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Santiago Pavlovic: “Pinochet tenía dos periodistas en TVN que estaban con él constantemente. Les llamábamos ‘la caravana del buen humor”

A sus 77 años, el reportero más longevo de la televisión chilena habla de periodismo, viajes, Allende, Pinochet, Boric y Kast

Santiago Pavlovic
Santiago Pavlovic, en la sede del canal TVN en Santiago (Chile), el 24 de enero de 2024.FERNANDA REQUENA
Ana María Sanhueza

Santiago Pavlovic Urionabarrenechea (Sewell, Chile, 77 años), periodista de la Universidad de Chile, es de los pocos, sino el único reportero chileno, que sigue trabajando en terreno tras más de cinco décadas. Ya estaba en Televisión Nacional (TVN), el canal público, cuando asumió el presidente socialista y líder de la Unidad Popular, Salvador Allende, en 1970. Siguió allí tras el golpe de Estado de 1973 que dio el general de Ejército Augusto Pinochet –solo interrumpió el periodo por una beca a Alemania– y continuó en democracia en 1990, hasta hoy. Es conocido por su cobertura de varios conflictos bélicos, entre ellos la Guerra del Golfo.

Hace una semana Pavlovic, uno de los fundadores Informe especial (el programa más longevo de investigación periodística en Chile que cumplirá en junio 40 años) y conductor del espacio de entrevistas Sin parche, fue uno de los presentadores del libro Mucha Tele: una historia coral de la TV en dictadura (Fondo de Cultura Económica, 2023). Ante los asistentes al lanzamiento, dijo: “Fui parte de esa televisión controlada y todavía me avergüenzo. Pero qué puedo decir: tenía poco más de 20 años, estaba casado y tenía tres hijos”.

Pavlovic pasó gran parte de su infancia en Sewell, hoy un excampamento minero, ubicado a unos 140 kilómetros de Santiago, donde su padre tenía un pequeño negocio para abastecer a los trabajadores. Llegó a Santiago, la capital de Chile, adolescente, a una casa en el centro de la ciudad. Fue el primero de su familia en entrar a la universidad.

Sus primeros pasos como periodista, en 1969, los dio en la Radio Patagonia, en Coyhaique, en el sur chileno. “Estuve un año haciendo de todo. Era el jefe de prensa y tenía 22 años. Me echaron porque nos tomamos la radio, que era algo que se acostumbraba en ese tiempo para exigir derechos”.

A TVN llegó en 1970, meses después de que en 1969 se fundó la estación. Allí estaba como gerente general Jorge Navarrete, a quien el presidente democristiano Eduardo Frei Montalva (1964-1970) encargó, cuando apenas tenía 22 años, la creación del canal, además de Gonzalo Beltrán, excompañero de Pavlovic en la universidad. “Vine a pedir empleo. Estuve tres meses como estudiante en práctica, desde marzo al 1º julio de 1970, cuando me contrataron”.

Pregunta. ¿Por qué se acuerda de la fecha exacta del contrato?

Respuesta. Porque soy el trabajador más antiguo de la televisión chilena. Y cuando me echen me tienen que pagar los 54 años. Por eso, difícilmente, me van a echar.

Para 1970, cuenta Pavlovic, TVN solo había jóvenes a la cabeza. “Mi generación tenía el sueño de hacer un canal independiente, autónomo, que no obedeciera ni a los intereses empresariales ni a los partidos políticos. Era hacer una creación original, una televisión pública. Yo lo sentía muy inspirador, algo distinto en medio de este Chile que estaba bastante polarizado, con grietas sociales”.

P. ¿Cómo fue la independencia del canal con Allende?

R. En tiempos de Frei Montalva tampoco fue tan independiente, porque no había una legislación especial para el canal. Pero fue bastante más que con Allende, porque después respondía a los intereses y al programa de la Unidad Popular, pese a que la gente que estaba acá, como Helvio Soto, Augusto Olivares o José Miguel Varas, era muy valiosa.

P. ¿En qué lo notaba?

R. Yo pasé rápidamente al área internacional, que no era tan ideologizada. Estaba la guerra de Vietnam en el tapete informativo. Pero en la Unidad Popular el canal era la herramienta de propaganda, junto a la Radio Magallanes [que emitió el último discurso de Allende] y algunos otros medios en un país absolutamente escindido. Los medios eran combativos y en algunos casos hasta financiados por la CIA. Todos eran partidistas.

P. ¿Era incómodo?

R. Para mí siempre fue incómodo. No era mi sueño. Pero cuando vino la dictadura, lo de Allende parecía un juego de niños. Porque antes se respetaban las diferencias. Por ejemplo, yo no era partidario de la Unidad Popular; siempre he sido de centro, de centroizquierda.

P. Y vino la dictadura en 1973.

R. A los 27 años me pusieron unos meses como jefe de prensa, pero como yo no era de confianza de esta gente [los militares a cargo del canal] luego me pasaron unos programas especiales que nunca salieron al aire. Después obtuve una beca en Alemania, porque lo único que quería era salir un tiempo de Chile.

Santiago Pavlovic, durante la entrevista con EL PAÍS.
Santiago Pavlovic, durante la entrevista con EL PAÍS.FERNANDA REQUENA

P. En la presentación del libro Mucha Tele (...) dijo que sentía vergüenza por haber permanecido en TVN en la dictadura. ¿Tiene culpa?

R. No tenía muchas opciones. Más que culpa, no hay nada de ese periodo que me enorgullezca, más bien me da vergüenza. Pero yo no era ni un exiliado ni un refugiado político ni pensaba irme fuera del país. La sensación que tenía era de por qué tenía que irme si yo había sido, prácticamente, uno de los fundadores del canal. Pero estuve trabajando en un canal que no era Televisión Nacional, sino una vergüenza nacional en términos del apoyo personal a Pinochet. Él tenía dos periodistas que estaban con él constantemente y lo acompañaban en todos sus viajes. Nosotros le llamábamos la caravana del buen humor. También había otro periodista que andaba con Lucía Hiriart de Pinochet [la esposa].

P. A esos espacios en el noticiario 60 Minutos de TVN le llamaban, a escondidas, el show de Lucy.

R. Exactamente. Y a ese periodista que andaba con ella todo el día, yo le preguntaba: “¿Cómo vas a hacer una nota de tres o cuatro minutos de entrega de ajuares [para recién nacidos]?”. Pero nadie se atrevía a cortar. Incluso, Lucía Hiriart decía: “En deportes han ocupado cinco minutos, y a una labor social importante, dos o tres”.

P. ¿Lucía Hiriart era una especie de editora?

R. Absolutamente. Una vez, Lucía Hiriart hizo un encuentro previo a Navidad en el Estadio Nacional y, en algún momento, el camarógrafo hizo un zoom que partía de un lugar que estaba más o menos vacío, que luego se abría y mostraba a la gente. A esta mujer eso le pareció mal. Dijo que había una perversidad especial para mostrar ese espacio vacío. Pero no había nada de eso. Le costó la pega [el trabajo] a una periodista. Y pasaron cosas peores, como periodistas que era obvio que tenían una relación con la DINA y la CNI [los organismos de seguridad de Pinochet responsables de las violaciones a los derechos humanos]. Siempre tenían la información de que había habido un atentado o un terrorista abatido en tal enfrentamiento.

P. ¿Cómo se sentía al ver eso?

R. Siempre me sentí incómodo, pésimo. Una vez, cuando ya había empezado el Informe Especial [en 1984], insistieron en que fuéramos todos al cumpleaños de Pinochet. Yo dije que por ningún motivo. Mucho antes, una de las primeras cosas que tuve que hacer en el canal fue entrevistar a Pinochet junto a Pedro Carcuro [conductor de deportes] y a tres periodistas más. Yo entonces era chascón, con bigotes, sin corbata. En ese tiempo se hablaba que había que apretarse el cinturón [gastar menos], y le pregunté sobre eso a Pinochet. Le dije que con eso los que siempre sufren son los trabajadores o algo así. Él estaba muy molesto. Cuando se fue, me apretó muy fuerte la mano y yo se la apreté igual.

P. ¿Quedó solo en eso?

R. Al día siguiente me llamó el coronel Sepúlveda [director del canal] y me dijo: “Santiago, me llamó el general Pinochet. Está indignado. Dice que yo tengo un infiltrado marxista”.

P. ¿Por qué aguantó estar en el canal 17 años de dictadura?

R. Pensaba que esta cuestión tenía que cambiar, que no podía seguir.

P. ¿Cuándo empezó a producirse un quiebre?

R. Ya en la dictadura empezamos a meter algunas cuchufletas en Informe Especial. Por ejemplo, con reportajes sobre Irlanda del norte, donde los tipos estaban reclamando mayor igualdad de derechos sociales y económicos, y que no era simple terrorismo, sino que había razones de fondo. Y en Sudáfrica entrevisté a Desmond Tutu sobre el derecho a voto. Así hablabas de democracia y del valor del pluralismo, pero en otros países.

P. ¿Qué pasó cuando llegó la democracia?

R. Sentimos de inmediato que el mundo había cambiado para nosotros. La libertad era plena, pero la sentíamos desde que ganó el NO [a Pinochet] en el plebiscito de 1988, porque ya no era tan fácil que te echaran o que te pusieran obstáculos para hacer un periodismo decente. Después, en democracia, hicimos reportajes de derechos humanos que fueron muy marcadores, como el del asesinato del general Carlos Prats en Buenos Aires [cometido por la DINA en 1974]; las torturas en la Venda Sexy [un centro de detención de la DINA], o la entrevista de Marcelo Araya [experiodista de Informe especial] a Michael Townley [agente de la DINA que asesinó en Washington en 1973 al excanciller de Allende Orlando Letelier]. Todos estábamos participando en eso. Es que había tantas cosas para contar.

P. Dijo en lanzamiento del libro Mucha Tele (...) que era una especie de viudo de la Concertación. ¿Fue su mejor época?

R. No tengo ninguna duda que los 30 años, gran parte de la Concertación, han sido los mejores de Chile en crecimiento económico, igualdad de posibilidades, crecimiento educacional, libertades públicas, desarrollo cultural y en garantías de derechos personales. Soy un amante de la historia de Chile y no creo que nadie pueda disputar que han sido los mejores años. No es todo perfecto, porque tenemos muchas desigualdades todavía y pensiones bajas, pero comparado con lo que antes existió, y no hablo solo de la dictadura, sino de antes, antes y antes, este es un país completamente renovado.

P. La generación del presidente Gabriel Boric, en cambio, ha cuestionado los 30 años que usted defiende.

R. Yo creo que ellos están en una experiencia de aprendizaje de lo que se puede y no hacer con el poder. Este presidente puede tener muchos errores, pero también muchos elementos positivos, como una sensibilidad especial. Es una personalidad que vamos a tener por los próximos 30 o 40 años en la primera línea de todas maneras. Pero a Chile lo que más le conviene es tener un modelo como el de la Concertación. Yo voté por este presidente, aunque no era el me gustaba. Lo otro, Kast, la ultraderecha, era el horror viscoso, revivir y considerar que fue positivo lo que pasó en otro período. Todavía hay gente que reivindica a Pinochet, la mano dura del régimen y la violencia. Es gente que, simplemente, no entendió que estamos en esta opción que, a mi juicio, se vincula con las grandes tendencias de occidente: un occidente democrático, de la comunidad económica europea e, incluso, de la OTAN.

P. Tiene 77 años. ¿Por qué sigue reporteando?

R. Es que esta profesión es la más fascinante del mundo, y si se asocia con viajes, como decía el escritor ruso Iván Bunin, hay tres cosas fundamentales en la vida: el amor, un trabajo en el que te sientas feliz y viajar. Si puedes hacer eso, decir y hacer cosas importantes, como denunciar corrupciones, lo conseguimos.

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Ana María Sanhueza
Es periodista de EL PAÍS en Chile, especializada en justicia y derechos humanos. Ha trabajado en los principales medios locales, entre ellos revista 'Qué Pasa', 'La Tercera' y 'The Clinic', donde fue editora. Es coautora del libro 'Spiniak y los demonios de la Plaza de Armas' y de 'Los archivos del cardenal', 1 y 2.
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