valor agregado a esta industria?
R. Estamos en la infancia. Quizás soy pesimista, pero voy a congresos científicos —ahora estoy llegando de uno, en Canadá— y hay cientos de personas hablando de baterías de litio, pero ningún chileno. Somos pocos. Tiene que aumentar la masa de inversores. En países como Corea y Singapur han importado científicos para avanzar más rápido, pero líderes o profesionales con mucha experiencia. Ese sería el bypass para alcanzar los niveles necesarios.
P. ¿Y en cuándo se podría llegar a la adolescencia en términos de capital humano científico?
R. Todo depende de los recursos. La pandemia fue un ejemplo de cómo los investigadores de todo el mundo en muy poco tiempo lograron sacar una vacuna. Pero eso se logró porque hubo mucha inversión, incluso Chile aportó con buenos virólogos, y además varios centros de investigación se pusieron de acuerdo para trabajar en conjunto.
P. Ese respaldo pasa por una mayor inversión privada.
R. Sí, aunque por tradición en Chile a los privados no les interesa inversiones a largo plazo. Esa cultura hay que romperla. Hay innovadores en Chile, pero no tienen repercusión todavía o son relativamente pocos. Sin embargo, el vino es un buen ejemplo. Hace muchos años la industria vitivinícola empezó a hacer investigación y traer expertos extranjeros para perfeccionar la calidad del vino, lo cual se logró. Eso es un ejemplo del éxito: meter ciencia a lo que se está exportando.
P. ¿Chile está lejos o cerca de prescindir del consumo de combustibles fósiles?
R. Chile es un país muy rico en electricidad verde. Tenemos las energías solar, eólica e hidráulica. Hay países sin esos recursos, pero muy desarrollados porque se machacan más la cabeza para lograr cosas. Ya tuvimos una triste historia por desaprovechar recursos. En los años 30, Chile vivía a expensas del salitre, y un científico alemán inventó el salitre sintético. Esto acabó con ese mercado, lo que provocó que la economía chilena se fue a las pailas [se arruinó] y hubo crisis, huelgas, matanzas. No hemos aprendido de esa crisis.
P. ¿Podría repetirse esa crisis con el litio?
R. Sí, pero también con el hidrógeno verde o cualquier otro recurso. Por eso, debemos tener una base sólida científica, tecnológica, capaz de responder a esos desafíos. Eso solamente se puede responder con profesionales muy preparados. Rápidamente, no improvisando.
P. ¿Y qué hay del hidrógeno verde?
R. Hay que seguir avanzando. No sé si ya estamos en condiciones de producir hidrógeno verde en cantidades industriales. La idea no es sólo abastecernos, sino exportarlo. Al hidrógeno cuesta mucho comprimirlo, lo que implica un gasto energético. Pero recordemos que las metas difíciles son las que traen los mejores dividendos.
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