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Peso Pluma en el Festival de Viña del Mar: la visita que incomoda a Chile

El certamen musical confirma la participación del fenómeno de la música urbana mexicana, pese a las presiones para que lo cancelaran por su apología a la narcocultura

El cantante mexicano Peso Pluma durante un concierto en Ciudad de México, en noviembre.
El cantante mexicano Peso Pluma durante un concierto en Ciudad de México, en noviembre.Aurea Del Rosario (AP)
Antonia Laborde

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La estrofa es de Gavilán II, una canción que interpreta el mexicano Peso Pluma, de 24 años, y su primo Tito Double P. Tiene 56 millones de reproducciones en YouTube. No es uno de los grandes éxitos de Peso Pluma, pero es el tipo de letras que ha incomodado a parte de la sociedad chilena, especialmente la política, que lleva días abogando por que el Festival de Viña del Mar cancele la participación del artista por considerar que sus canciones son una apología al narcotráfico y la violencia y que darle tribuna en el masivo certamen musical implica normalizar la narcocultura. El certamen, sin embargo, ha ratificado este miércoles la asistencia del cantante. “No existen argumentos jurídicos ni contractuales para revocar la participación del artista”, ha informado la organización en un comunicado.

El debate sobre Peso Pluma escaló esta semana hasta el palacio presidencial de La Moneda y el Congreso. La academia, por su parte, se dividió entre los que abogaban por cancelar el espectáculo del mexicano y quienes defendían que eso no iba a cambiar que los jóvenes lo escuchen, más bien cerraría una discusión que, debido a la crisis de seguridad que azota al país, debería abrirse.

Peso Pluma no es un artista que reciba mucha atención mediática en Chile. Sí sonó su nombre cuando la revista Rolling Stone nombró mejor canción de 2023 su tema Ella baila sola o cuando desbordó el Movistar Arena como parte de su gira internacional que recaudó 1,8 millones de dólares. Una columna de opinión del sociólogo Alberto Mayol, sin embargo, cambió el panorama la semana pasada al plantear que en un evento público, transmitido por un canal del Estado, le dará tribuna a un promotor de la cultura narco.

El texto provocó varios coletazos. La diputada Joanna Pérez, del partido Demócratas, de centro, presentó un proyecto de ley para prohibir la participación de artistas que promuevan el narcotráfico y otras actividades delictivas en eventos masivos financiados con recursos públicos, mientras el directorio de Televisión Nacional de Chile (TVN), el canal de televisión público que se encarga de parte de la gestión y de la transmisión del Festival de Viña del Mar, solicitó este martes cancelar la participación del cantante mexicano, argumentando que “no puede compartir, transmitir, ni fomentar, repertorios alusivos a la violencia, el narcotráfico y otros elementos relacionados con la llamada narcocultura”. La petición no prosperó.

La alcaldesa Macarena Ripamonti, militante de Revolución Democrática del Frente Amplio, la coalición del presidente Boric, no se ha pronunciado sobre la polémica. Para definir la parrilla del festival, los canales de televisión, que hacen de productores del evento, deben proponer un listado de artistas al municipio y este es el que da el visto bueno o descarta a cada uno. Este periódico intentó contactar a la alcaldesa Ripamonti sin éxito.

“Si este asunto escaló como escaló, no es porque la columna sea extraordinaria ni porque la cantidad de público que me lee habitualmente sea gigantesca”, dijo Mayol a EL PAÍS. “Fue porque, justamente, tocó las fibras sensibles. Despertó la sensación de que al menos tenemos que discutir esta problemática en serio a nivel político y no quedarnos en la inacción”. Marisol García, periodista especializada en música popular chilena, aseguró a esta diario que considera necesario debatir sobre la música popular y sus vínculos con la violencia y sus efectos, pero cree que esa discusión excede por mucho la figura de Peso Pluma. “En los últimos años ha habido un descuido en lo que se está desarrollando en el trap, donde menores aparecen con armas o apologías de violencia. Es necesario discutirlo, pero no he visto una inquietud previa por ese tipo de debates y me sorprende que se instale súbitamente por la venida de un músico exitoso”.

La investigadora agregó: “Parte de la música urbana abre un campo de debate porque hace apología del consumo, de la erotización de los menores y de la violencia de manera preocupante. Pero dudo que el ruido que está haciendo la polémica de Peso Pluma alcance los niveles de mayor profundización y valentía que requieren estas discusiones. No tengo mucha confianza en que esta polémica llegue a donde debe llegar”, añadió García.

La antropóloga Carla Pinochet, investigadora del Núcleo Milenio en Culturas Musicales y Sonoras (CMUS), descartó la eficiencia de los mecanismos de censura que, además, pueden ser acomodaticios según la autoridad de turno. “¿Qué pasó con Peso Pluma? Que antes no lo conocía mucha gente y ahora lo conoce todo el mundo”, dice Pinochet. “En vez de prohibir la música que hoy se escucha en las periferias urbanas, planteemos programas especializados para discutir los problemas urgentes como la narcocultura y que no estamos siendo capaces de tener como sociedad. Los medios de comunicación pueden jugar un rol muy importante, los talleres donde los jóvenes crean sus producciones digitales, en las bibliotecas populares… Hay que escuchar a los que están escuchando esta música”, planteó la investigadora a EL PAÍS.

La filósofa chilena Lucy Oporto, antes de que se conociera la decisión final del festival, abogaba para que se cancelara la participación de Peso Pluma, aunque lo veía difícil por los intereses económicos involucrados. “Es un peligro para la ciudad, ya deteriorada. No me extrañaría que ocurriese algo similar a lo que ya ha ocurrido, con ocasión de los narco-velorios y narco-funerales”, planteaba desde Valparaíso, donde reside, la ciudad vecina a Viña del Mar. “Al parecer, la fascinación colectiva que han despertado estos jóvenes pseudoartistas en otros jóvenes, y en no pocos adultos con educación (Marcianeke, sin ir más lejos), se debe a lo que representan: capacidad de ganar dinero, fama y poder de influencia rápidamente, como apoteosis de la sociedad de consumo y sus lacras, aunque eso implique la extinción de lo humano, física y psíquica, y la aniquilación de la juventud”, sostuvo Oporto.

El debate sobre la narcocultura pilla a Chile en un momento sensible. El país enfrenta una grave crisis de seguridad, con un aumento en los delitos violentos como los homicidios por arma de fuego. Un par de semanas atrás, tres personas —incluida una niña de 13 años— murieron producto de una balacera durante la grabación de un vídeo musical de un artista urbano en la población La Victoria, una zona popular y simbólica de Santiago. El pasado sábado, una niña de 10 años fue asesinada en Maipú, un municipio popular y poblado, y el lunes se supo del homicidio de un hombre en un sector cercano a la escena del crimen.

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Antonia Laborde
Periodista en Chile desde 2022, antes estuvo cuatro años como corresponsal en la oficina de Washington. Ha trabajado en Telemundo (España), en el periódico económico Pulso (Chile) y en el medio online El Definido (Chile). Máster de Periodismo de EL PAÍS.
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